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¡Dos enemigos del periodismo!
                                                 Por Luis A. CABAÑAS BASULTO
         Sobrino del ex gobernador Miguel Borge Martín e hijo de quien fuera uno de los fundadores del Diario de Quintana Roo, Roberto Borge, el actual Jefe del Ejecutivo, el cozumeleño Roberto Borge Angulo, continuó con las políticas de su antecesor respecto al periodismo local, ya que su paisano Félix González Canto nunca se caracterizó en 6 años de ser precisamente amigo de la prensa local, tal y como se calificó en su momento al ex gobernador Mario Villanueva Madrid.
         En el caso de Félix, no precisamente porque no se hubiera caracterizado por dejarle placas de taxi o patentes para venta de alcohol a casi todos los reporteros locales, sino porque desde un principio demostró que la deferencia con ellos no era su fuerte, no así en el caso de los propietarios de medios -prensa “chica” y prensa “grande”- con la que firmó jugosos contratos de publicidad.
         Para consolar a los periodistas, sin embargo, el mandatario, que nunca logró quitarse el lodo que manchó su administración con el asesinato de la joven estudiante Mayra Ayuso Rodríguez (9 de noviembre de 1999), cuando fungía como presidente municipal de Cozumel, a través de su Unidad del Vocero, Jorge Acevedo Marín, se encargó de distribuirles mensualmente envidiables “presentes” en sobres color manila. Los “cañonazos” eran -y lo son aún- conforme al tamaño del sapo.
         Sabedor de que con esas medidas nadie se atrevería jamás a poner de entredicho su imagen ni a tocarle con el pétalo de una rosa, el funcionario se fue desligando paulatinamente del periodismo junto con su Vocero, quien se pasaba prácticamente toda la semana en Cancún -“viaticando”, obviamente- y se constituyó en uno de los pocos funcionarios que se dio el lujo de ser intocable en el cargo durante todo el sexenio, pese a los esfuerzos por tumbarle la chamba por parte del actual Vocero, Rangel Francisco Rosado Ruiz.
         Así las cosas, Félix se alejó de los reporteros, a los que nunca soportó por su falta de costumbre, dado que en su natal Cozumel sólo debió sostener tratos con unos cuantos, que no con las docenas de Chetumal que, sin embargo, sólo se les conoce en los días de quincena frente a las oficinas de los funcionarios y con ocasión de algún festejo, como en ésos que se estilaban durante las celebraciones del Día de la Libertad de Expresión y en diciembre.
         Lo cierto es que, con el pretexto de que resultaba demasiado oneroso para su gobierno festejar esos días, Félix los fue cancelando poco a poco  hasta el extremo de enviar una simple felicitación que, contra lo que se esperaba, ni siquiera tuvo como deferencia hace unos días su sucesor, cuyo Vocero recabó nombres y teléfonos de los trabajadores de los medios, suponíamos que para algún festejo con rifa de artículos a los que pocos tienen acceso con su simple sueldo. No hubo de piña.
         No obstante, ese muro entre prensa y Félix se comenzó a elevar desde inicios de su sexenio, ya que durante las últimas celebraciones solía encargar el mensaje principal a su Vocero, tras lo cual tenía una intervención de menos de 5 minutos, esperaba la rifa de dos o tres obsequios y se retiraba con la misma prisa con la que llegaba, generalmente con bastante retraso. Pero vaya, la puntualidad nunca fue precisamente su principal cualidad.
         Con todos estos “detalles”, el ex mandatario consiguió su objetivo de marcar su sana distancia con los reporteros, algo similar a lo que ocurrió con su Vocero, quien únicamente pudo presumir de amigos en Cancún, donde un grupo de periodistas lo arropó desde el principio y lucía con ellos en las principales páginas de sociales. Por su parte, a Félix nunca se le conoció un sólo periodista amigo en Chetumal. Leyó Usted bien: Ni uno sólo.
         Su principal rechazo por el periodismo local se reflejó hace 3 años, tras el fallecimiento de uno de los decanos de la actividad en Quintana Roo, don José Pereira Lizarraga, mejor conocido cariñosamente como “Pimpo”, fundador de tres periódicos, dos de ellos los principales del Estado: el Novedades y el Diario de Quintana Roo, pero, más que eso, uno de los mejores periodistas que ha conocido Chetumal y maestro de la mayoría de los reporteros locales.
La noticia del caso, ocurrido a principios de septiembre del 2008, nos dejo boquiabiertos; nos negábamos a creerlo. De unos meses para atrás habían circulado innumerables rumores en torno a la salud de nuestro entrañable amigo, el veterano don “Pimpo”, como lo conocíamos todos cariñosamente, y vaya que el “don” se lo ganó a pulso, a lo largo de su trayectoria. Querido compadre nuestro, como de muchos, el hombre había fallecido.
Leíamos y releíamos la columna de otro veterano de la pluma, nuestro también desaparecido amigo y compañero Javier Zamora Cisneros, quien fuera director de Comunicación Social con el ex gobernador Pedro Joaquín Coldwell, y no dábamos crédito a lo que para muchos de nosotros era chisme de café, de cantina o del chat: Que estaba muy enfermo, que lo habían trasladado de Playa del Carmen a la Clínica de Mérida, etc.
         El caso es que como mínimo esperábamos un destello de sensibilidad política de Félix o de su Vocero Jorge Acevedo -ahora “flamante” director del Sistema Quintanarroense de Comunicación Social- para organizar algún evento como muestra de reconocimiento por el paisano, o bien ponerle su nombre a algún diploma, evento periodístico, cultural o a alguna sala de dependencias como la Secretaría de Cultura, Instituto Quintanarroense de la Cultura, Museo de la Cultura Maya o Biblioteca. Tampoco hubo de piña.
         Hasta hoy no entendemos cómo a periodistas que no han dejado una huella similar a la de don “Pimpo” se les han hecho reconocimientos, inclusive en vida, como es el caso de Isabel Arvide, hoy convertida en asesora del Secretario de Seguridad Pública, y cuyo nombre lleva una sala de la biblioteca central del Estado. Algo similar es el caso de la escritora Lydia Cacho, a quien hace algún tiempo se entregó un premio estatal.
         Esperábamos que Roberto Borge no imitara a su antecesor y que este 7 de junio diera una muestra de mayor sensibilidad, pero el hombre está endiosado y poco a poco está logrando “coordinar” a los periodistas locales, pero en contra suya. El dirigente del PRI fue uno de los pocos que se acordaron de organizar un evento en memoria de los periodistas caídos, aunque, para su mala suerte -y su falta de poder de convocatoria-, asistieron más funcionarios que reporteros.
         Ni modo compadre “Pimpo”. Y “hete aquí” -la frase que puso de moda en su época- que tu muerte seguirá siendo un tema pendiente para nuestros gobernantes y que nuestros principales políticos, o los que presumen serlo, resultan ser los que menos sensibilidad tienen, con lo que demuestran que, aunque suene algo raro, en el caso del periodismo, “sólo te sirven cuando les sirves”, ya que, al menos en Quintana Roo, ¡Son enemigos de los periodistas locales! L.A.C.B., Chetumal, Q. Roo, 15 de junio de 2011


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