¿Ganó PRIAN por hablar “bonito”?
Lic. Luis A. CABAÑAS BASULTO*
Tema
inevitable de todo columnista, el debate de los cinco candidatos a la
Presidencia de la República dejó un amargo sabor de boca a los millones de
mexicanos que seguimos atentos la trasmisión y respetable conducción de un
programa que, lamentablemente, tras las dos horas de duración, en la inmensa mayoría
sólo provocó preguntar ¿quién ganó el debate?
Lo
cierto es que, ante las tendencias, preferencias, precampañas y campañas de los
aspirantes, existían pocas dudas ante lo que ocurriría anoche durante ese
evento dominical que, al menos en el caso de Chetumal, despertó inusitado
interés, tal que provocó calles semidesérticas y la mayoría de la población
pegada a la pantalla “chica”.
Aunque
la pésima señal de Cablevisión “obsequió” algunas interrupciones,
en términos generales, la mayoría de los televidentes seguía atenta el papel de
quien podría expulsar al PRI de Los Pinos: Andrés Manuel López Obrador, aunque
no sólo fue personaje principal de los seguidores de Morena, sino también de
sus contrincantes.
Para
quienes presumen conocer de política, para nadie era un secreto que el enemigo
a vencer era el inalcanzable ex jefe de Gobierno del Distrito Federal, al que,
con una ventaja récord en las preferencias, sólo se le podría afectar
atacándole y ridiculizándole, ya que ni los programas, promesas o plataformas de aquéllos terminan por convencer ni a sus propios seguidores.
Así
las cosas, ninguno de los demás abanderados presidenciales midió sus
cuestionamientos, particularmente los del binomio PAN-PRI, Ricardo Anaya y José
Antonio Meade, respectivamente, quienes se olvidaron que el debate era entre
cinco, y sólo de cuando en cuando de acordaron de los independientes Margarita
Zavala y “El Bronco” Jaime Rodríguez Calderón.
Y
es que, ante el pobre avance de éstos últimos, el segundo (PAN) y tercero (PRI)
de las encuestas se enfocaron, más que a proponer, a atacar al dirigente de
Morena, al que, contra lo que esperaban, no lograron sacar de sus casillas,
pese a que sus respectivos correligionarios han sido presidentes de la
República y sólo han provocado mayor pobreza, inseguridad y corrupción.
Así
las cosas, otra circunstancia perfectamente previsible era que tanto Anaya como
Meade tendrían mayores “tablas” en sus participaciones, aunque no precisamente
por sus propuestas o por los papeles del PAN y el PRI al frente del Ejecutivo
Federal, sino por sus respectivas trayectorias académicas, mucho mejores que la
de López Obrador.
No
es la primera ocasión que, inclusive por redes sociales, se les intente
comparar a los tres en ese renglón, inclusive que tanto el panista como el
priísta dominen el idioma inglés, que López Obrador ignora en lo más elemental,
o sepa poco menos que Peña Nieto.
No
obstante, los detractores en este renglón olvidan que, pese a que los últimos
mandatarios federales priístas han tenido una envidiable trayectoria académica,
inclusive en universidades de otros países o continentes, la mayoría de
ellos ha tenido a la corrupción e impunidad como principales características, o
bien dejaron al país en la miseria.
De
ahí que, preparación académica -o trayectoria política- NO sean precisamente
sinónimos de garantía de honradez o de capacidad.
Otra
situación que se puso de manifiesto, aunque también era previsible, es que
tanto Anaya como Meade -siempre los mencionamos juntos porque, como candidatos
del PRIAN, ambos son lo mismo-, presumen mejores dotes de oratoria, hablan
“bonito” y son mejor demagogos.
En
efecto, López Obrador, con un lenguaje más “populachero”, lento y coloquial,
jamás podría superarlos en forma, aunque SÍ en fondo y contenido, tal y como
arrasó con su entonces rival presidencial en aquel lejano 1994, el también
panista Diego Fernández de Cevallos.
El caso es que, desesperado en despegarse del
tercer lugar de Meade, y acercarse al cada vez más lejano primer lugar de López
Obrador, Anaya se lanzó durante las dos horas a la yugular de este último -ni
siquiera le hablaba al país o respondía al moderador-, en tanto le acusaba a
diestra y siniestra en temas ampliamente debatidos en público.
Nadie
le recordó que, contra sus reclamos a López Obrador, él fue uno de los principales
obstáculos para la elección de un Fiscal Anticorrupción en la Cámara de
Diputados, donde la propia bancada del PRI arremetió en su contra, luego que el
PAN impidiera la elección de la Mesa Directiva y reiterar su exigencia de que no
se avalara el Fiscal.
Luego
de saludar “con cariño” al presidente del Senado, el panista Ernesto Cordero, la
senadora del PRI Yolanda de la Torre le calificó de traidor y condenó
que el PAN haya lavado la ropa sucia en el Congreso, mientras que los diputados
del blanquiazul, PRD y Movimiento Ciudadano ya habían salido del pleno.
También
llamado rey de los “moches” y emperador de la corrupción, le acusaron de no
respetar ni siquiera a su familia, porque hasta a su suegro embarraba en esos “moches”
y corrupción, ya que “es un traidor, un canalla que no quiere a México”, según
publicaría el Diario Reforma.
Por otro lado, Anaya también fue
acusado por fraude como dirigente nacional del PAN por el ex titular de la Cofepris,
Miguel Ángel Toscano, quien lo denunció ante el Instituto Nacional Electoral
(INE) junto con el secretario general, Damián Zepeda, por alterar los estatutos
panistas para permanecer en el cargo hasta un día antes del registro de su precandidatura.
Con la modificación, Anaya evitó
renunciar un día antes del inicio del proceso electoral el 8 de septiembre, con
lo que se benefició de recursos y exposición mediática como dirigente y
aspirante presidencial
La propia Margarita Zavala
cuestionó la solvencia financiera del Anaya, candidato de la coalición “Por
México al Frente” (PAN-PRD-MC) para hacerse de un patrimonio millonario sólo a
partir de sus ingresos como funcionario, esto tras las acusaciones contra el
panista por “lavado” de dinero.
Por cierto,
ninguno de los aspirantes se refirió en el debate al papel de las coaliciones,
aunque, curiosamente, la que más llama la atención es la que postuló
precisamente a Anaya, cuyas plataformas electorales contrastan en varios puntos,
uno de ellos respecto a los derechos de
la llamada “comunidad LGBT” (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales)
En efecto, la plataforma electoral del
PRD para el proceso menciona que buscará “garantizar igualdad de derechos a las
poblaciones lesbianas, gays, bisexuales, transgéneros, travestis, transexuales
e intersexuales (LGBTTTI), así como defender todas las formas de cohabitación.
La “eliminación de las leyes y normas tendientes
a reprimir, condenar, estigmatizar y discriminar la orientación sexual,
expresión e identidad de género”, dice el documento donde, en la misma línea, Movimiento
Ciudadano indica que buscará “asegurar que las preferencias sexuales de las
personas no limiten sus derechos humanos ni sean motivo de exclusión”.
La plataforma del PAN, en cambio,
aunque menciona en varios puntos que buscarán garantizar las libertades, no existe ninguna mención específica respecto al respeto a los
derechos de las comunidades o a eliminar leyes que los discriminen. El PAN siempre
se ha opuesto al matrimonio igualitario, entre otros.
Respecto al tema de la seguridad, la
coalición plantea un cambio de estrategia, aunque hay diferencias sutiles entre
los partidos.
El PRD habla de “desincorporar a
las fuerzas armadas del combate a la delincuencia organizada”,
mientras en la plataforma panista no figura esta idea, pues el PAN ha apoyado
la lucha contra el crimen en la que participan las fuerzas armadas.
Reformular la estrategia contra las
organizaciones de delincuencia organizada, privilegiando el uso de la
información de inteligencia para la desarticulación de los grupos delictivos y
el combate al lavado de dinero”, dice uno de los puntos de su plataforma.
En cuanto al narcotráfico, el PRD
habla de “promover un nuevo paradigma en la política de drogas alternativo a la
política prohibicionista”, mientras el PAN menciona: “Implementar, con relación
al consumo y tráfico de drogas, una política integral enfocada en la reducción
de daños y riesgos y en la desarticulación de las organizaciones de
delincuencia organizada”. No habla de política prohibicionista.
En el ámbito económico, el PRD
habla de cambiar el modelo privatizador, y expresa su defensa de la “soberanía
del Estado sobre recursos energéticos y mineros para su uso y explotación en
consonancia con los intereses de las comunidades”. La industria energética,
refiere, debe trabajar con un régimen bajo criterios del Estado, y a favor
“exclusivo” de la nación.
En tanto el PAN, no enfatiza en cambiar
el “modelo económico vigente, privatizador”. De hecho, en varios puntos se
habla de incluir a la iniciativa privada en el fomento del desarrollo: “Establecer
una política de Estado para acelerar la industrialización del país, con
igualdad de oportunidades para todos los inversionistas privados, libre de
cualquier favoritismo”, dice.
También habla de “Elaborar e
instrumentar un Programa Nacional de Infraestructura, con la participación del
sector privado, para incrementar sustancialmente la inversión pública, privada
y mixta en la infraestructura estratégica del país”. En 2013, respaldó abrir el
sector energético a la inversión privada, nacional o extranjera, mientras el
PRD votó en contra.
Por otro lado, la plataforma del
PAN incluye “garantizar la libertad religiosa y el pleno respeto y tolerancia
al ejercicio de la religión por parte de los particulares y servidores
públicos, bajo la convicción de que las creencias personales y su publicidad, como
título personal, son perfectamente compatibles con la laicidad del Estado.
En tanto, ni el PRD ni Movimiento
Ciudadano defienden de forma expresa que los funcionarios puedan ejerzan su
religión de forma pública.
Lo cierto es que también existe una
serie de diferencias importantes entre los partidos de esa coalición en los
renglones de las mujeres y el tema de los indígenas, aunque, si nos
refiriéramos a la organización que postuló a Meade “Todos por México”, esto es
el PRI-Verde “Ecologista” y Panal, habría muchísima más tela de donde cortar.
Quizá la pregunta más interesante
que flotó en el ambiente dominical es si, de llegar a la Presidencia, el “niño
bueno” Meade se atrevería a meter a Peña Nieto y “compañía” a la cárcel y si se
divorciaría de los priístas que tanto daño han hecho al país y han sido motivo
de tanto escándalo, corrupción e impunidad.
Finalmente, mientras Forbes dio
como ganador a López Obrador, seguido de Anaya y Meade, respectivamente, con
fuentes a la mano, una de las mejores investigaciones en torno a los
candidatos, el portal de Proceso refiere que durante el debate detectó tres
mentiras de Anaya, dos de “El Bronco”, una de AMLO y otra de Meade.
(Permitida
la copia, publicación o reproducción total o parcial de la columna con crédito
para el autor)
*Luis
Ángel Cabañas Basulto es un periodista con más de 41 años de experiencia como
reportero, jefe de información, editor y jefe de redacción de varios medios de
comunicación, además de haber fungido como jefe de información de dos ex
gobernadores y tres presidentes municipales y publicar cuatro libros.
Titulado en la Universidad Autónoma
de Yucatán como Licenciado en Derecho, cuenta con cuatro Diplomados en Derechos
Humanos y Sistema Acusatorio; La Familia y los Derechos Humanos; Acceso a la
Justicia en Materia de Derechos Humanos, y en Juicio de Amparo, así como con
más de 15 Seminarios, Talleres y Cursos diversos.
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