Herencia
de EPN: ¡Nuevo “gasolinazo”!
Por Luis A. CABAÑAS BASULTO*
En lo que será el
último año de “gobierno” del presidente Peña Nieto -y muy probablemente, del
PRI en Los Pinos- los mexicanos nos llevaremos con toda seguridad en los
próximos meses una muy dolorosa “herencia” del peor mandatario que ha existido
en toda la historia del país: Un esperado, nuevo “gasolinazo”.
Lo que hasta hace unas semanas era un rumor que circulaba
por las redes sociales, pero que ninguna autoridad se atrevía a confirmar o
desmentir, el titular de la Subsecretaría de Hacienda, Miguel
Messmacher Linartas, se encargó de anunciarlo durante una reunión con la
Comisión del ramo de la Cámara de Diputados.
Sigiloso
en sus comentarios, el funcionario expresó en torno a la liberalización de gasolinas que
los precios máximos de las gasolinas en relación con la cotización del dólar, dejaría
de aplicarse este año, por lo que “en 2018 ya los precios van a estar
completamente liberalizados en todo el país; de hecho ese proceso se va a
terminar durante este año” (sic)
Desmentido posteriormente respecto a
los impuestos y competitividad del precio de las gasolinas, afirmó que
prácticamente todos los países tienen elevados impuestos a las gasolinas por
varias razones, algunos típicamente ambientales, razones de congestión e
ingresos públicos, que han llevado a que prácticamente todos a gravar los
combustibles con tasas relativamente altas.
Eso mismo habría implicado que el
precio en México se ubicara a niveles competitivos y como referencia, a grado
tal que durante la última semana, según él, habría estado 20 centavos por
debajo de Guatemala, a tres pesos de Canadá, a 4 de Costa Rica, a 5 de
Argentina, 6 de Chile, 10 de España y 13 pesos por debajo de los precios de
Belice y en Uruguay.
Estos son países que, según
Hacienda, tienen impuestos a los combustibles muchos mayores que los de México,
donde existe un comparativo internacional por debajo de los precios promedio, ya
que muchos países de la región Latinoamérica tienen típicamente precios muy
superiores.
Messmacher
Linartas podrá decir “hasta misa” si quiere
para justificar el próximo “gasolinazo”, pero olvida que las circunstancias de
cada país son totalmente diferentes a las nuestras, sobre todo, por ejemplo, en
el caso de Canadá, cuya población no sufre de los miserables salarios de los
mexicanos ni, sobre todo, de la imperante corrupción e impunidad de
funcionarios.
Lo único cierto es que el aumento
de precio ha impactado de forma negativa en los precios de los productos de la
canasta básica, al grado de que los últimos registros la inflación fueron mayores
al 6 por ciento, más de dos veces de la tasa objetivo para el 2017.
Aunque no el único, pero sí el
principal clamor de la sociedad ante tantas barbaridades del gobierno federal
priísta es la falta de crecimiento del país y el comportamiento reciente en las
variables macroeconómicas directamente vinculados con lo que los panistas
denominan como “tóxica reforma fiscal”
que, sin embargo, aprobaron en lo general.
Peor aún, el gobierno federal se ha
negado hasta hoy a reconocer que se equivocó con la reforma fiscal, lo que se refleja
en la indisposición del Poder Ejecutivo a dialogar con el Legislativo para
enviar una señal de responsabilidad a la sociedad mexicana y al sector
productivo del país.
En materia fiscal y ante los
recientes eventos naturales que dejaron daños en las regiones más pobres del
país y en la propia Ciudad de México, pero que se ha usado para justificar todo
tipo de medidas impositivas, era urgente
un “paquete” económico que contribuyera a la estabilidad macroeconómica y de
las finanzas públicas, así como a la reconstrucción de las zonas más afectadas
por los sismos de septiembre.
Con todo, el discurso oficial
señalaba que el paquete económico 2018 no contemplaba más impuestos, pese a que
la nueva Ley de Ingresos permite apreciar que continuará la “mano dura” sobre los
contribuyentes cautivos y que serán prácticamente nulos los incentivos
necesarios para el sector productivo.
Peña Nieto envió la propuesta el 8 de septiembre, pero, lamentablemente, con la misma inercia negativa
que la del año anterior, no se eliminaron prebendas y canonjías de la cúpula
burocrática del país, así como tampoco los mismos gastos inútiles y estériles
del gobierno federal, ni canceló las reasignaciones a favor de la Presidencia
de la República.
Así las cosas, como ha estilado
Peña Nieto en 5 años con el Congreso a sus pies -en función de la mayoría
priísta y aliados-, se aprobó un presupuesto y se ejerce otro, mucho mayor,
como es de esperarse, y sin que, por lo menos se revise a fondo la reducción del
gasto en ramos administrativos que, contra todo sentido común y por encima de
las áreas productivas, se mantienen como prioritarios.
En este sentido, los diputados
afines, que en los últimos años incluyen a los “opositores” -ja, ja, ja-
panistas y perredistas, no han pugnado por implementar algún programa real de
austeridad que incluya la reducción sustancial del presupuesto asignado al
gobierno federal para gastos personales o de honorarios.
Asimismo, tampoco han pensado
siquiera en la posibilidad de reducir en la nómina, bonos y gratificaciones de los
altos mandos, eliminar los seguros de gastos médicos mayores y de vida de altos
funcionarios federales, eliminar gastos de representación, pagos de celulares,
gasolina, vehículos y viáticos, así como tampoco los gastos excesivos en
publicidad para ajustarse a los estrictamente necesarios.
Ad hoc con la serie de pillaje y
corrupción que constató medio mundo con ocasión de los sismos, en materia de
blindaje electoral se requiere que el presupuesto asignado a la reconstrucción
de zonas afectadas incluya candados en sus reglas de asignación, fiscalización
y acción.
Pero además, dígase lo que se diga,
es necesario evitar que el PRI y el gobierno federal -como es su costumbre- utilicen
electoralmente los fondos y programas de ayuda, ya que los delegados federales
andan con las manos libres, comprando votos en los Estados con dinero de los
mismos mexicanos. Hay que desconcentrar la ayuda y evitar la opacidad de
funcionarios que son realmente operadores políticos.
Adicional a ese “blindaje”
electoral, debemos recordar a Peña Nieto y su falsa expectativa de que las
tarifas de los combustibles bajarían con la mal llamada reforma energética, donde
se volvió a mentir a los mexicanos, por lo que urge aclarar cómo controlar y
detener la recaudación abusiva del Impuesto Especial sobre Producción y
Servicios (IEPS) aplicado a los combustibles y si proyecta bajar el precio de
las gasolinas en 2018 con tal de ganar simpatías y ponerse la medalla en
campaña electoral.
Ahora bien, lo más curioso del caso
es que el dictamen de la Ley de Ingresos 2018 que aprobaron TODOS los partidos,
excepto Morena, tal y como ocurrió con el “gasolinazo” del año pasado, prevé en
la carátula de su artículo 1 un impuesto a combustibles automotrices, mientras
que el inciso B de la fracción I del Artículo 2 refiere que “se recaudarán 231
mil 250 millones de pesos del impuesto especial a productos y servicios a
gasolinas” (sic)
Panistas, perredistas, panalistas,
peseístas, “ecologistas” y demás partidos, excepto Morena, tal y como
anticiparon desde el inicio de la sesión de la Cámara, votaron “en lo general”
a favor del dictamen para aprobar el presupuesto que prevé el nuevo
“gasolinazo” en 2018, aunque “justificaron” que se opondrían al aumento “en lo
particular”. Como si sirviera de algo: Salvo muy rarísimas excepciones, no
cambia absolutamente nada.
Ya habrá suficiente tiempo y
espacio para seguir analizando esta nueva traición de los representantes
“populares” al pueblo, aunque, por lo pronto, a la luz de la regadera de
billetes para “convencerlos” ¡Nos la volvieron a hacer “gacha”!, aunque, como
siempre señalamos, ya tendremos tiempo también de cobrarles la “factura”:
Alrededor de 7 meses…en las elecciones.
Por lo pronto, sin necesidad de ser
pitonizos, podemos anticipar que, triunfe quien triunfe como próximo ocupante
de la silla presidencial -todo apunta hacia Andrés Manuel López Obrador-, ante
la lluvia de desaciertos y trampas de Peña Nieto, ¡cualquiera será mejor
presidente que el priísta!
(Permitida
la copia, publicación o reproducción total o parcial de la columna con crédito
para el autor)
*Luis
Ángel Cabañas Basulto es Licenciado en Derecho egresado de la Universidad
Autónoma de Yucatán, periodista residente en Chetumal, Quintana Roo, desde hace
30 años, con más de 40 como reportero, jefe de información, editor y jefe de
redacción de varios medios de información, así como Jefe de Información de dos
gobernadores y tres presidentes municipales. Ha publicado cuatro libros.
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