“Seguridad” con Mara, ¡auténtica cloaca!
Lic. Luis A. CABAÑAS BASULTO*
Dado lo trascendental e importancia de un caso, surgen las
siguientes preguntas obligadas, necesarias por esta semana que concluye: ¿Por
qué?, ¿de quién o quiénes fue realmente la culpa?, ¿estuvo bien?, ¿a quién o
quiénes habría que reclamarle?, ¿tendrán mala memoria? o, de plano, todo les
vale.
Lo adivinó Usted. Estamos hablando de la recién protesta
pacífica de madres buscadoras del colectivo “Verdad, Memoria y Justicia” que
bloquearon la entrada a Chetumal, a la altura de la antigua Expofer, reprimida
por policías estatales y que dejó como saldo 10 mujeres con lesiones menores, por
lo que la agrupación anunció en Cancún que interpondría denuncias y exigió la
destitución de funcionarios involucrados.
Ahora bien, habría también que preguntarse a quiénes se
referirían, ya que, como si se tratara de buscar algún “chico expiatorio”,
ahora resulta que la orden de usar la fuerza pública de los uniformados, dicen,
surgió de un mando oriundo de Tamaulipas, aunque la mayoría se inclina a pensar
en que habrían acudido con orden expresa de la Secretaria de Gobierno, María
Cristina Torres Gómez.
La inexperta como servidora pública ya había amenazado
públicamente a las manifestantes con “hacer valer la ley”, aunque de ser así
sólo habría puesto de manifiesto su total ignorancia de las mismas. Ya le diremos
por qué.
Otros más, conocedores de política, se inclinan a pensar que
la única, verdadera culpable de los hechos es la mismita gobernadora
verde-morenista Mara Lezama, ya que no sería posible que su “vicegobernadora”
-es decir la segunda de a bordo, Cristina Torres- se hubiera atrevido a
aventarse solita un paquete de ese tamaño.
En ambos casos, las dos habrían demostrado una nada
envidiable desmemoria, ya que, como bien señala el colega David Acosta, no
habían pasado cuatro días de presumir su “gobierno humanista con enfoque
feminista”, cuando Mara Lezama dio muestra de lo contrario”. Y es que, con
ocasión del reciente 50º aniversario de la fundación de Quintana Roo, aseguró en
la tribuna del Congreso del Estado, en discurso de 30 minutos, que las mujeres
están en primer plano.
Pero eso no es lo peor, ya que tanto Mara Lezama como
Cristina Torres ignoran -o de plano les valió- la existencia de una norma
legal, la Ley de Ordenamiento Cívico de Quintana Roo, cuya última
actualización, si Internet no se equivoca, se publicó en el Periódico Oficial
del Estado en abril de 2021.
Dicho ordenamiento reemplazó una frustrada Ley de Ordenamiento Social, aprobada en
marzo de 2014, aprobada entonces por la mayoría de votos del PRI y
aliados, que presentó el diputado Juan Luis Carrillo Soberanis, presidente de
la Comisión de Puntos Legislativos y Técnica Parlamentaria -hoy diputado
federal del Verde-, con la que regularían
manifestaciones.
Según
el documento, aprobado con el voto en contra del PAN, PRD y PT por considerar
que violaba las garantías individuales, “buscaba que las manifestaciones y marchas se realicen de manera ordenada, sin
perjudicar el acceso a los centros de trabajo de miles de
quintanarroenses”.
Con
todo, sin embargo, días después el entonces gobernador Roberto Borge suspendió su publicación
en el Periódico Oficial para “una revisión”, para lo cual la Consejería
Jurídica analizaría la legislación en coordinación con los diputados, para
evitar coartar las libertades públicas que prevén los artículos 8 y 9 de la
Constitución.
Por
cierto, prohibía manifestaciones en las principales calles de las
ciudades, así como solicitar permiso con 2 días de anticipación para esos pronunciamientos,
además de prohibir consignas “injuriosas” y bloqueos carreteros.
El
gobierno había decidido frenar su publicación -y evitar que entrara en vigor-,
luego de que el PRD y Morena -el mismo que hoy los reprime- anunciaran crear un
frente amplio que impidiera dicho ordenamiento, al que calificaban como “regresión
al Estado autoritario”.
Entonces
presidente estatal del hoy desaparecido PRD, Julio César Lara Martínez, declararía a la norma sólo una “copia
muy chafa y tendenciosa” de la Ley
de Cultura Cívica del entonces Distrito Federal.
El
caso es que debieron transcurrir prácticamente siete años para que la XIV Legislatura
del Congreso de Quintana Roo aprobara el nuevo decreto sobre el tema y se publicara
en el Periódico Oficial del Estado el 4 de junio de 2014, bajo el nombre de Ley
de Ordenamiento Cívico y entrara “en vigor”… al menos en teoría.
En
efecto, en 13 páginas, la ley que, por lo que vemos, desconocen Mara y su
Secretaria de Gobierno -o, repetimos, les vale- es de orden público y de
interés social, según la fracción I de su artículo 1º, mientras que las
fracciones II y II dicen que tiene por objeto “regular la acción del Estado
ante el ejercicio cívico de las manifestaciones públicas que se realicen en el
Estado, asegurando el pleno respeto de los derechos humanos y libertades de las
personas y de la sociedad” y “adoptar protocolos para garantizar el uso de la
vía pública, respetando el interés general y el bien común”.
Habría
que preguntarse ¿Cómo garantizarlo? ¿a la fuerza y con golpes de policías? Para
cualquiera es conocido que la violencia sólo se “entiende” cuando faltan
argumentos, capacidad o voluntad política, justamente como es el caso de ahora.
¿A
qué queremos llegar? A que la ciudadanía, en este caso las madres buscadoras,
ha tenido que llegar a los bloqueos por falta de resultados de las autoridades
en la búsqueda de sus familiares, pues de nada han servido millonarios gastos
de inversión en “investigaciones” o supuestas policías “preventivos” para
evitar “levantones”, secuestros o desapariciones, cada vez más frecuentes, o en
la búsqueda de cadáveres, tumbas clandestinas o responsables.
Esto es lo más grave: Tenemos una Fiscalía
General parece ser sólo para justificar una nómina de saqueo, sin resultados y
con permanentes errores que hemos señalado una y otra vez, mientras a Mara
Lezama le preocupe más su imagen política que la opinión de la ciudadanía, que
a gritos pide y exige el cambio de un Fiscal que sólo sirve de adorno y para
congraciarse con el Partido Verde.
Por
otra parte, aunque poco se habla de él, de poco o nada le ha servido ser Capitán
de Navío del cuerpo de infantes de Marina, paracaidista, de fuerzas especiales
o diplomado de Estado Mayor a Julio César Gómez Torres, pues, como secretario
de Seguridad Ciudadana, no da una ante la delincuencia, sobre todo frente a la
innegable presencia del crimen organizado.
Ejemplos
más, detalles menos, ¿a qué le atribuiría Usted la colocación de cada vez más
llantas en cada vez mayor número de baches y alcantarillas? ¿por qué existe una
pésima nomenclatura (letreros con nombres de las calles) de la capital del
Estado más turístico del país? ¡Claro que por el no menos inexistente trabajo
de la CAPA y de la alcaldesa Yensunni
Martínez! Pero también por simple falta de vigilancia policiaca para evitar el
robo de tapas de alcantarillas y de letreros.
Así
pues, una cosa lleva a la otra, pero las preguntas son las mismas: ¿A quiénes
responsabilizar o justificar de la agresión al colectivo “Verdad, Memoria y
Justicia”? ¿A las madres buscadoras? ¿Al Fiscal Raciel López Salazar? ¿Al titular de
la Secretaría de “Seguridad” Ciudadana? ¿A Cristina Torres? ¡O a la gobernadora
Mara Lezama! Usted tiene la última palabra.
(Permitida
la copia, publicación o reproducción total o parcial de la columna con crédito
para el autor)
Titulado
como Licenciado en Derecho en la Universidad Autónoma de Yucatán, cuenta con
siete Diplomados, tres de ellos en materia de Juicio de Amparo (2017, 2019 y
2021), Derechos Humanos y Sistema Acusatorio; La Familia y los Derechos Humanos;
y Acceso a la Justicia en Materia de Derechos Humanos, así como con más de 75
Seminarios, Talleres, Cursos y Conferencias.
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