Reformas a Pemex y CFE, ¿“dolorosas”?
Lic. Luis A. CABAÑAS BASULTO*
Como
marco dorado, y aunque no es tema principal, déjeme decirle que la Unidad de
Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda reveló que entre 2009 y
2018, la Policía Federal, el Cisen y el Órgano Administrativo Desconcentrado
Prevención y Readaptación Social (OADPRS), otorgaron 30 contratos a empresas
ligadas al recién sentenciado Genaro García Luna por astronómicos 727 millones
de dólares. Bueno, hasta la PGR le daba dinero.
Según
el titular de la UIF, Pablo Gómez,
también le confiscaron a García Luna, por cierto miembro “distinguido” del
sexenio panista de Felipe Calderón, más de 2.4 millones de dólares por venta de
inmuebles, además de asegurarle 15 propiedades, incluso un departamento de unos
555 mil dólares.
Ahora bien, por cierto ¿Sabía
Usted por qué se fundó el PAN? Precisamente para oponerse a la expropiación
petrolera de Lázaro Cárdenas, en marzo de 1938.
Así
pues, demos un brinquito en el tiempo. ¿Sabía quién era el secretario de
Energía en el sexenio de Vicente Fox, cuando subió el precio de la electricidad
un 90%? Nada más ni nada menos que Felipe Calderón.
¿Y
sabía a dónde se fue a trabajar Calderón inmediatamente después de dejar la
Presidencia? Al Consejo de Administración de Avangrid, una empresa filial de la
española “Iberdrola”, a la que cobró 10 millones de pesos.
A
todo esto, en estos días seguramente se le irán la luz o el internet a Calderón,
y no se va a posicionar sobre los 38 años con los que acaban de sentenciar a
prisión a su entonces mano derecha como secretario de Seguridad, Genaro García
luna.
¿Recuerda
con los votos de qué partido se aprobó la reforma energética del ex presidente Peña
Nieto y en qué condiciones? De los panistas, con los que no todo es ideológico,
sino, en la mayoría de los casos, metálico.
Precisamente
por eso el pueblo ya no toma con seriedad sus opiniones en materia eléctrica, pues
cuando hicieron su reforma energética, con “moches” y sobornos de por medio,
prometieron que la luz bajaría de precio y, con todo, subió 30%.
Con
Pemex y la CFE el gobierno panista armó un rompecabezas, separó en muchas
piezas los distintos procesos de su actividad, y todo con el objeto de entregar
a “su” mercado las etapas más rentables, pero condenando al Estado mexicano, es
decir, al pueblo, a asumir el costo de los procesos deficitarios que permitían
a los privados multiplicar sus ganancias. Algo enfermizo, injusto, francamente
repugnante.
Si
bien los mexicanos somos titulares de la enorme riqueza energética de la
patria, ¿por qué las familias pagan 10 veces más cara la luz que Oxxo,
subvencionando con su recibo las ganancias de grandes empresas trasnacionales a
través de mecanismos como el de sociedades de autoabasto?
¿Cómo
explicarle a alguien con una tiendita de barrio en una esquina, que apenas
tiene un ventilador y un refrigerador, que tiene que pagar 10 veces más cara la
luz que un Oxxo, que tiene sus anaqueles completamente iluminados, un montón de
refrigeradores y un escaparate con que se publicita iluminado las 24 horas?
Realmente,
los panistas -y también los priístas- no entienden ni valoran la riqueza
eléctrica real de las empresas mexicanas. Entre otros, por ejemplo, la CFE
dispone de 900 mil kilómetros de redes de distribución que podrían dar la
vuelta la mano casi 80 veces.
¿Por
qué cree Ud. que las grandes trasnacionales querrían quedarse con el sistema
eléctrico mexicano? Fácil: Porque estamos hablando de casi 90 años de inversión
pública con un valor incalculable, que, según estimaciones, rondaría miles de
billones de pesos.
Entonces,
la pregunta obligada es ¿Por qué habríamos de malvender eso, si es de nuestros
padres, abuelos, de hijos y nietos?
Probablemente
a Iberdrola no le sale nada rentable que, por ejemplo, en todos los municipios
de la Sierra Tarahumara se quiten el frío de duros inviernos de Chihuahua,
aunque es evidente para cualquiera que, a grados bajo cero, se necesita de algún
tipo de energético para sobrellevar dignamente la coyuntura climática.
En
ese caso, la empresa pública, aunque no le convenga en términos económicos,
tiene el deber de asumir costos para garantizar un derecho.
En
cambio, en una de las torres residenciales de alto poder adquisitivo, en
Chihuahua capital, debe ser muy rentable ofrecer el servicio eléctrico en los
días más extremos de frío o calor.
Si
ese servicio lo otorga Iberdrola, las ganancias se van a España, pero si lo
otorga una empresa pública, se utilizan para poder costear el servicio en las
comunidades tarahumaras, a las que Iberdrola nunca va a llegar.
Por
si lo ignoraba, uno de los discursos del presidente López Mateos cuando
nacionalizó la industria eléctrica, fue una clara advertencia: “Les devuelvo la
energía eléctrica, exclusiva propiedad de la nación, pero no se confíen, porque
en años futuros, algunos malos mexicanos, identificados con las peores causas,
intentarán revertir esto”. Parecía ver el futuro.
Ahora
bien, aunque las reformas a Pemex y la CFE fueron finalmente aprobadas por la
mayoría, los que votaron en contra lo hicieron, realmente, contra la soberanía
energética, la seguridad nacional y de que a México le vaya mejor… para que la
historia los vuelva a juzgar.
En todo caso, tenemos que
regresar al pasado para recordarles al PAN y PRI qué fue lo que votaron hace 11
años en su famosa reforma energética con Peña Nieto, quien despojó a las
empresas públicas de dos de sus funciones para las que se crearon: Estar al
servicio del pueblo para garantizar la seguridad y continuidad del abasto de
energía a precios accesibles.
La
reforma Prianista de 2013, de plumazo y sin ninguna reflexión responsable,
convirtió a Pemex y la CFE en una parte más del mercado, transformándolas en
empresas “productivas” y les asignó un objetivo exclusivo: Crear valor.
Su
reforma, además, les impuso enormes desventajas para competir con las empresas
privadas, y preparó el camino para desmantelar CFE y Pemex, al primero de los
cuales fracturó subsidiarias y duplicó sus actividades operativas para que, con
el tiempo, se hiciera menos rentable y, para rematar, limitó su generación,
inclusive la renovable, por medio de reglas de despacho de energía, que
claramente favorecían la generación de las empresas privadas.
Para
asfixiarla, esa reforma de Peña le arrebató grandes clientes del sector vía
perversos contratos de autoabasto creados en lo “oscurito” en su grupo
exclusivo, que no paga los costos reales de electricidad, además de imponerle
cuotas ridículas por el transporte y toda la energía en redes de transmisión
que aún permiten a los privados utilizar las redes casi gratis.
¿Por
qué insistir en destruirla si es garante del Sistema Eléctrico Nacional cuando
ocurren desastres naturales, desabasto de gas natural o perturbaciones en el
mercado eléctrico? Lo único que podemos pensar es que no entienden que nos podíamos
quedar sin electricidad.
Por
citar un ejemplo, habría que invitarlos a Ecuador para constatar los
desastrosos resultados de privatizar el sector eléctrico, pues sufre cortes
eléctricos de hasta 10 horas al día por tener desregulado el sector eléctrico.
Habría
que recordar que, en febrero de 2021, la CFE salvó al país de un apagón masivo,
después de prolongada nevada que afectó Texas y provocó abrupto desabasto de
gas natural en México, que paralizó al parque de centrales de ciclo combinado
que operan con gas en nuestro país.
La
CFE también es responsable de reparar y restablecer la infraestructura
eléctrica frente a desastres naturales del país, yo no les cuesta ningún peso a
sus “amigos” privados.
Ejemplos
sobran, y para ello también cabe recordar el pasado huracán “Otis” que azotó
Acapulco, ¿Quién pagó los daños, esos dos mil millones de pesos? No, no fueron los
amigos privados del PAN ni del PRI. Fue la CFE que querían desaparecer.
Lo
único cierto es que se requiere planeación del sector eléctrico mexicano y no
un mercado desregulado que solo favorece a amigos.
Alemania
sigue recurriendo a su enorme capacidad de generación con centrales de carbón
para llenar los vacíos de fuentes renovables. No hay que ser ingenuos, continúa
generando electricidad con carbón y no ha podido deshacerse de sus plantas
eléctricas.
Y
no, no es estar contra las energías renovables, la reforma abre el camino a esas
energías, pero en un marco regulatorio, no como hicieron PAN y PRI con su
famosa reforma, y luego vienen a darse golpes de pecho por el clima, por la
energía limpia, etc.
Por
otro lado, también habría que invitarlos a Japón, a su enorme parque de
centrales de carbón, con capacidad de más de 50 mil megawatts de potencia que, en
2023, generó 275 terawatts por hora de electricidad con centrales de carbón, equivalente
a la electricidad que consumimos en un año.
Con
las modificaciones a los artículos 25, 27 y 28 de la Constitución, se
restauran, restablecen a la CFE y a Pemex facultades fundamentales que tenían
de origen para ser garantes del ordenado funcionamiento del sector energético,
el abasto oportuno y equitativo de la energía y la planeación estratégica de la
nueva infraestructura eléctrica y de combustible.
Si
Ud. se pregunta por qué. Muy sencillo: La reforma revierte la contrarreforma de
Peña Nieto, el Chupacabras moderno, aunque, aclaramos, no es estar contra la
riqueza bien habida, sino contra la ilícita y mal habida.
Los
que privatizaron las energías solo buscaban bussiness, son bisneros, hacen
negocios turbios al amparo del poder público. El ejemplo más claro,
contundente, es cómo Felipe Calderón se fue a trabajar a la empresa Iberdrola.
Aunque no olvidemos que, antes que él, como puerta giratoria, su propia
secretaria de Energía, Georgina Kessel, también se fue a Iberdrola.
*Luis
Ángel Cabañas Basulto es un periodista con más de 48 años de experiencia como
reportero, jefe de información, editor y jefe de redacción de varios medios de
comunicación, además de haber fungido como jefe de información de dos ex gobernadores
y tres ex presidentes municipales, y escribir cinco libros, uno de ellos pendiente
de publicar.
Titulado como Licenciado en Derecho en la Universidad Autónoma de Yucatán, cuenta con siete Diplomados, tres de ellos en materia de Juicio de Amparo (2017, 2019 y 2021), Derechos Humanos y Sistema Acusatorio; La Familia y los Derechos Humanos; y Acceso a la Justicia en Materia de Derechos Humanos, así como con más de 75 Seminarios, Talleres, Cursos y Conferencias.
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