Infierno
de mujeres… ¡paraíso de juzgadores!
Lic. Luis A. CABAÑAS BASULTO*
Las
renombradas reformas al Poder Judicial, donde jueces, magistrados y ministros
son los principales cuestionados, en estos tiempos de mujeres, que hace 69 años
votaron por primera vez, el reclamo popular es que la justicia está muy lejos
de la gente, y existe un reproche constante y permanente, donde, tan sólo en el
ámbito penal, ¡el 40% de los reclusos de los centros penitenciarios! carecen de
sentencia.
Acorde
con el tema, lo más grave es que, en la mayoría de los casos, las afectadas son
mujeres, la mitad de las cuales, por si fuera poco, tampoco tiene sentencia, y tres
de cada 10 de ellas han esperado más de dos años una resolución, sin olvidar
casos en los que llevan más de 15 años.
Lo
cierto es que tan sólo el 4% de las investigaciones de las Fiscalías federales
o estatales avanza en los tribunales que, para todo, les conviene tener una
carpeta de investigación porque representa dinero para todos, aunque para la
persona juzgada es una penitencia diaria.
¿Y
qué decir de la población indígena? Se sabe que la justicia es para quien la
puede comprar, y uno de los grupos más afectados es precisamente el de las
personas indígenas que, históricamente, han enfrentado esa violencia
estructural por sus condiciones socioeconómicas, la ubicación geográfica de donde
radican, aunque el poco o nulo acceso a la educación les otorga mayor
vulnerabilidad.
En
efecto, las comunidades indígenas prácticamente carecen de acceso a la justicia
y, por principio, el idioma es una barrera, así como la discriminación y, por
consiguiente, el derecho a una defensa adecuada, en tanto una de sus más crudas
realidades es conflictuarse con la ley penal y, en consecuencia, ser privadas
de la libertad.
Lo
curioso es que, aunque existe un marco legal que protege a este grupo que más
sufre, ante la forma de aplicarse la “justicia”, no puede pagar un abogado, y
menos la justicia, por lo que es necesario que los impartidores de ésta debieran
apegarse, no solo al ordenamiento legal, sino a la justicia.
Es
cierto que existe el Consejo de la Judicatura, pero no es posible que, apenas ingresen
una queja, de inmediato se informe al juzgado sobre esa queja y, lo peor del
caso, es que dicho juzgado se desquite con la persona que está siendo juzgada,
y le retrase el proceso, ya lento de por sí.
Con
el proyecto de reforma hoy existe la oportunidad de transformar la realidad de
que el pueblo, al abordar uno de los temas más sensibles y cruciales para el
funcionamiento de la democracia, el Poder Judicial, pilar fundamental sobre el que
se sostiene el estado de derecho, es responsabilidad de todos asegurar su
funcionamiento eficiente, transparente y justo.
Es
evidente que hay críticas significativas que deben abordarse con urgencia, entre
ellas la corrupción, ya que, quiérase o no, si no hay soborno no hay solución. Así,
es pública la ineficiencia, la falta de independencia judicial, de acceso a la
justicia y de transparencia en el Poder Judicial.
Así
las cosas, la elección de autoridades judiciales que propone esta reforma, a
través del voto universal directo y secreto de la ciudadanía, será paso
fundamental. La ciudadanía debe enterarse de que la reforma es parte de la
justicia y evitar que ésta siga en beneficio de intereses ajenos.
Hace
unos días se publicó en El Milenio que el Jefe de Gobierno, Martí Batres
Guadarrama, hace un análisis de la elección de ministros en 1857, hace 150
años, donde, en gran forma, se eligieron presidentes de la Corte, entre otros a
personas como Sebastián Lerdo de Tejada, José María Iglesias e Ignacio L.
Vallarta.
Sin
embargo, el PAN dice que la reforma del 1994 fue “de gran calado” porque,
supuestamente, garantizó a la Suprema Corte de Justicia ser árbitro
jurisdiccional con independencia y autonomía y se convirtió en actor esencial del
fortalecimiento del Estado mexicano, precisamente cuando el presidente Ernesto Zedillo
desapareció prácticamente a la Corte.
Con
todo, el artículo 39 constitucional dice que la soberanía nacional reside
esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y
se instituye para su beneficio. El pueblo tiene, en todo tiempo, el inalienable
derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno.
En
2018 hubo cambio de régimen, no de gobierno. Hablar de cambio de régimen es
cambiar estructuras, infraestructuras, pero el Poder Ejecutivo también cambió el
modo de hacer política, erradicó muchos vicios, privilegios y canonjías. El
Legislativo, por su lado, cambió con diversos actores políticos, incluso, de la
oposición, pues no existen gastos médicos mayores, lujos, ni prebendas. Cambió
radicalmente, pero el Judicial siguió igual.
Cuando
el presidente López Obrador habló de esta reforma mucha gente de la oposición,
periodistas, intelectuales o pseudointelectuales hablaron de tiranía,
desaparición de poderes, incluso, de dictadura. Nada más falso, ya que el 2 de
junio lo que eligieron 36 millones de mexicanos fueron reformas profundas, no
solo al Poder Judicial, sino también al poder electoral, aunque también se propuso
una reforma que desechó la oposición en su momento.
Se
ha resaltado en foros, más de 30 iniciales, pero ha habido cuatro después del
27 de junio, donde se han visto tres puntos sustanciales. Uno, que los mismos
ministros hayan asistido al primero, donde ellos mismos dijeron que era urgente
la reforma al Poder.
Pero
también aceptaron, y lo han aceptado en diversos foros, no estar contra una
elección de magistrados, jueces y ministros, ni estar de acuerdo, incluso, en
que la elección sea paulatina. Se celebra que estén de acuerdo en esa dinámica.
Otro
tema que también han aceptado, y preocupa, es el del nepotismo tan escandaloso
en el Poder Judicial, pues es seguro que ni en el Ejecutivo ni el Legislativo
existe tal nepotismo como en ese Poder.
Amplio
estudio del consejero de la Judicatura Federal, Felipe Borrego Estrada, detalla
que el 48.6% de los juzgadores contrató a algún familiar. 455 jueces y
magistrados contrataron a esposas, hijos, papás, sobrinos, tíos, cuñados y suegras,
y no se diga hasta novias y amantes.
Y
siete mil 148 servidores públicos de 31 Circuitos compartían espacio laboral
con un familiar, lo que es escandaloso, por lo que resulta inexplicable que mucha
gente de la oposición sigue planteando no tocar estos temas tan fundamentales.
En
ese estudio se exponen casos extremos, como el caso de un magistrado de
Circuito de Durango, que integró a 17 miembros de su familia, entre hijos,
hermanos, concuños, cuñadas, primos y sobrinos.
En
San Luis Potosí y Baja California tienen prácticamente parientes muy cercanos
en el Poder Judicial. De acuerdo con el diagnóstico, casi la mitad de los
jueces y magistrados federales tienen parientes en este Poder. De mil 31 plazas
revisadas, en 31 circuitos 501 tienen familiares, que representa el 48.6%, lo
que es grave, deleznable.
Hay
Estados donde es más grave, como en el 16º Circuito de Guanajuato, donde 38 de
46 titulares tienen familiares que equivale el 82.61%, lo que para cualquiera
es escandaloso, ya que el nepotismo también se manifiesta en el resto del
personal, no sólo entre los titulares: De mil 214 servidores públicos adscritos
a ese Circuito 438 tienen parientes.
En
el Circuito de Aguascalientes 81% de los jueces tienen parientes trabajando con
ellos. De 16 titulares de tribunales y juzgados 13 cuentan con familiares.
Con
todo, los trabajadores del Poder Judicial no debieran preocuparse, sólo están
asustándolos, queriendo amedrentarlos la oposición, no se les va a tocar. La
reforma no afectará sus derechos, respetará también la carrera judicial, se
blindará justamente y habrá filtros para que no se elija a cualquier persona.
Tenemos
que elegir a las mejores personas, pero ahora la diferencia será que se elegirán
jueces, magistrados y ministros que realmente respondan de manera cabal,
eficiente y dándole la cara al pueblo, donde más lo necesita: En materia de
Justicia.
PD: Aunque algunos colegas probablemente
estén en desacuerdo con el proyecto de reformas, no podemos menos que desearles
mil felicidades en su día: ¡Feliz Día del Abogado!
Titulado como Licenciado en Derecho en la Universidad Autónoma de Yucatán, cuenta con siete Diplomados, tres de ellos en materia de Juicio de Amparo (2017, 2019 y 2021), Derechos Humanos y Sistema Acusatorio; La Familia y los Derechos Humanos; y Acceso a la Justicia en Materia de Derechos Humanos, así como con más de 75 Seminarios, Talleres, Cursos y Conferencias.
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