¿“Narco-político” ataque a la Fiscalía?
Por Luis A. CABAÑAS BASULTO*
Que algún funcionario
declare que el móvil de la reciente balacera en la Fiscalía de Cancún es de
carácter político para desestabilizar al gobierno de Carlos Joaquín González y
que la mejor prueba de ello fue el hallazgo de un arma “exclusiva” para uso del
Ejército, es totalmente comprensible y justificable, ya que está en su papel de
optar por la justificación más fácil.
Pero, caramba, que dicha conclusión surja de un análisis
periodístico o tratar de convencer de que se trata de un razonamiento
concluyente, eso sí que es verdaderamente preocupante, sobre todo porque para
medio mundo es más razonable suponer que hoy en día cualquier organización del
narcotráfico puede obtener un arma con esas características, y hasta más
sofisticada.
Por si fuera poco, el argumento esbozado se ha venido por
tierra ante la convicción cada vez más insistente en el sentido de que,
“sospechosamente”, el arma hallada en el lugar de los hechos, y que,
aparentemente, era de las tres únicas en Quintana Roo -en manos de escoltas del
ex gobernador Roberto Borge-, se habría esfumado en forma por demás
“misteriosa”, frente a las narices de la propia Fiscalía.
Más preocupante aun, resulta que quienes comulgan con esa
teoría cierren los ojos ante la evidente realidad de que Cancún está en manos
del narcotráfico y, lo que es peor, que funcionarios o ex funcionarios están
metidos hasta el cuello en esa ilícita actividad, y que nuestras autoridades se
han visto rebasadas -y algunas coludidas-, o bien carecen de capacidad para
enfrentarlo.
Lamentablemente, y dígase lo que se diga, los agentes
ministeriales o judiciales están más acostumbrados a los “tehuacanazos”, la
tortura -como el multicitado caso de Héctor Casique Fernández-, a las denuncias
anónimas o bien, como recién anunció el flamante, nuevo Fiscal General, Miguel Ángel Pech Cen, a los
testigos protegidos, Obvio, resulta más sencillo. No dan para más.
Mejor
prueba de ello fue la liberación de los nueve detenidos por las balaceras de
Cancún y Playa del Carmen -cuatro de ellos en la discoteca “Blue Parrot”-, a
los que no pudieron fincarles tan sólo una presunta responsabilidad y, en
virtud del nuevo sistema penal acusatorio, no pudieron retenerlos por más
tiempo, como otrora ocurría, para arrancarles alguna “confesión”…, pero cero
investigación.
¿Y qué podemos decir de la policía
preventiva? Muy sencillo: Los agentes, esos agentes del gobierno del
“ecologista” Remberto Estrada Barba,
están más dedicados a la extorsión de automovilistas y “levantar”
borrachos, que a vigilar para evitar la comisión de delitos o la venta de
drogas entre taxistas o “narcotienditas”, donde prefieren sacar su “mochada”
para evitarse problemas.
Luego entonces, ¿en manos de quién
está el combate al narcotráfico? Lamentablemente, no podemos decir que en manos
de la PGR, que nunca sabemos a qué se dedique realmente .excepto a decomisar
mercancía “pirata”, ya que, en el mejor de los casos, trabajarán con tanto
sigilo que sólo ellos y sus jefes saben en qué diantres andan.
¿Y qué decir de la Fiscalía Central
de Investigación para la Atención del Delito de Narcomenudeo Especializada en
Narcomenudeo? Sólo se sabe que se creó en 2012, durante el periodo del hoy
Notario Público -¿qué raro, verdad?- Gaspar Armando García Torres al frente de
la Procuraduría de Justicia del Estado, y que su titular era la ex delegada de
la PGR en Puebla, Marcela García Torres Vega.
Nos recuerda el tema de Leticia
Rodríguez Lara (a) “Doña Lety” o “La 40”, quien también procedía de la PGR y
terminó encabezando uno de los carteles de la droga en Cancún, aunque ya
abundaremos sobre ella en nueva columna, aunque el caso es que de la citada
Fiscalía ya sólo se hablaba de esporádicas detenciones de pequeños
consumidores, y párele de contar. Lo demás son denuncias en su contra.
Lo cierto es que, el narcotráfico
de Cancún, como decía el colega Julián Santiesteban respecto a la seguridad, es
una asignatura pendiente en Quintana Roo, ya que el tema resulta cada vez más
complicado, lo que justifica la preocupación de las autoridades por su eventual
efecto en la actividad turística que, al menos hasta ahora, no se ha reflejado
en el exterior.
Y conste que es un renglón tan
complicado, que la plaza, que tan buenos dividendos arroja a los carteles, ha
comenzado a extenderse a la Zona Sur y a involucrar a yucatecos ¡y
canadienses!, según se puso de manifiesto el 27 de enero, cuando la policía de
esa entidad detuvo a tres sujetos armados con chaleco antibalas y pasamontañas
en un puesto de revisión y control a la entrada de Tizimín.
Viajaban en
una camioneta Toyota Hilux con una placa de Yucatán, la posterior, uno de ellos
el ganadero chiapaneco Roberto Nájera Gutiérrez (a) “El Nájera” o “La Gallina”,
de 29 años de edad, presunto jefe de una cédula del Cartel de Sinaloa en Cancún,
y portaban cinco armas de fuego de uso exclusivo de las fuerzas armadas.
También fueron detenidos el
yucateco Miguel Ángel Rodríguez Ramírez (23 años) y el mexicano con domicilio
en Canadá Romeo Orantes Gómez (35 años), quienes, además de las armas, portaban
65 cartuchos útiles de diferentes calibres, dos chalecos tácticos y un
pasamontañas.
Ninguno dijo que hacía en Yucatán,
pero operaban en Quintana Roo y volvían a refugiarse, al menos Nájera en los últimos
años, pues aunque posee un rancho cerca de Buctzotz, fue detenido en 2013 en ese
Estado, y luego liberado, al igual que este 31 de enero, ya que un juez federal
dijo que sólo se le consignó por el delito de portación de armas de uso
exclusivo del Ejército.
Presuntamente se dedicaba a “lavar”
dinero del cartel de Sinaloa, para lo cual adquirió varios ranchos en la Península,
aunque llevaba una vida de “bajo perfil” en Bacalar y viajaba esporádicamente a
Yucatán para esconderse.
Ahora bien, respecto al arma
hallada y aparentemente “extraviada” en la Fiscalía de Cancún, se trata de una
“P90”, supuestamente en manos de escoltas de Borge Angulo, de fabricación belga
y uso exclusivo de la OTAN, en Europa, con capacidad de destrozar chalecos
antibalas y concreto.
El 18 de enero, un día después del
ataque armado a la Fiscalía de Cancún, se recuperó esa “P90”, que entró en
servicio en 1994 para retroceso de masas con modos de disparo automático y
semiautomático, con selector de disparo ambidiestro, empuñadura ergonómica y
eyección de vainas hacia abajo.
Se diseñó con novedosa
configuración tipo bullet, con cargador transparente de 50 cartuchos. La rampa
circular bajo el cargador alinea cada cartucho con la recámara, diseño que la
hace muy compacta y maniobrable, mientras que el cargador de polímero
translúcido facilita la rápida comprobación de la munición disponible.
En 1997, el Grupo de Fuerzas
Especiales del Ejército Peruano las usó en combate durante la Operación Chavín
de Huantar, el rescate de rehenes en la residencia del embajador japonés en
Lima. La operación resultó exitosa, pues fueron eliminados 14 guerrilleros del
grupo MRTA y se liberaron 71 rehenes, pese a que los terroristas estaban
equipados con chalecos antibalas, pero los perforaron las “P90” de las Fuerzas
Especiales peruanas.
En 2011, las fuerzas del dictador
libio Muamar Gadaffi las utilizó en la guerra civil, donde algunos de ellos
fueron aseguradas y usadas por las fuerzas rebeldes libias.
Con todo, caray, sólo nos hablan de
la eficacia de esas armas, pero nada nos asegura que sólo podrían estar en
manos de tres “privilegiados” escoltas de un exgobernador, cuando que, sabemos,
el crimen organizado tiene equipo tan sofisticado, que para nadie es un secreto
que, inclusive, ha derribado, hasta dos helicópteros militares en Michoacán y
Jalisco.
(Permitida la copia, publicación o
reproducción total o parcial de la columna con crédito para el autor)
*Luis Ángel Cabañas Basulto es
Licenciado en Derecho egresado de la Universidad Autónoma de Yucatán,
periodista residente en Chetumal, Quintana Roo, desde hace 30 años, con más de
40 como reportero, jefe de información, editor y jefe de redacción de varios
medios de información, así como Jefe de Información de dos gobernadores y tres
presidentes municipales. Ha publicado cuatro libros.
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