¡Fuera máscaras de gobernadores!
Lic. Luis A. CABAÑAS BASULTO*
No cabe duda de que si
habláramos de una fuerte similitud entre dos gobernadores mexicanos, la pareja
perfecta sería la de los vecinos de Yucatán y Quintana Roo, curiosamente ambos
de las filas del PAN -el último de ellos más “empanuchado” que real- y ambos
con un arranque de mandato de ensueño, irreal, ante la popularidad que les
caracterizó al principio, tal que hasta parecían presidenciables.
Nos referimos a los casos de Mauricio Vila Dosal y Carlos
Joaquín González, respectivamente, ambos profesionales y con raíces
empresariales, aunque hoy por hoy arrastrando la cobija, el primero de ellos a
raíz de los últimos acontecimientos que, sin embargo, de alguna manera impacta
al tema de Quintana Roo.
Duramente cuestionado por una evidente debilidad que le ha
provocado el pobre desempeño de sus colaboradores, ante lo cual ha preferido
cruzarse de brazos y mantenerlos en el cargo, inclusive premiarlos -como a su
ex secretario de Gobierno-, o bien aguantar la lluvia de críticas, como con su
encargado de “seguridad” pública, ahora Mando Único.
Lo cierto es que nadie olvida que, ante la inminencia de que
el PRI lo rechazara para la candidatura a gobernador, Carlos Joaquín “renunció”
al partido que lo hizo presidente municipal de Solidaridad y se postuló con las
siglas de sus otrora enemigos del PAN y el PRD, lo que vieron con buenos ojos
los quintanarroenses ante el hartazgo de corrupción.
Así, los electores se volcaron en las urnas a favor del
yucateco que se hizo quintanarroense, cuya trayectoria en esta entidad inició
propiamente en 2002, cuando el entonces presidente municipal priísta de
Solidaridad, Gabriel Mendicuti Loría, lo invitó a integrarse como tesorero en
su administración (2002-05)
El desencanto de sus simpatizantes inició desde el arranque
mismo de su gobierno, cuando, de la sorpresa con el nombramiento de su equipo
de trabajo, pasó al desprecio de los políticos, colaboradores de campaña y
profesionistas quintanarroenses, aunque después vinieron los despidos, el
desempleo, derroche, sospechoso manejo de recursos, etc.
El caso es que el capital político que había ganado desde su
“campaña” contra la corrupción de funcionarios de Roberto Borge cayó
estrepitosamente y su imagen se ha venido deteriorando día a día con la
permanente inseguridad que, antes privativa del pobre paraíso cancunense, alcanzó
a Playa del Carmen, Tulum, Cozumel y Othón P. Blanco, con una imparable lluvia
de ejecuciones.
Al hombre se la cayó la máscara de “salvador” de Quintana
Roo, aunque hoy -como muchos de sus homólogos correligionarios- pretende culpar
de todos sus problemas al presidente Andrés Manuel López Obrador-, de manera
particular por el recorte de recursos, que se niega a solventar con austeridad
y una honesta imaginación.
Al vecino Mauricio Vila, guardadas las proporciones, le
ocurrió algo similar, ya que llegó a la gubernatura rompiendo las marcas de
popularidad como el mejor Jefe del Ejecutivo y el Estado más seguro, esto
último en función del admirable desempeño de su titular de Seguridad Pública, Luis
Saidén Ojeda, quien también lo fuera en Cancún (2002-03) durante el sexenio de
Joaquín Hendricks.
Como han informado ampliamente diversos medios, Mauricio
Dosal rendía este domingo su primer informe, pero un grupo de inconformes
intentó manifestarse frente a la sede del Centro Internacional de Congresos en
Mérida, donde se realizaba el evento, lo que impidió la policía, que reprimió a
aquéllos, entre éstos niños, mujeres y personas de la tercera edad.
El saldo fue de tres detenidos, aunque se cuestionó la
actuación de los uniformados, uno de los cuales, atemorizado -según Saidén
Ojeda-, hizo un disparo de gas lacrimógeno como “dispositivo persuasivo”, cuando
un compañero suyo fue despojado de sus implementos de protección y agredido. Hoy
se dice que el agente fue suspendido y se hará una investigación.
El origen de la protesta de los yucatecos, propiciada por
Morena, según el PAN, fue el alza indiscriminada del costo de las placas de
vehículos, aunque también los no pocos impuestos que afectan directamente la
economía familiar, entre ellos la basura.
Por si fuera poco, Mauricio Dosal también intentó
infructuosamente aplicar un nuevo impuesto -asómbrese Usted-, ahora ¡por el
servicio de seguridad pública! El propósito era que se aplicara a través de los
recibos de energía eléctrica, pero el titular de la CFE, Manuel Bartlett, se
negó y sugirió buscar otros mecanismos.
¡Caray! Razón les sobra a los yucatecos para protestar
contra “su” gobernador que, un año y dos meses después de asumir el cargo,
mostró las uñas como empresario que buscó a quién enterrarle las uñas para
resolver sus deficiencias de administración en servicios tan elementales como
la basura, la seguridad y algo tan indispensable para todo mundo: Las placas de
vehículos.
Y es que, los yucatecos ya tenían la gris experiencia del
gobernador priísta Rolando Zapata Bello, que en 2017 infló de manera increíble
los precios de las placas, al grado tal que, según denunció en su momento el
senador panista Daniel Ávila Ruiz, ganó más de mil 200 pesos en el costo de
cada placa que le vendió la empresa “Vitro Fomento Industrial”.
Resulta que la misma empresa también le vendió placas ese
año a Nuevo León, donde el costo fue de poco más de 400 pesos, por lo que ese
Estado sólo le ganó poco más de 200 pesos a cada placa, aunque en ambos casos
no se justifica que sus gobiernos le “ganen” ningún peso, dado que no se trata
de empresas, sino de entes que administran los impuestos del pueblo.
¿A qué viene todo esto? A que, pese a los millones de pesos
que eroga Carlos Joaquín en materia de publicidad -más en imagen que en
difusión de obra de gobierno-, el costo de placas, tenencia y multas afecta
dolorosamente el bolsillo de sus electores, pero hasta hoy ignoramos quién le
fabricó las placas y cuál fue su costo unitario. Simplemente “pagas porque
pagas”, y se acabó.
Algo similar ocurre con los yucatecos que, ignorantes del
destino de sus impuestos y los motivos del alza, por lo menos tuvieron el valor
de protestar y hacer público su desprecio por Mauricio Vila, cuyos bonos en
materia de popularidad seguramente pasaron a la historia, junto con sus bonos
políticos y los de su partido.
Carlos Joaquín, sin embargo, perdió todo esto mucho antes…,
pero también comenzó a gobernar antes que su paisano. Ambos casos son similares
a los de su correligionario Vicente Fox, quien llegó arrasando de popularidad a
la presidencia, pero se desinfló también antes de concluir su sexenio. A los
tres les salió lo empresarios y se les cayó la máscara.
(Permitida
la copia, publicación o reproducción total o parcial de la columna con crédito
para el autor)
*Luis
Ángel Cabañas Basulto es un periodista con más de 43 años de experiencia como
reportero, jefe de información, editor y jefe de redacción de varios medios de
comunicación, además de haber fungido como jefe de información de dos ex
gobernadores y tres ex presidentes municipales, y escribir cinco libros, uno de
ellos pendiente de publicar.
Titulado como Licenciado en Derecho
en la Universidad Autónoma de Yucatán, cuenta con cinco Diplomados, dos de
ellos en materia de Juicio de Amparo, Derechos Humanos y Sistema Acusatorio; La
Familia y los Derechos Humanos; y Acceso a la Justicia en Materia de Derechos
Humanos, así como con más de 20 Seminarios, Talleres y Cursos diversos.
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