¿Iluminación en la SCJN? Nueva ministro
Lic. Luis A. CABAÑAS BASULTO*
Aunque superó 54-16 en
las votaciones del Senado a su principal rival, la secretaria de gobernación
-Bertha María Alcalde Luján-, no le alcanzó a Lenia Batres Guadarrama para la
mayoría necesaria, pero, en uso de sus facultades, el presidente López Obrador
la nombró este jueves nueva ministro de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, en sustitución de Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, quien renunció.
El controvertido nombramiento, con
el que también compitió María Eréndira Cruz Villegas Fuentes, ocurre
casualmente 8 años después de que la actual presidenta de la Corte, la polémica Norma Lucía Piña Hernández, entonces
con 27 años de desempeño en el Poder Judicial de la Federación, rindiera
protesta como ministro durante el sexenio del priísta Peña Nieto.
Según
publicamos con su discurso íntegro el 12 de diciembre de 2015, en la columna ¡Le “gana” Peña Nieto a Calderón!, Piña
Hernández había perdido la oportunidad con el ex presidente panista Felipe
Calderón en 2012 y tres años después el Senado, con predominante mayoría
priísta-oficialista, le dio nueva oportunidad con la única oposición de la
senadora independiente Martha Tagle Martínez y del petista -ahora morenista- Manuel
Bartlett Díaz.
Entonces
sucesora de Olga Sánchez Cordero por un período de 15 años, la ex profesora
normalista, luego magistrada de Circuito, había iniciado como jurista en la academia del Instituto de
Investigaciones Jurídicas de la UNAM, pero fue Juez de Distrito por Concurso de
Oposición, igual que magistrada.
Batres Guadarrama opina 8 años después que las
constituciones y las leyes son útiles cuando resguardan los derechos de las
personas, sobre todo de aquellas excluidas del ejercicio de la dignidad, pero
necesitan de un Poder Ejecutivo que las aplique y un Poder Judicial que los
defienda, aunque, según estudio de organismos civiles, en 2022 la impunidad
alcanzó el 96.3% de los casos conocidos por el Ministerio Público, 4.5% por
encima de 2021.
En
amplia intervención ante el pleno del Senado, agregó que, de 2.2 millones de
carpetas de investigación abiertas en ese año, sólo en 4.3%, es decir 96 mil
500 casos, la Fiscalía logró que algún juez dictara vinculación a proceso de
los acusados. Tan sólo en feminicidios, la impunidad alcanzó el 88.6% de los
casos denunciados ese año.
Dura
contra los órganos de procuración y aplicación de justicia, destacó que en 2021
el Inegi reportó que siete mil 11 indígenas estaban prisioneros, de los cuales
85% no tuvo acceso a intérprete durante su proceso judicial y tres de cada 10
no habían recibido sentencia, por lo que, en 2020, según el Latinobarómetro, el
53% de los mexicanos consideraba que el sistema judicial no castiga a los
culpables sin importar quiénes sean.
El
81% creía injusto el acceso a la justicia y el 72% percibía que no todas las
personas son iguales ante la ley, de ahí que la mayor carga que atiende la
Corte consista en incidentes de inejecución y haya años en que éstos han
representado casi una tercera parte de sus asuntos. Actualmente existen casos
con hasta 11 años en proceso de inejecutoria.
Ante
estos resultados la sociedad tiene una percepción fuertemente negativa del
actuar de las autoridades judiciales. Sólo 0.4% de la población confía en los jueces,
mientras que el 64% los percibe como corruptos, por encima de las policías
preventivas municipales y estatales y de los propios ministerios públicos, y
únicamente por debajo de la Policía de Tránsito.
El
bajo desempeño y la percepción negativa hacia el Ministerio Público y los
jueces trasciende a nivel internacional, de acuerdo con el proyecto Justicia Mundial
que, desde 2015, emite un índice del Estado de Derecho.
Este
año, México se ubica en el lugar 123 de 142 países evaluados, índice que considera
el desempeño del país rendición de cuentas, transparencia, accesibilidad e
imparcialidad de la justicia y leyes justas, por lo que esta percepción del
Ministerio Público y del Poder Judicial afecta directamente al sistema
democrático.
Con
todo, pese a este bajo desempeño del Poder Judicial, la Corte se ha
caracterizado por ser una institución altamente onerosa, a grado tal que, en
2010, su costo representaba casi tres veces el de la Corte Suprema de los
Estados Unidos, cerca de siete veces el de Canadá y más de 34 veces el de la
Corte constitucional de Perú, elevado costo que se explica, entre otros, por el
personal que la integraba: 3 mil 116 funcionarios, frente a 483 de Estados
Unidos; 209 de Canadá; y 175 de Perú.
Asómbrese
Usted, en 2023 cuenta ya ¡con 3 mil 772 “servidores” públicos!, aunque, además
de su cuantioso personal, los salarios de quienes encabezan a la Corte han sido
significativamente mayores a los de sus homólogos en todo el mundo. Actualmente,
un ministro de los más altos tribunales de España, Perú, Chile, Colombia,
Brasil y Argentina gana entre 70 y 120% menos que un ministro en México.
Hermana
del jefe de Gobierno, Martí Batres Guadarrama, y de la diputada morenista Valentina Batres,
apuntó que estos altos salarios debieron haberse ajustado en 2010 cuando el
Poder Judicial tenía que acatar el límite absoluto de la remuneración del
titular del Poder Ejecutivo Federal como instruye el artículo 127
constitucional.
Más aun, dijo que desde la reforma de
1982 se admitía que las remuneraciones de los titulares de los 3 Poderes eran
irrazonables, por lo que la reforma de 2009 pretendía un régimen de ingresos
equitativo, igualitario y transparente que diera certeza al ejercicio del gasto
público, con el fin de evitar la arbitrariedad y el abuso en la determinación
de los ingresos de los servidores públicos.
A
pesar de que el régimen transitorio de esa reforma sólo excluyó a ministros,
jueces y magistrados nombrados antes de la entrada en vigor de la reforma, 14
años después, siguen sin cumplir el mandato constitucional mil 260 jueces de
Distrito, magistrados y ministros que ingresaron después del 2010 y reciben
remuneraciones inconstitucionales.
Esa
reforma nació viciada, pues el entonces presidente Felipe Calderón, una vez
aprobada, se incrementó 61% el salario para el Ejercicio Fiscal de 2010, para
pasar de 152 mil pesos que ganaba mensualmente a 245 mil, lo que podría parecer
obvio, pero en un régimen democrático las primeras personas que deberían
cumplir con la Constitución son justamente las encargadas de vigilar su
cumplimiento.
Los
ministros no tienen justificación para elaborar criterios o interpretaciones
tan rebuscadas que terminen diciendo exactamente lo contrario de lo que dispone
la propia Constitución, menos aun cuando el propio artículo 127, además, de
señalar un límite absoluto de remuneraciones, indica que éstas deben cumplir
con principios de proporcionalidad, equidad, adecuación y renunciabilidad.
En
este sentido, Batres Guadarrama
anticipó que, tras ser nombrada ministra de la Corte y se le asigne una
remuneración inconstitucional, inmediatamente devolverá a la Tesorería de la
Federación el excedente.
Por
eso cree que el Poder Judicial debe ser reformado y revisarse la forma de
designación de ministros, con la posibilidad de ser electos popularmente, ya
que los juzgadores son servidores públicos y deben responder a las necesidades
populares, es decir, a la democracia y desecharse de una vez el injustificado
dogma que le asigna cualquier otra función.
De
ahí que deban someterse a control administrativo, como la rendición de cuentas
y transparencia, sanciones por rezago en sus resoluciones y control político,
como las comparecencias o informes.
Por
ejemplo, ante el Congreso de la Unión, control jurisdiccional, con sanciones en
caso de corrupción o prevaricato, límites en el alcance de sus
interpretaciones, obligación de reparación de daños ante el encarcelamiento o
liberación de presos de manera injustificada, retiro de asuntos por conflictos
de interés o conducta dudosa y control financiero, como las auditorías.
En
la historia reciente del país, el Poder Judicial se ha distinguido por avalar
temas ominosos para el pueblo, reforma energética, educativa y laboral y una
larga lista que hasta hoy podemos ejemplificar a la devolución o no del dinero
de 13 fideicomisos para apoyar a los damnificados de Guerrero.
Analistas
del Poder Judicial, como Karina Ansolabehere, destacan que la SCJN no tiene
fuerte contrapeso interno y, desde 1995, tampoco externos, con amplia capacidad
para intervenir en política, además de no contar con restricciones en la
justicia, lo que la convierte en actor metapolítica, dice la analista, y
advierte que el control jurisdiccional de constitucionalidad, no tiene límites,
lo que puede poner en peligro la división de poderes.
Sobre
este mismo peligro, Ignacio Vallarta, en el caso de la aprobación de
contribuciones considerables, como inconstitucionales, decía: “Deseo que esos
abusos se hagan imposibles poniendo correctivo eficaz, pero no puedo creer que
el remedio contra el abuso de un poder sea el abuso de otro poder, porque ambos
se desquician arrastrando a toda la sociedad”.
Para
empezar, debemos confrontar a la Corte con nuestra propia historia, el artículo
92 de la Constitución, aprobada el 5 de febrero de 1857, que dispuso que cada
uno de los individuos de la Corte duraría en su encargo seis años y sería elegido
por el voto popular de manera indirecta, en primer grado, de varones entonces.
Asimismo,
la Ley Orgánica Electoral de 12 de febrero siguiente dividió al territorio
nacional en 155 distritos, en los que se nombraron 80 electores que integraron
cada junta electoral de distrito. En total 12 mil 400 electores proclamaron
como presidente de la Corte el 12 de julio de 1857 a quien resultó ser uno de
los principales constructores de la patria, Benito Juárez García, probablemente
uno de los mejores presidentes.
También
consta en la historia que la Corte ha defendido en otros momentos derechos de
los mexicanos, como cuando apoyó el pago que las empresas trasnacionales debían
hacer a sus trabajadores, a quienes se negaban a retribuir de manera digna. Fue
un momento tan importante en la historia, que permitió que, unidos, Poder
Judicial y Ejecutivo, sostuvieran la nacionalización del petróleo, que siguió a
esos pronunciamientos.
Con
estudios en derecho y otras áreas de las ciencias sociales que cursó a nivel
licenciatura, maestría y doctorado, así como la experiencia de 28 años en
materia jurídica-profesional, la nueva ministra ha impulsado, elaborado y
participado en cientos de instrumentos jurídicos, iniciativas de ley,
reglamentos, decretos, acuerdos, lineamientos, normas para programas y
políticas sociales, regularizar vivienda, facilitar trámites, disminuir costos
y, en general, para coadyuvar en hacer efectivos los derechos de las personas.
Por
otro lado, también ha participado en la defensa de los intereses públicos en
miles de juicios administrativos y de amparo, fundamentalmente, en tanto que,
en 1998, mediante iniciativa de reforma, propuso modificar el artículo 18
constitucional para crear un sistema de justicia penal para menores, aprobado
en 2005 como Sistema de Justicia Penal para Adolescentes.
En
la delegación Cuauhtémoc encabezó el equipo jurídico que realizó la más amplia
revisión de giros negros, con un equipo que en 2001 alcanzó el récord de 100%
de juicios de amparo ganados en favor del gobierno local.
En
la Secretaría de Transportes y Vialidad del Gobierno del entonces Distrito
Federal, como iniciativa de un jefe de gobierno para revolucionar trámites,
participó en el desarrollo y emisión de dos millones de licencias de conducir
con carácter permanente, mientras en la alcaldía Tlalpan diseñó el único
programa delegacional de reconstrucción para atender las necesidades inmediatas
de damnificados por el terremoto de 2017.
Hace
unos días tuvo la oportunidad de destacar en el Senado la importancia del resurgimiento
de los derechos humanos alrededor de cuya promoción, respeto, protección y
garantía se ha organizado cada vez más la estructura y actuación del Estado
mexicano, empezando por la defensa de los derechos sociales, revolución de los
derechos, la llaman algunos.
Sobre
esta revolución corresponde al Poder Judicial la emisión de criterios que
fortalezcan la función garantista de las leyes secundarias con relación a los
derechos humanos, sin perder de vista su contexto y responsabilidad frente a la
sociedad, aunque se requiere de un Poder Judicial que propicie libertades
individuales sin sacrificar el bienestar social, ni el disfrute común de los
bienes de la Nación.
Por
otro lado, se requiere un Poder Judicial celoso de su función de guardián
constitucional, sin invadir la esfera de facultades de los otros poderes, pues no
le corresponde nombrar o destituir gobernadores, impedir la distribución de
libros de texto gratuitos o invalidar leyes cuando no está en duda la
inconstitucionalidad de los actos.
El
desarrollo democrático que vive el país requiere de alturas y adecuación y
actuación responsable de los tres poderes, como decía María Cristina Salmorán,
primera ministra de la Corte, “la independencia para desempeñar el cargo de
ministro no significa aislamiento de los otros poderes, ni despreocupación de
los problemas que atañen al país”.
Tanto
el Poder Ejecutivo como el Legislativo han ido asumiendo la vocación de
servicio que demanda desde siempre la sociedad mexicana y han ido restringiendo
los abusos históricos y conductas prepotentes y despilfarradoras de los
recursos púbicos que tanto han agraviado al pueblo.
Ya
es hora de que la Corte y demás órganos del Poder Judicial adopten una
actuación austera, cumplan su obligación de impartir justicia pronta y
expedita, asuman que la función judicial no es patrimonio de los jueces, ni
parte de una carrera escalafonaria, sino servicio público para la sociedad, que
cada derecho vulnerado, y luego ignorado por jueces, representa el menoscabo de
la totalidad del Estado democrático de derecho.
Batres Guadarrama concluye que la
propia ministra Salmorán decía que los servidores del Poder Judicial, en largo
período de su vida, se han dedicado a un quehacer elegido libremente, pero para
cumplir se requiere una verdadera vocación fortalecida por altos valores del
espíritu que podemos concretar en la bondad, rectitud de ánimo, valía de bien,
integridad y honradez.
*Luis
Ángel Cabañas Basulto es un periodista con más de 47 años de experiencia como
reportero, jefe de información, editor y jefe de redacción de varios medios de
comunicación, además de haber fungido como jefe de información de dos ex gobernadores
y tres ex presidentes municipales, y escribir cinco libros, uno de ellos
pendiente de publicar.
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