¡La volvió a “regar” EPN en la
Corte!
Por Luis A. CABAÑAS BASULTO*
En
nuevo escándalo similar al que provocó la designación -no podemos llamarle
elección- del ex procurador General de la República, Eduardo Medina Mora, como
ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en marzo último, el
Senado de la República avaló ahora el nombramiento presidencial -tampoco fue
una elección- de Javier Laynez Potisek y Norma Lucía Piña Hernández como nuevos
miembros de ese órgano colegiado.
La
descalificación del proceso surge de una serie de irregularidades que, desde el
mismo viciado procedimiento, hicieron “adivinar” desde la presentación de las
ternas ante el Senado que, lejos de ser de la República, debería ser Senado del
PRI, cuyo grupo parlamentario y corifeos hacen y deshacen conforme a las
órdenes del presidente Peña Nieto y/o sus caprichos.
Desde
el viernes anterior, cuando el flamante, nuevo ministro compareció ante la
Comisión de Justicia, asómbrese Usted, la senadora del PT, la campechana Layda
Sansores San Román, le dijo públicamente “de antemano ya se sabe quién es el
bueno, y pues usted aparece aquí como el ungido. Lo felicito”. Posteriormente
le llamaría “futuro ministro de la Corte”.
En
efecto, el procedimiento, que en el primer caso también involucró a Alejandro
Jaime Gómez Sánchez y Álvaro Castro Estrada, y en el segundo a Sara Patricia
Orea Ochoa y Verónica Judith Sánchez Valle, fue todo un teatro, una verdadera
burla para éstos que, quizá ignorantes de lo que ocurrió, ofrecieron todo de sí
durante sus respectivas comparecencias.
Al
disiparse el humo del fragor de la primera “batalla”, para el sucesor de Juan
Nepomuceno Silva Meza, aparecieron 111
votos, 81 de ellos a favor de Laynez Potisek; 2 para Gómez Sánchez; y 5 para
Castro Estrada, con 14 votos en contra y 9 nulos, mientras que, para la
sucesora de Olga María del Carmen Sánchez Cordero Dávila, 79 de los 111 votos
fueron para Norma Lucía Piña; y 7 para Verónica Judith Sánchez, con 20 en
contra y 5 nulos.
La senadora Martha Tagle Martínez fue la primera en leerles
“la cartilla” a los sumisos priístas y pro priístas, entre ellos el “opositor
panista Javier Lozano Alarcón, quien cuestionó la intervención de su homóloga y
pretextó que había rebasado su tiempo, por lo que Layda Sansores se encargó de
ponerlo en su lugar, lo llamó “Senador televiso” y acusó de presentarse sólo para
defender a un ex empleado suyo, por “un oso”.
Otro que dio la cara ante la imposición presidencial fue
Manuel Bartlett Díaz, aunque, con todo, el procedimiento para la elección de
ministros dejó claro el perfil mediocre que tiene Peña Nieto de un tribunal
constitucional y lo inútil del Senado.
En
1857 se elegía a los ministros por el método de elección indirecta, y México
tenía una Corte independiente que perduró hasta 1917, ya que el Presidente de
la República no metía las manos, lo que daba al proceso un sello federalista.
No
obstante, en 1928 Plutarco Elías Calles se erigió en uno de los grandes pilares
del presidencialismo, al establecer por primera vez que el titular del
Ejecutivo designara a los integrantes del Poder Judicial, y para legitimar su
decisión los ministros de la Corte debía aprobarlos un Senado de utilería,
igual que ahora.
La
reforma judicial de 1994 creó un
espejismo de pluralidad, pero permaneció intocable la facultad de designación
del Ejecutivo, situación que ha cambiado ¡pero para empeorar!, pues se ha
fortalecido el presidencialismo cada vez más autoritario, corrupto y
ofensivamente frívolo, mientras el Senado es cada vez más diestro en el arte de
la simulación y encubrimiento, impermeable a la crítica e indiferente a las exigencias ciudadanas.
El
Ejecutivo envía ternas, pero el modelo es una farsa, ya que se sabe de antemano
-como en la Santísima Trinidad- que son tres, pero sólo uno el verdadero, y ya
se sabe quién es el elegido. Ya la magistrada Piña y el doctor Laynez se probaban
y medían la toga ¡Por favor!
La
votación fue protocolaria, y fue tal el descaro que, sin iniciarse aún las
comparecencias, el “oráculo” de las 10:30 del Canal de las “Estrellas”, ya
auguraba a los ganadores ¿Cómo le harán para persuadir a destacados
profesionistas para hacerle el juego al ungido?
Probablemente
Peña Nieto les dirá: “Por esta cruz, mi amigo, que tú eres el bueno”. Y
terminan siendo sparring, de ésos que no sólo no llegan a convertirse en campeones,
sino que ni siquiera suben al ring; los usan.
El
Ejecutivo es tramposo, juega con las cartas marcadas, los engaña a ellos, ellos
se engañan a sí mismos, los legisladores ya viven engañados y terminan por engañar a la gente ¿Y cómo se
llamó la obra? “Cadena de engaños”, que se reestrenó en este Senado ante una
ciudadanía indignada.
El
procedimiento carece de reglas claras, y causó incertidumbre, cuando, de pronto
apareció un acuerdo para cambiar el acordado la víspera. Así de confusa e
incierta resultó la “elección” de ministros, con lo que se terminó por violar
el derecho a un tribunal independiente, imparcial y autónomo, pese al esfuerzo
del presidente de la Comisión, Francisco Yunes Zorrilla Yunes, por tratar de
flexibilizar el formato.
Algunos
candidatos se la pasaron capoteando preguntas, unos que mentían con tal aplomo,
que engañarían al mejor polígrafo, otro que parecía enviado del Papa y se
ignoraba si venía por la toga o por una sotana. Era evidente que algunos tenían
conflicto de interés y no lo declararon, inclusive uno que, según López
Noriega, hasta hizo parecer a los senadores expertos jurisconsultos.
¿En
verdad sería que esos eran los seis mejores candidatos a ministros que encontró
Peña Nieto por todo el país? Nosotros lo dudamos a raíz de sus comparecencias ¿Dónde
quedó la idoneidad?
Por
ejemplo, durante el cuestionamiento a Laynez Potisek sobre dos averiguaciones
previas que inició su antecesor contra la empresa “Enérgicos del Centro”, propiedad
nada más y nada menos que del propietario de la Casa Blanca, Armando Hinojosa -acusado
en ese entonces de defraudación fiscal por 9 millones de pesos-, el nuevo
ministro, pese a toda su experiencia, sólo dio una nerviosa respuesta, y
terminó ofreciendo que verificaría.
Empero,
ésta es una de las consecuencias de actuar con tanta prisa, sin tiempo para una
averiguación seria. La velocidad oculta errores, pero cualquier señalamiento grave
lo debería investigar el Senado, ya que se tendría que quedar con la mínima
sospecha que pusiera en duda la honorabilidad de cualquier candidato.
Tras
la inmundicia que nadie termina de asimilar con el caso de Medina Mora, los
mexicanos tenemos derecho a concluir que el poder se recompensa con un cargo de
ministro, y de ahí la duda de supuesta independencia de la Corte y de sus aspirantes,
especialmente de los que han servido al Ejecutivo toda su vida profesional.
Dice
la jurisconsulta Ana Laura Magaloni que no conoce alguna Constitución en el
mundo que permita a un presidente nombrar unilateralmente a los ministros, y justamente
es lo que hicieron los senadores para mantener un tribunal conservador y a modo
de Peña Nieto.
Si
los legisladores quieren una Corte sin cuotas ni cuates, primero debería modificar
la Constitución, y la pelota está en su cancha. Ya no puede esperar la nueva
coyuntura. Como diría Riva Palacio: “Reparen este engendro”.
Para
terminar, una bellísima cita de Cosío Villegas, que recogió Bartlett Díaz en una
iniciativa que presentó hace un año sobre la actuación de los ministros de 1857,
que eran electos por voto popular, pero que, al igual que docenas de ellas -no
están “a modo” del PRI- por lo que aún “duerme” en la Comisión de Puntos
Constitucionales.
Y
dice la cita: “Eran independientes, fiera, altanera, soberbia, insensata,
irracionalmente independientes, y esperamos tener nuevamente un día, una Corte
independiente autónoma e imparcial porque México lo merece”.
Sin
embargo, por el momento, como representante del Poder Ejecutivo, Peña Nieto
sigue siendo amo del Legislativo, y ya construye su emporio en el Judicial ¿Y
la división de Poderes?
(Permitida
la copia, publicación o reproducción total o parcial de la columna con la cita
del nombre de su autor)
*Luis
Angel Cabañas Basulto, periodista yucateco residente de Chetumal, Quintana Roo,
con más de 39 años de trayectoria como reportero, jefe de información, editor y
jefe de redacción de diversos medios de información, también ha fungido como
Jefe de Información de dos gobernadores y tres presidentes municipales, y
publicado tres libros.
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