¿Quién gobierna México realmente?
Por Luis A. CABAÑAS BASULTO*
Cuando
el entonces presidente Carlos Salinas privatizaba empresas a diestra y
siniestra entre sus amigos, nuestro personaje de hoy estudiaba en el ITAM,
donde su maestro de Economía, Pedro Aspe Armella, lo contrató dos años como
asesor de Hacienda y, siguiendo los pasos de su mentor, estudió en el Instituto
Tecnológico de Massachusetts: “Continua fuente de inspiración”, diría de Aspe
en los agradecimientos de su tesis doctoral.
Al
regresar a México, Aspe le acogió más de 7 años como socio en Protego, institución
que obtenía recursos en mercados nacionales y extranjeros para empresas con
alto potencial de crecimiento, donde conoció a Emilio Lozoya Austin, otro
alumno reclutado por Aspe e hijo del ex secretario de Energía en el sexenio de
Salinas, Emilio Lozoya Thalmann.
¿Sabe
de quién hablamos? De Luis Videgaray, el ahora titular de Hacienda que, para no
pocos políticos de altura, se perfila como “delfín” del presidente Peña Nieto
para la sucesión del PRI en el 2018, pero que, para la mayoría de los
conocedores, es realmente el poder tras del poder en México, la persona que
“mece la cuna”.
Una
de las muchas pruebas de ello, la más reciente, fue haber planeado con todas
sus consecuencias la reciente controvertida visita a México del odioso
candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, que terminó
por acabar con los escasos bonos de “popularidad” de Peña Nieto.
El
caso es que desde Protego, Videgaray ya empezaba a perfilar su plan respecto al
petróleo, hasta que en 2005 llegó su gran oportunidad al gobernar Peña Nieto el
Estado de México, y presentárselo Aspe para reestructurar la deuda de esa
entidad, tras lo cual le nombró director de Finanzas. En tanto, Emilio Lozoya
fungía como uno de los directivos de la filial de OHL en México, un grupo
español de concesiones y construcción.
Dos
años después coordinó la campaña de Eruviel Ávila en Edomex, y en noviembre de
2011 la de Peña Nieto, quien lo convirtió en secretario de Hacienda. Sólo era
solo cuestión de tiempo para accionar sus planes, los de Aspe y, por supuesto,
los de Carlos Salinas: La iniciativa de reforma energética tenía como fin hacer
negocios, pues hoy importamos de Estadios Unidos, al que otrora exportábamos,
nada menos que ¡100 mil barriles de petróleo diarios!
Tan
sólo un mes y medio después de ser nombrado director general de Pemex, Lozoya
Austin adjudicó sin licitar la primera fase del gasoducto Los Ramones, un
proyecto de mega infraestructura gasífera con un costo de más de 2 mil millones
de dólares, en favor de Sempra, ahora IEnova, que dirigía en México Carlos Ruiz
Sacristán, compañero del propio Lozoya Austin en OHL y ex titular de la SCT (1994-2000)
con Ernesto Zedillo
A
dos eternos años de concluir su malogrado sexenio, Peña Nieto le “compró” a
Videgaray la idea de traer a México al empresario Donald Trump para “amarrar
navajas” en caso de que éste derrotara eventualmente a Hilary Clinton y aquél
resultara candidato del PRI, en una “estrategia” con la que, sin embargo, le
salió el tiro por la culata.
Para
su mala fortuna, como era previsible, ahora resulta que Clinton rechazó la
invitación de visitar México, mientras que Donald Trump insistió en que México
pagaría por construir el controvertido muro fronterizo, aunque Peña Nieto dijo
hacerse responsable de todas las consecuencias de esa visita que, para algunos
periodistas como Carlos Marín, resultó en algo así como traer a un personaje a
nuestra casa y que vomite en ella.
En
efecto, generalmente hombre de “sistema”, Marín finalmente se comportó como
representante de opinión pública y reclamó a Peña Nieto haber invitado a Trump,
durante en entrevista exclusiva previa a la participación del mandatario en la
reunión de China.
Acostumbrado
a no dejar hablar a sus interlocutores, grosero por momentos, Marín chocó una y
otra vez con un presidente que, al igual que él, pocas veces le dejó concluir
sus preguntas y razonamiento para imponer sus ideas y justificaciones, aunque
de entrada negó que la visita de Trump se relacione de algún modo con sus
propia sucesión en 2018, repitió frases con las que “casualmente” Videgaray justificó
esa visita: “Preferimos construir puentes; no muros”.
Irónicamente, como dijera el legislador José
Clemente Castañeda Hoeflich, de Movimiento Ciudadano,
Peña Nieto aseveró en su IV Informe que “también” tiene cosas buenas que
contar, cuando que ni siquiera ha sido capaz de contar la verdad sobre crímenes
atroces de su sexenio, como los de Ayotzinapa, Tanhuato o Nochixtlán.
Con
todo, cuando pensábamos que su “gobierno” había tocado fondo, nos recetó las 36
horas más indignantes de la historia reciente del país con su invitación a
Trump, quien nos ha propagado discursos de odio, con lo que el gobierno federal
demostró que no le teme miedo al ridículo, pues su gravísima falta de
argumentos insultó e indignó a los mexicanos. Lo grave es que en esta confusión,
ingenuidad y falta de inteligencia no sólo exhibió al gobierno, sino a todo el
país.
Si
lo que quiere Peña Nieto es un recordatorio sobre por qué del rechazo e
indignación por la visita, “México no es nuestro amigo”, fue una de las frases
de Trump, a la que agregó: “Construiré un gran muro en nuestra frontera sur y
haré que México pague por él”, “No se preocupen, recuperaremos nuestro país” y “México
nunca volverá a ser sede de Miss Universo”.
Otras
de sus frases fueron: “Este sistema jurídico mexicano es corrupto como gran
parte de México”, “México está ahogando económicamente a Estados Unidos”, y “México,
no quiero nada con ellos, más que construir un muro impenetrable y que dejen de
estafar a Estados Unidos”, en tanto invitó a sus connacionales “No hagan
negocios con México”, y remató: “No me voy a disculpar de lo que dije de
México”.
¿Padecerá
Peña nieto de amnesia? O de plano su “dedo chiquito” Videgaray es quien
realmente gobierna México, pues aunque el mandatario aclara preferir el diálogo
al enfrentamiento, creemos más en la opinión de Enrique Krauze, en el sentido
de que “a un tirano no se le apacigua; se le enfrenta”.
Esta
frase se la restregó en la cara al presidente Carlos Marín, director general
editorial del diario Milenio, quien, durante la entrevista de más de 38 minutos,
también le dijo que “usted ya no gana ni por nocaut”, lo que nos olió a “harakiri”.
¿Lo
será?
(Permitida
la copia, publicación o reproducción total o parcial de la columna con la cita
del nombre de su autor)
*Luis
Angel Cabañas Basulto es Licenciado en Derecho egresado de la Universidad
Autónoma de Yucatán, periodista residente en Chetumal, Quintana Roo, desde hace
29 años, con más de 39 años como reportero, jefe de información, editor y jefe
de redacción de diversos medios de información, ha sido Jefe de Información de
dos gobernadores y tres presidentes municipales, y publicado cuatro libros.
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