¡Carlos
Joaquín “secuestra” al PRI!
Por Luis A. CABAÑAS BASULTO*
Sin ánimo
de ser adivinos -ni de aparentar serlo-, todo hace suponer que, además del
gobierno de Carlos Joaquín González, a nadie, absolutamente a nadie, conviene
que el PRI de Quintana Roo retorne a su activismo político, y en los hechos queda
de manifiesto porque sus dirigencias nacional y estatal están de acuerdo con
ello.
En efecto, como decíamos ayer, a un
año de su aplastante derrota electoral del 2016, contra lo que se supone, es
sorprendente que permanezca totalmente inactivo y que todos los intentos de
algunos cuadros por impulsar su reagrupamiento y trabajo político hayan sido
inhibidos por sus propios dirigentes.
En este sentido, es evidente que en
2018 el tricolor no jugará por “la grande” en Quintana Roo como apuesta de
fortaleza política, sobre todo porque los últimos tres procesos para la Presidencia
de la República los ha ganado invariablemente Andrés López Obrador, y el
próximo no parece ser muy diferente, excepto por el mayor número de votos.
No hay que ser adivinos para percatarse
de que buen volumen de votos que perderán el PAN y el PRD ante el desencanto ciudadano
con el gobierno aliancista de Carlos Joaquín seguramente caerá en manos del
Movimiento de Regeneración Nacional…que no del PRI, en venganza del pueblo
contra la opacidad del periodo de Roberto Borge.
Así que, de antemano, las apuestas
de todos los jugadores pasarían inevitablemente a la consolidación de la
fortaleza del mandatario estatal como el verdadero mandamás de la entidad, al
menos en teoría, ya que, por otro lado, para nadie es un secreto que padece de “asesoritis”
y requiere consejeros hasta para… dormir.
No
obstante, para alcanzar esa meta de “mero-mero”, un simple análisis de contexto
demuestra que la ausencia política del PRI en el escenario político es
condición obligatoria.
Si por alguna razón lograra
reagruparse y se activara para enfrentarse políticamente al Gobierno del
Estado, es muy probable que signifique un gran escollo en las aspiraciones de
control total de Carlos Joaquín a partir del 2018, y más aún, es posible que le
cause un revés importante.
Los partidos amarillo y blanquiazul
que le acogieron para llegar al poder están seria, gravemente disminuidos y
notoriamente desorganizados.
La enorme esperanza del “cambio” que
ofreció el gobernador como bandera de campaña contra Roberto Borge, se diluye
de manera acelerada, principalmente donde recibió mayores muestras de apoyo,
como Othón P. Blanco y Cozumel, y en su lugar se perciben frustración y desencanto
social generalizado.
De ahí deriva
precisamente que no le convenga que el PRI se reorganice y se levante.
Lo extraordinario, es que este
simple análisis es tan evidente que es imposible imaginar que las dirigencias nacional
y estatal y algunos personajes de alta influencia en el partido, lo desconozcan
o no lo hayan visualizado.
Así las
cosas, es fácil concluir la existencia de una intención real de la dirigencia,
en el sentido de demorar al máximo los intentos de los verdaderos priistas en
reorganizar y reposicionar al PRI, ante la sociedad quintanarroense.
En la medida que no exista un
priismo combativo, el gobierno del “cambio” avanza hacia la toma de control político
total pese a la evidente disminución de su aceptación social.
Vea Usted si no es cierto. Cada vez
que algún priista ha hecho un llamado a su dirigencia para reagruparse y
retomar el camino de la activación social y la competencia política, ha sido
atacado, ofendido y descalificado, en diversos medios, principalmente en redes
sociales, mediante las cuentas falsas conocidas como “bots” y “trolles”.
Lo cierto es que hay tantos
interesados en impedir que el PRI regrese a la lucha, que los ataques evidencian
la incomodidad que ocasiona la sola posibilidad de una seria reorganización. Es
indudable que todos tienen razones válidas, ya que defienden intereses
personales.
Tanto panistas como perredistas no
quieren de vuelta al PRI en las contiendas, principalmente porque sus cuadros
son poco competitivos, y porque así como se beneficiaron en su momento del “efecto
Carlos Joaquín”, ese mismo efecto actuará ahora en forma negativa.
A quienes aspiran por esos partidos
a contender por las presidencias municipales más importantes del Estado, como
Benito Juárez, Solidaridad, Cozumel y Othón P. Blanco, no les conviene un PRI
reagrupado y actuante porque saben que no son competitivos.
Carlos Joaquín prefiere a los
priistas sin fuerza porque no tiene verdaderos contrapesos políticos ni
operadores capaces de construir juntos un proyecto de Estado y mucho menos estimular
la libertad democrática en las contiendas.
Con todo, lo extraordinario del caso
es que las dirigencias priístas también impidan sistemáticamente cualquier
intento de convocatoria a sus correligionarios o alguna propuesta de
posicionamiento social.
Lo anterior obliga a una serie de
cuestionamientos ¿Pero por qué las dirigencias del PRI y los más connotados
priistas se mantienen indiferentes o, peor aún, intencionalmente ausentes de la
reorganización de los priistas leales a su partido?
¿Se estarán beneficiando de algún modo
con la toma de control total por parte del gobernante en turno? ¿Sostendrán
algún acuerdo para dejar al PRI sin margen de maniobra para el 2018? ¿No
entienden las lecturas del contexto político en el corto plazo?
En resumen, nadie quiere al PRI de
vuelta y menos los priistas que lo dirigen, menos aún los personajes que
debieran impulsar un movimiento de reorganización y de trabajo político, lo que
nos obliga a preguntar ¿Dónde están los priistas?
Lo evidente es que tendrán, y
deberán, reagruparse y reactivarse en algún momento… a pesar de sus
dirigencias.
De otro modo, Morena tendrá amplio
margen de maniobra para ganar presencia y posiciones de poder ¿Será por ello
que muchos priistas están migrando hacia ese partido? ¿Alguien puede afirmar lo
contrario… y demostrarlo?
¡Nadie lo
cree!
(Permitida
la copia, publicación o reproducción total o parcial de la columna con crédito
para el autor)
*Luis
Ángel Cabañas Basulto es Licenciado en Derecho egresado de la Universidad
Autónoma de Yucatán, periodista residente en Chetumal, Quintana Roo, desde hace
30 años, con más de 40 como reportero, jefe de información, editor y jefe de
redacción de varios medios de información, así como Jefe de Información de dos
gobernadores y tres presidentes municipales. Ha publicado cuatro libros.
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