¡Ilumina don Nacho camino a la
prensa!
Por Luis A. CABAÑAS BASULTO*
Abordar el tema de fallecimientos
siempre ha sido particularmente difícil para su servidor, más aun cuando se
trata de referirse a alguien querido, como ahora es el caso del ayer
desaparecido maestro y colega Ignacio Herrera Muñoz, quien, víctima de una
causa natural, se nos adelantó en el camino tras 81 años de edad -nació el 24
de septiembre de 1936-, tras una exitosa y admirable trayectoria.
Hablar de la vida de quien
conocíamos cariñosa y respetuosamente como “don Nacho”, sería tanto como un
reto para la memoria, ya que resulta tan prolongado el anecdotario, que
omitiríamos involuntariamente alguno de ellos en quien para la mayoría de los
chetumaleños fue mucho más que maestro, periodista y Cronista Vitalicio de la
Ciudad.
Contemporáneo de otro admirable
periodista y escritor, como lo es Francisco Bautista Pérez, con sólo 24 horas
de diferencia en sus edades, nuestro personaje de hoy, quien recibiera en 2014
la medalla al Mérito Ciudadano “Othón Pompeyo Blanco”, pasó a engrosar desde
ayer al mediodía la larga lista de colegas que se han desligado de la vida
terrenal.
Padre de un compañero nuestro de la
Facultad de Derecho de la UADY (Gonzalo) y de otro buen amigo y colega de
profesión (Leopoldo), don Nacho, vástago de otro laureado maestro chetumaleño,
Ignacio Herrera López, fue responsable de la Casa de la Crónica de esta ciudad
desde su fundación el 23 de julio de 1998.
Sin menosprecio del trabajo de otros desaparecidos colegas, su
trayectoria resulta tan sólo comparable con la de nuestro siempre recordado
compadre y amigo, don José “Pimpo” Pereyra Lizarraga, quien falleció en
septiembre del 2008, tras fundar tres periódicos, el último de ellos el Diario
de Quintana Roo, del que lo despidió el ex gobernador Mario Villanueva Madrid.
Su amor por la actividad periodista
provocó que “Pimpo” nunca superara haber sido alejado de ese rotativo, del que
fungía como director editorial, lo que le hizo derramar amargas lágrimas
siempre que recordaba el tema, hasta fallecer desempleado, poco tiempo después
de la muerte de su inseparable compañera, doña Beatriz,”Betina” Gamboa, en un
caso similar al de don Nacho.
Lo cierto es que al llegar anoche a la
velación de este último, donde, tristemente, los grandes ausentes fueron
precisamente las docenas de periodistas de Chetumal, la sorpresa generalizada
fue mayúscula por la asistencia de quien menos se esperaba: El gobernador
Carlos Joaquín González.
En efecto, el mandatario, a quien
acompañaba el alcalde de Othón P. Blanco, Luis Torres Llanes, permaneció más de
una hora con dos de sus más cercanos colaboradores, el Jefe de la Oficina
del Ejecutivo, Miguel Ramón Martín Azueta, y la directora del Sistema
Quintanarroense de Comunicación Social, Martha Silva García, con quienes montó
una guardia de honor.
El recuerdo de los tristemente
“célebres” ex gobernadores Félix González y Roberto Borge acudieron
inevitablemente a nuestra mente, sobre todo en el caso del segundo, sobre quien,
con el título “¡Dos enemigos del periodismo!”, el miércoles 15 de junio de 2011
hicimos extensa referencia en torno a la actividad periodística.
Casualmente esa sería la causa de
nuestra ruptura amistosa con el entonces “Voz-Cero” Rangel Rosado Ruiz, ya que
referíamos que, sobrino del ex gobernador Miguel Borge Martín e hijo de Roberto
Borge -uno de los fundadores del Diario de Quintana Roo-, Borge Angulo continuaba
las políticas de Félix González respecto al periodismo local, pues nunca se habría
caracterizado precisamente de tener amigos entre la prensa local.
En efecto, y no precisamente porque
Félix no se hubiera distinguido por dejarles placas de taxi o patentes de
alcohol a casi todos los reporteros locales -como Mario Villanueva-, sino
porque desde un principio demostró que la deferencia con ellos no era su
fuerte, no así en el caso de los medios “grandes” con los que firmó jugosos
contratos de publicidad.
Para consolar a los periodistas
locales, sin embargo, a través de su Vocero, Jorge Acevedo Marín, el mandatario
les entregaba mensualmente envidiables “presentes” en sobres color manila. Los
“cañonazos” eran y son, decíamos, conforme el tamaño del “sapo”.
Sabedor de que con ello nadie se
atrevería a poner de entredicho su imagen, el funcionario se fue desligando poco
a poco del periodismo junto con su Vocero, quien se pasaba prácticamente toda
la semana viaticando en Cancún y se dio el lujo de ser intocable en el cargo
durante todo el sexenio, pese a los esfuerzos por tumbarle la chamba por parte
de Rangel Rosado.
Así, Félix se alejó de los
reporteros, a los que nunca soportó por su falta de costumbre, dado que en su
natal Cozumel sólo sostenía tratos con unos cuantos, mientras que a las docenas
de Chetumal sólo se les conocía los días de quincena frente a las oficinas de
los funcionarios y con ocasión de algún festejo, como el Día de la Libertad de
Expresión y en diciembre.
Lo cierto es que, con el pretexto
de que le resultaba demasiado oneroso festejar esos días, Félix los fue
cancelando hasta el extremo de enviar una simple felicitación.
Ese muro prensa-Félix se comenzó a
elevar desde inicios de su sexenio, ya que durante las últimas celebraciones solía
encargar el mensaje principal a su Vocero, tras lo cual intervenía menos de 5
minutos, esperaba la rifa de tres obsequios y se retiraba con la misma prisa
con la que llegaba, generalmente con bastante retraso, aunque la puntualidad
nunca fue su principal cualidad.
Con todo ello, el ex mandatario
consiguió marcar sana distancia con los reporteros, al grado tal nunca se le
conoció un sólo periodista amigo en Chetumal. Leyó Usted bien: Ni uno sólo.
Su principal rechazo por el
periodismo local, sin embargo, se reflejó en 2008 con la muerte de don Pimpo,
uno de los mejores periodistas que ha conocido Chetumal y maestro de la mayoría
de los reporteros locales, por lo que el “don” se lo ganó a pulso, a lo largo
de su trayectoria.
En este sentido, mínimo esperábamos
un destello de sensibilidad de Félix o su Vocero Jorge Acevedo -después
“flamante” director del SQCS- para organizar algún evento o muestra de
reconocimiento, o bien poner el nombre del hoy occiso a algún diploma, evento
periodístico, cultural o sala de alguna dependencia como la Secretaría de
Cultura, Instituto Quintanarroense de la Cultura, Museo de la Cultura Maya o biblioteca.
Lo cierto es
que, desde ese entonces nos seguimos preguntando cómo a periodistas que no han
dejado una huella similar a la de don “Pimpo” se les han hecho reconocimientos,
inclusive en vida, como es el caso de Isabel Arvide, ex “asesora” de Seguridad
Pública cuyo nombre lleva una sala de la biblioteca central del Estado,
mientras que Félix entregó el Premio Estatal de Derechos Humanos 2006 a Lydia
Cacho ¡Y ambas viven aún!
Esperábamos que Roberto Borge no
imitara a su antecesor y mostrara mayor sensibilidad, pero el hombre estaba
endiablado y poco a poco lograba “coordinar” a los periodistas locales, pero en
contra suya. El PRI fue uno de los últimos en organizar un evento en memoria de
los periodistas caídos, pero, para su mala suerte y falta de convocatoria, hubo
más funcionarios que reporteros.
Ni modo compadre “Pimpo”. Y “hete
aquí” -frase que puso de moda en su época- que tu obra seguirá siendo tema
pendiente para nuestros gobernantes, pues nuestros políticos, o los que
presumen serlo, resultan ser los que menos sensibilidad tienen, con lo que
demuestran que en periodismo “sólo te sirven cuando les sirves”, ya que en
Quintana Roo ¡Son enemigos de los periodistas locales!, concluíamos aquel junio
de 2011.
A casi seis años de distancia, sin
embargo, la actitud de Carlos Joaquín, quien pospuso su agenda de ayer para
asistir a los funerales de don Nacho, no nos hacen albergar esperanzas sobre
alguna luna de miel prensa-gobierno, sobre todo por otros intereses políticos
externos a los que hemos hecho referencia -llámense Félix y Borge-, aunque SÍ
una mejor relación de respeto. Paulatinamente se vienen dando las condiciones.
También a seis años de distancia de
aquel reclamo nuestro insistimos en un reconocimiento para los nuestros, para
los periodistas cuya vida entera giró en torno a esta actividad que suele
llamarse del rincón de las amarguras.
¡Carlos Joaquín tiene la palabra!
(Permitida
la copia, publicación o reproducción total o parcial de la columna con crédito
para el autor)
*Luis
Ángel Cabañas Basulto es Licenciado en Derecho egresado de la Universidad
Autónoma de Yucatán, periodista residente en Chetumal, Quintana Roo, desde hace
30 años, con más de 40 como reportero, jefe de información, editor y jefe de
redacción de varios medios de información, así como Jefe de Información de dos
gobernadores y tres presidentes municipales. Ha publicado cuatro libros.
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