¡“Traje” muy grande para funcionario!
Por Luis A. CABAÑAS BASULTO*
Originario de Córdoba, Veracruz, pero quintanarroense por
convicción desde 1977, el ex diputado local de Convergencia por la Democracia,
el entonces priísta Joaquín González Castro, incluyó en su haber la posibilidad
de convertirse en gobernador de Quintana Roo hace más de 23 años, cuando la perdió
por una nariz ante Mario Villanueva Madrid.
Invitado a integrarse al gobierno por el entonces
mandatario Pedro Joaquín Coldwell, con quien fue secretario de Finanzas
(1980-84), el político de la llanada “Ciudad de los 30 Caballeros”, que se convirtió
en alcalde de Cancún (1984-87) después de José Irabién Medina -le sucedió el
extinto José González Zapata-, empero, tan sólo es un referente de la columna
de hoy.
Mejor conocido como “El Quino” y acostumbrado a sacarle
las castañas del fuego a Pedro Joaquín -también fue secretario de gobierno-, esa
cualidad le valió muchas ocasiones ser comparado por el caricaturista Nicolás
Lizama “Colinas” con el “Chapulín Colorado por el conocido dicho “Ahora ¿quién
podrá defenderme?”.
En este sentido, “Colinas” comparaba los grandes
problemas de aquel sexenio con los que sólo podría resolverlos González Castro como
“casos para la araña”, y éste nunca le hizo quedar mal, pero, aunque éste nunca
llegó a la gubernatura, por lo menos dejó de ser perseguido por los “Nativistas”
tras convertirse Mario Villanueva en controvertido gobernante, el mejor para
los que carecen de buena memoria.
Pero, vaya, el caso es que algunas circunstancias del
gobierno de Carlos Joaquín González nos obligaron a remitirnos al tema,
particularmente recién iniciado el sexenio, cuando, al igual que cuando el
mandatario independiente de Nuevo León “El Bronco”, logró arrebatarle el poder
al PRI, pero carecía de mayoría en el Congreso.
Para nadie era un secreto que tendría Carlos Joaquín que
resignarse a la impunidad de las huestes del ex gobernador Roberto Borge y de
éste mismo a través de la XV Legislatura, que se esperaba coordinara el priísta
Raymundo King de la Rosa, lo que sorpresivamente no ocurrió tras una serie de
acuerdos con los aliados del mandatario y la nueva oposición.
No menos sorpresivo resultó enterarnos que quien lo había
hecho posible ese acuerdo que se antojaba imposible era el recién nombrado
titular del Despacho del Ejecutivo, el ex priísta Miguel Ramón Martín Azueta,
ex alcalde de Solidaridad cuyo ascenso al nuevo gabinete había sido objeto de
los más diversos cuestionamientos.
Más sorpresivo aun fue que quien -al menos en teoría-
debería ser el responsable de esos acuerdos, pláticas, negociaciones o como
quiera Usted llamarle, era precisamente el titular de la Secretaría de
Gobierno, el “panista” -también en teoría- Francisco López Mena, garante de la
política interna de Quintana Roo.
Para mala fortuna de Carlos Joaquín -y de los mismos
quintanarroenses- el empresario cancunense prefiere practicar la tradicional
política “de oficina”, “de teléfono”, como si creyera que los demás actores
políticos también son los de antaño, que están a la espera de esa llamada
telefónica o que los inviten a tomar café y comer galletas.
Pero eso no es todo, ya que si de repartir
responsabilidades se refiere, también habríamos de acusar a López Mena
-supuesto “vicegobernador” de Quintana Roo- de propiciar que le explotaran dos
o tres problemas en las manos a Carlos Joaquín, sobre todo en su papel de
coordinador de gabinete, y más aun de imagen política.
Demasiado caro le está resultando a Carlos Joaquín asumir
un papel de “beneficiado” de la coalición derecha-izquierda para asumir la
gubernatura con el PAN y PRD, aunque más inclinado por el primero, y mejor
prueba es haberle cedido la Secretaría de Gobierno, en la que, quiérase o no,
estuviera haciendo mejor papel el perredista Julián Ricalde Magaña.
Así las cosas, uno de los muy contados, verdaderos
colaboradores de confianza y amigos del Jefe de Ejecutivo es precisamente
Miguel Ramón, quien recién dio nueva muestra de capacidad política, ahora con
el álgido tema de los ejidatarios de Felipe Carrillo Puerto, cuyas cosechas resultaron
dañadas, pero diversos “tecnicismos” de la aseguradora Agroasemex no se les
había pagado el Seguro Agropecuario Catastrófico.
Contra
el papel que asumió López Mena con el caso de los ejidatarios de José María
Morelos, donde tuvo que estallarle la “bomba” a Carlos Joaquín para tomar
cartas en el asunto “desde su oficina”, Miguel Ramón se trasladó a Carrillo
Puerto, dialogó con los afectados y les cumplió su ofrecimiento de gestionar su
pago a más tardar el 5 de enero.
Así
las cosas, en clara muestra de
voluntad política del Ejecutivo, su jefe de Despacho encabezó el inicio del pago de 12.5 millones de pesos
a 12 mil 500 campesinos afectados de 75 ejidos de Carrillo Puerto, en un evento
que atestiguaron la alcaldesa de Carrillo Puerto, Paoly Perera Maldonado, y el
subsecretario de la Sedaru, Antonio Rico Lomelí.
La propia Paoly Perera reconoció que Miguel Ramón estuvo
pendiente del caso y demostró voluntad para solucionar el problema, en tanto el
líder de los campesinos, Carlos Antonio Torres Sabido, agradeció el apoyo de Carlos
Joaquín, y celebró el primer acuerdo en que las partes quedaron satisfechas, y
sin necesidad de que la aseguradora revisara las cosechas siniestradas.
Para darle una idea de la magnitud del caso, desde el 28
de diciembre, comisariados ejidales de 21 comunidades de Carrillo Puerto
realizaron un plantón frente a palacio de ese municipio para exigir el pago y
esperaban infructuosamente una comisión de la Sedaru para obtener información
sobre el retraso.
Al
igual que los ejidatarios de Morelos, pedían a las autoridades un muestreo de verificación
en todas las regiones y no tomar como base una comunidad donde no se
registraron mayores afectaciones, por lo que desde el día siguiente estaba Miguel
Ramón con ellos, acompañado de la presidenta municipal.
Por
el contrario, en Morelos, donde hasta el lunes último inició el pago 10
millones 350 mil pesos del seguro catastrófico a unos 500 campesinos de 35
ejidos afectados, el escándalo estalló desde el 26 de diciembre, cuando los campesinos
“tomaron” el palacio municipal en reclamo del pago, tras retener al alcalde José
Dolores Valadez Chi, entre otros, y marchar por las calles.
Los
labriegos causaron destrozos en puertas e interior del edificio, tras el
fracaso de las primeras negociaciones con López Mena; el también panista Joel
Espinoza Moreno, subsecretario de Desarrollo Político: el director de
siniestros, Marco Tulio Herrera Núñez, y Rico Lomelí.
Inclusive,
el tesorero y el secretario técnico de la Comuna, Carlos Cetina Alamilla y
Jorge Martín Angulo, respectivamente, así como el director de Desarrollo
Agropecuario, Donato Canul Tut, fueron retenidos hasta el día 31 y liberados de
la alcaldía de Sabán, donde los ejidatarios reclamaban el pago.
¿Será
que Miguel Ramón tuvo mejor “suerte” que el “vicegobernador” López Mena? O éste
último equivocó -o ignora todavía- las “formas” de negociación política.
O
bien será el retorno de un émulo de González Castro para resolver casos “para
la araña” ante quien le ha quedado demasiado grande el cargo de “segundo de a
bordo” ¡Y pensar que en 1999, como candidato externo del PAN, intentó ser
gobernador!
(Permitida
la copia, publicación o reproducción total o parcial de la columna con crédito
para el autor)
*Luis Ángel
Cabañas Basulto es Licenciado en Derecho egresado de la Universidad Autónoma de
Yucatán, periodista residente en Chetumal, Quintana Roo, desde hace 30 años, con
más de 40 como reportero, jefe de información, editor y jefe de redacción de varios
medios de información, así como Jefe de Información de dos gobernadores y tres
presidentes municipales. Ha publicado cuatro libros.
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