¡Lección
de temblores a políticos!
Por Luis A. CABAÑAS BASULTO*
Los recientes
movimientos sísmicos de septiembre en México, que se prolongaron este sábado en
Oaxaca -con magnitud de 6.1 grados y epicentro al oeste de Unión Hidalgo-, se
convirtieron en menos de 17 días en un verdadero parteaguas político-social
para todo el país, ya que lo mismo rompieron con históricos paradigmas, que
confirmaron el hartazgo político y sentir de la mayoría de los mexicanos.
En el caso de Quintana Roo y Yucatán, otrora considerados de
difícil, casi imposible afectación telúrica por la fuerte compactación de su suelo,
a partir del día 7 se comprobó que no estaban del todo libres, cuando, minutos
antes de la medianoche, quienes permanecíamos despiertos pudimos constatar el inusual
temblor.
Y conste que era la tercera ocasión en la historia que
temblaba en la entidad, y aunque, a decir verdad, pocos recordamos con
exactitud las fechas, oficialmente puso de manifiesto que Quintana Roo NO se
está a salvo, como tampoco lo está Yucatán de los huracanes, por lo cual es
inútil la frase “me regreso o me voy a Yucatán” ante este último tema.
Lo que SÍ es cierto
es que ambas entidades se incluyen entre las 10 zonas con menores posibilidades
de sufrir algún movimiento telúrico, ya que, ubicado en el llamado “Cinturón de
Fuego del Pacífico”, México, sobre tres de las placas tectónicas más grandes de
la Tierra, según el US Geological Survey, es uno de los países con más
probabilidades de ser afectados.
Así, los territorios donde es poco probable son Nuevo León,
Saltillo, Coahuila, Chihuahua, Durango, Zacatecas, San Luis Potosí. Tamaulipas
y Yucatán, y aunque el caso de la Península es una de las consideradas “zonas
de bajo riesgo”, los episodios más recientes en Campeche y Quintana Roo no
tuvieron gran intensidad.
Ahora bien, aunque Quintana Roo adolece de un sistema
sismográfico, en el caso de Yucatán cuenta con uno que, ubicado en el
Cementerio General, se instaló desde 1910 durante el gobierno de Porfirio Díaz,
y aunque se inundó durante el huracán “Gilberto” del 13 de septiembre de 1988,
se “modernizó” e inauguró en 2010. Sólo queda un edificio abandonado y una
placa inaugural.
Hasta donde se sabe, el Servicio Sismológico Nacional
confirmó que el anterior movimiento telúrico de Yucatán se registró el jueves 7
de abril de 2016, con un sismo de 2.9 grados en la escala de Richter a las
11:50 de la mañana, esto a 19 kilómetros de Motul, entre Dzemul y Dzidzantun.
Obligados a documentarnos, cabe señalar que en el caso de la
Península, se registra un sismo de poca intensidad cada 12 ó 18 meses, generalmente
con epicentro en el Sur del Estado y costas de Quintana Roo, el último de ellos
el 11 de enero de 2015, a 67 kilómetros de Playa del Carmen, en el mar, con una
intensidad de 4.2 grados.
Por otro lado, la pregunta obligada en torno a los recientes
fenómenos climatológicos es si existe relación entre huracanes y terremotos, ya
que, en cuestión de un mes el continente americano sufrió cinco huracanes de
enorme magnitud (Harvey, Katia, Irma,
José y María), y dos terremotos que devastaron el sur y centro de México, uno
el 7 de septiembre, y otro el 19.
El
hecho de que el último terremoto de 7.1 grados ocurriera en el aniversario del
de 1985 es sólo coincidencia, y aunque no existe relación directa entre
huracanes y terremotos, no significa descartar un vínculo en casos específicos.
Según
investigaciones científicas, ambos fenómenos tienen explicación natural
separada y su ocurrencia no es anómala, tanto por el momento de los huracanes
como por el lugar de los terremotos, además de que mientras los huracanes se
pueden monitorear y pronosticar, no hay tecnología para predecir terremotos.
Profesor
asociado de ingeniería geotécnica y de terremotos de la Universidad Tecnológica
de Australia, Behzad Fatahi explica que si bien el paso de Katia en la costa
del Golfo de México y la devastación de Irma y María en el Caribe ocurrieron
entre el primer y el segundo terremotos, la explicación está en la tierra.
Por
su parte, investigadores de la Universidad de Miami apuntan que los
deslizamientos de tierra inducidos por la lluvia y el exceso de ésta transportan
materiales erosionados aguas abajo. Como resultado, se reduce la carga
superficial por encima de la falla.
Hasta
ahí las cosas, hoy amanecimos con la novedad del sismo de Oaxaca y que brigadistas
mexicanos y japoneses que trabajan en el rescate de personas en la Ciudad de
México no pudieron ocultar su frustración y dolor ante las órdenes oficiales de
abandonar la búsqueda como medida protocolaria y de seguridad tras el fenómeno,
que desató las alarmas apenas cuatro días después de que otro de 7.1º causara unas
300 víctimas.
Días antes,
el malestar general era la nula participación de políticos y sus partidos en
apoyo a damnificados, así como el
desvergonzado y hasta cínico papel de las autoridades estatales, sobre todo de
Oaxaca y Morelos, donde el gobernador Graco Ramírez y su esposa Elena Cepeda de
León, presidenta del DIF-Estatal, son los principales “protagonistas” por
retener y condicionar la entrega de apoyos.
Antes
circunstancias como éstas, las redes sociales se convirtieron en principales
medios de denuncias e hicieron viral una serie de llamados a hacer conciencia,
una de ellas del periodista-político, Pedro Ferriz, quien preguntaba qué
pasaría si en las elecciones del 2018,
al abrir las urnas, aparecieran tachadas totalmente mal las boletas
correspondientes al voto para senadores.
La interpretación lógica, dice,
sería que los mexicanos no los queremos Senadores y, por lo tanto,
desaparecerían y nos ahorraríamos el innecesario y costoso Senado, con lo que
sugería enviar la papeleta del Senado con una gran cruz que abarcara TODA la
boleta, para ser nula, y así eliminar el Senado.
Puntualiza, con justa razón, que, por
ejemplo Noruega, Suecia, Dinamarca y Holanda
carecen de Senado, mientras que Alemania sólo tiene 100, y Estados Unidos UNO por
cada Estado ¿Por qué mantener 128 ineptos en México?, aduce
Comen lo que el 15 % de la
población puede comer, viven como el 1% de la población puede vivir, ganan sin
trabajar lo que deben y a nadie rinden resultados ni cuentas, pese a que
deberían hacerlo ante nosotros, pero también es evidente y cierta nuestra
apatía. Con su eliminación ahorraríamos 4 mil 500 millones de pesos al año.
Por si fuera poco, existe la
propuesta de permitir su reelección, mas no su reducción, lo que significa que
el esfuerzo ciudadano ni siquiera se tuvo en cuenta o que la voz de los
mexicanos no cuenta, por lo que llegó el momento de participar, tal y como ejemplificaron
los árabes, al acordar derrocar su régimen.
Según Ferriz, un periodista recabó
más de 3 millones de firmas para abolir la existencia de diputados
plurinominales en México, pero NO pasó nada, se hicieron “de la vista gorda”,
lo que, creemos, nos obliga a tomar medidas más radicales, y la única vía son
las elecciones, concretamente en las boletas, donde podemos demostrar nuestro
hartazgo.
Ferriz opina hacerlo contra el
Senado, pero, caray, nuestro coraje, tal y como, por ejemplo, demostramos el
año anterior los quintanarroenses contra los gobiernos del PRI, habremos de canalizarlo
buscando un cambio, pero un VERDADERO cambio, tal que no nos cambien votos por
“espejitos” que se concretan luego en desempleo y corrupción.
Sin
ser necesariamente adivinos, estamos en condiciones de anticipar que el reflejo
del parteaguas político serán las elecciones del 2018, y los primeros
castigados, justamente, serán el presidente Peña Nieto y el PRI, que han dado
sobrada muestra de corrupción, impunidad e incapacidad desde TODAS sus
“trincheras”, particularmente el Congreso de la Unión.
Haber
donado todos sus ingresos como partidos o parte de ellos, no cambian cinco años
de prefabricar un marco legislativo que no sólo tienen al país al borde del
abismo -como Quintana Roo y la deuda de sus tres últimos gobernantes-, sino con
una serie de medidas para “blindarse” y buscar asegurar su impunidad, como
Roberto Borge ante su fin de sexenio, y ahora Carlos Joaquín González con “su” Auditor
Superior, Fiscal Anticorrupción y presidente del Tribunal Superior de Justicia.
En
fin, lamentablemente, los fenómenos meteorológicos, que apenas parecen empezar
ante la temporada natral que concluye en noviembre -en el caso de los
huracanes- han significado un doloroso medio para el despertar de los
mexicanos, algo similar a lo ocurrido con los “gasolinazos” que, sin embargo,
tampoco parecen tener fin…al menos NO en este sexenio priísta.
(Permitida la copia, publicación o
reproducción total o parcial de la columna con crédito para el autor)
*Luis
Ángel Cabañas Basulto es Licenciado en Derecho egresado de la Universidad
Autónoma de Yucatán, periodista residente en Chetumal, Quintana Roo, desde hace
30 años, con más de 40 como reportero, jefe de información, editor y jefe de
redacción de varios medios de información, así como Jefe de Información de dos
gobernadores y tres presidentes municipales. Ha publicado cuatro libros.
Comentarios
Publicar un comentario