Trump, con “cola” ¡en Tijuana y Cozumel!
Lic. Luis A. CABAÑAS BASULTO*
Como muestra de que Donald John Trump
no es ningún “angelito”,
tema
obligado de hoy es el del nuevamente presidente de Estados Unidos, un enorme reto de espacios y
responsabilidad, lo que sería el caso de cualquier mexicano, en el nuestro
respecto a Quintana Roo, donde, contra lo que se podría suponer, tuvo mucho que
ver directamente el mandatario, como también lo fue en otra entidad de nuestro
país, en Tijuana, Baja California.
En efecto, como todos ignoran, Trump tuvo que ver
directamente, aunque Usted no lo crea, ¡con la isla de Cozumel!, donde,
lamentablemente, también estuvo involucrada conocida familia política, de
apellido muy conocido por su relación con un ex gobernador y un ex alcalde de hace
una veintena de años: Nos referimos a los Joaquín, concretamente con el panista
Gustavo Ortega Joaquín (2005-2008)
Dichos vienen y van, pero lo cierto es que, se supone, parte
del odio del mandatario de EE.UU. hacia México podría ser, en parte, en
venganza por una no muy grata experiencia suya en Cozumel, que le habría
obligado a considerar corruptos a los mexicanos, aunque, en contraparte, él
mismo lo fue en el caso de Tijuana, concretamente en Playas Rosarito.
El
caso es que México es el único lugar donde Trump no ha tenido éxito en los
negocios, pues fracasó en dos intentos: En Cozumel, Quintana Roo, y en Playas
Rosarito, Tijuana, Baja California.
Su
primera frustración de Cozumel fue mucho antes de ser presidente por primera
ocasión, cuando proyectó construir un desarrollo inmobiliario en el noreste de
la isla, para lo cual se asoció con el empresario yucateco Fernando Barbachano,
suponemos que Herrero, hijo de Fernando Barbachano Peón, a los que nos
referimos en la columna ¡Sorprenden
casos de “devastación Borge”! del 17 de enero último
https://luisangelqroo.blogspot.com/2025/01/sorprenden-casos-de-devastacion-borge.html
El
proyecto era inicialmente por 10 millones de dólares, aunque, según algunos, “súbitamente”
se interpuso el entonces presidente Felipe Calderón, quien dijo que tres
cuartas partes de la isla eran área natural protegida.
En
ese tiempo se realizó Miss Universo en Cancún, y Trump era el “mero-mero” del
concurso, donde la garantía eran terrenos de unos empresarios, aunque terminó
el concurso y Trump trató de tomar el control de esos inmuebles, pero no lo
dejaron, y se dijo defraudado.
Se
dice que el propio Trump comentó algo de este asunto al canciller Marcelo
Ebrard, quien de inmediato se puso a investigar y anduvo preguntando. ¿Qué
bronca tuvo Trump en Cozumel?
El
caso de Playas Rosarito es más conocido, ya que existe un expediente contra
Trump por fraude a empresarios que invirtieron en un complejo hotelero que
empezó a construir en ese lugar, pero que nunca terminó.
Por
su lado, el portal Reportur Mx publicó en junio de 2015 que en 2007 el entonces
magnate Trump planeaba invertir en Cozumel, primer destino mundial de cruceros de
Quintana Roo, con la idea de convertir a la isla en destino de lujo y altos
estándares, declararía el entonces alcalde de la isla, Ortega Joaquín, al
confirmar esa intención.
Al
postularse por primera ocasión a la presidencia, el magnate de los negocios
tronó contra México y los mexicanos, pero se le olvidó que El Economista informó
en marzo del 2009 que 69 inversionistas presentaron en California una demanda
colectiva en su contra por fraude en un complejo de condominios de lujo junto
al mar en Tijuana, y contra la constructora Irongate.
Según
la demanda, el proyecto “Trump Ocean Resort Baja” había desaparecido unos 32
millones de dólares antes de abandonar la construcción sin reponer enganches y
pagos a inversionistas estadounidenses.
Una
de las demandantes, Guadalupe Mendoza, diría que “esto es lo que menos se
espera de un inversionista multimillonario, un gurú de las finanzas”.
En
Cozumel, el plan era parecido, cuando Gustavo Ortega declaró que se construirían
centros comerciales, marina, campo de golf, mansiones y hoteles exclusivos.
Asimismo, el alcalde también se reunió con ejecutivos de la compañía EDSA, que
construían desarrollos turísticos en La Palmera, en Dubai; Atlantis, en Bahamas,
y Cap Cana, en República Dominicana.
El
multimillonario intentó desarrollar el complejo inmobiliario “Punta Arrecifes
Resorts”, originalmente con edificios de departamentos, y entre 3 mil y 6 mil
cuartos de hotel, aunque en 2011 se redujo a 600 habitaciones, más las otras
obras en una zona selvática con abundante riqueza natural.
Por
su parte, Proceso señaló que el plan incluía edificar un hotel Hilton, en
sociedad con la familia Barbachano, aunque el proyecto lo rechazó la
ciudadanía, principalmente por ecologistas, que pronosticaban la muerte de la
única parte selvática virgen de Cozumel con ese proyecto.
En febrero de 2015 Apro diría que, entonces con fortuna
cercana a 4 mil millones de dólares, Trump utilizaba su cuenta de Twitter para
embestir contra el cineasta mexicano González Iñárritu por ganar el Oscar a la
Mejor Película de 2014, pero también contra el gobierno mexicano por corrupción,
porque en 2011 tenía un gran negocio de 65 millones de dólares para armar
“playas privadas” en Cozumel, pero el negocio se le cayó.
Famoso
por su ímpetu racista, afirmaba que los Oscar de 2013 fueron una gran noche
para México, aunque estaban estafando a Estados Unidos más que a cualquier otra
nación, aunque su resentimiento tomó otro matiz.
Organizador
de Miss Universo, dijo que el sistema legal mexicano era corrupto, como casi
todo México, por lo que pidió que le pagaran el dinero que le debían “y dejen
de mandar criminales a nuestra frontera”, escribió en su cuenta, de 2.8
millones de seguidores y abundó que: “Tengo una demanda en la corte corrupta de
México que gané, pero hasta ahora no puedo cobrar. ¡No hagan negocios con
México!”.
Su
embestida no paró en críticas en la ceremonia de los Oscar, donde, según él,
los ratings de Nielsen confirmaban que fue uno de los “más bajos niveles en la
historia” y que hubo 36.6 millones de televidentes frente a los 43.7 millones
del año anterior.
Poco
antes había afirmado en Twitter que “mucha gente está molesta por mis
comentarios sobre México”. Y remató: “México está estafando a Estados Unidos.
Nuestros políticos son dummies” (tontos), aunque no había aclarado en qué
consistió su litigio judicial en México, y sólo se sabía que en 2011 anunció
una inversión de 65 millones de dólares con la cadena de hoteles Hilton y la
familia yucateca Barbachano para invertir en Cozumel.
En
mayo de 2011, medios de Quintana Roo anunciaron que el excéntrico y conservador
magnate iba a construir dos hoteles con la cadena Hilton en Cozumel, aunque aún
se ignoraba por qué no se concretó.
En el caso de California, la empresa de Trump se asoció
con Irongate Capital Partners LLC, que construyó el Trump International Hotel
& Tower Waikiki en Honolulu, y los condominios salieron a la venta en un
momento en el que las propiedades en el sur de California alcanzaban un pico
histórico.
Los compradores debían realizar un depósito de al menos
30% del valor de los inmuebles, según reportajes del San Diego Tribune,
Univisión Noticias, y la agencia AP que, según sus notas, en diciembre de 2006
se habrían vendido casi 200 unidades, pues el proyecto era promocionado como
encabezado por Donald Trump en sociedad con Irongate.
Un reportaje de Univisión y de Columbia Journalism
School, firmado por Inti Pacheco en febrero de 2018, detalló que, en la primera
venta, en San Diego -diciembre de 2006l- Irongate declaró que se había vendido
al menos 80% de los apartamentos en un solo día, aunque la investigación reveló
que solo se vendió 60%, ya que más de 30 unidades estaban a nombre de
ejecutivos de Irongate.
Pese a los depósitos iniciales de interesados, el
proyecto quedó como fraude inmobiliario, aunque en 2009, se informó que el
proyecto colapsó luego de que P.B. Impulsores, filial de Irongate en México,
anunciara su cancelación por falta de financiamiento tras la crisis económica
global. Más de 32.5 millones de dólares en depósitos desaparecieron, y los
afectados jamás recuperaron su dinero.
AP señalaría que los compradores recibieron un correo
electrónico de Irongate que les notificaba que, “dada la extrema situación de
los mercados financieros y tras explorar opciones de deuda y posibles
inversiones, el proyecto en Baja no podrá continuar”. Fechada en febrero de
2009, también aclaraba que Trump no había invertido en el proyecto, aunque los
compradores afirmaron que su participación los motivó a confiar.
Varios afectados denunciaron a Trump Ocean Resort, de
Donald Trump, mientras Univisión y Columbia Journalism School revelaron que
Irongate y S&P Real Estate, encargada de las ventas y publicidad, engañaron
a los compradores casi dos años.
En México, en octubre de 2016, afectados presentaron una
denuncia ante la PGR por defraudación fiscal, tras entregar pagos por inmuebles
que nunca se construyeron. Jaime Martínez Veloz, comisionado para el Diálogo
con los Pueblos Indígenas de la Segob, explicó que la denuncia se presentó por
incumplir la entrega de propiedades y violar obligaciones fiscales.
Sin embargo, Inti Pacheco señaló que P.B. Impulsores sí
habría solicitado permisos, pero solo obtuvo autorización para una torre, año y
medio después de vender los departamentos. No obstante, no se autorizó la
segunda, aunque se vendió más de la mitad de sus unidades. Además, Irongate
habría recibido 10 millones de dólares en depósitos por esa segunda torre.
Ante eso, los afectados demandaron a la empresa y a Trump
por fraude, aunque la familia de éste negó las acusaciones. Finalmente, en
2013, tras años de batalla legal, Trump firmó un acuerdo extrajudicial. Según
AP y Univisión, al menos 200 compradores llegaron a un acuerdo, mediante el
cual habrían recibido 7.2 millones de dólares para todos los afectados.
En 2007, un año después del caso de Baja California, Trump
intentó el desarrollo turístico de Cozumel, Punta Arrecifes Resort, que contemplaba
pista aérea, campo de golf y otros lujos.
De acuerdo con un reportaje de 2016 de Jenaro Villamil en
Proceso, Trump pudo sentir animadversión hacia México por problemas del negocio
fallido en Quintana Roo, donde, En 2008, sus hijos Donald Jr. e Ivanka se
reunieron con representantes locales para negociar un cambio de uso de suelo en
Cozumel, necesario para construir el lujoso complejo.
Sin embargo, el entonces alcalde panista, Gustavo Ortega
Joaquín, les habría pedido un “moche” de 20 millones de dólares para facilitar
trámites. Ante esto, según Villamil, los Trump cancelaron el proyecto. Aunque Donald
nunca mencionó el incidente públicamente, aunque su experiencia con la
corrupción local pudo influir en su discurso xenófobo hacia México.
Más aun, en febrero de 2017, el columnista local
Antonio
Callejo publicaría en el portal de Excelsior
que, simultaneo a su campaña electoral, y aun cuando arrancó su mandato, Trump
no perdía tiempo para sus negocios, pues se frotaba las manos por hacerse de 26
terrenos de alta plusvalía en la Riviera Maya, que pretendía despojar a su
legítimo propietario, denunciaba Rodolfo Rosas Moya.
Durante siete años, los abogados de Trump habían
mantenido vivo ese litigio, pues cuando perdía frente a algún medio de defensa
de propietario de tierras, interponía otro recurso, en estrategia que pareciera
de agotamiento, con lo que pareciera cuadrar la frase de Trump revelada en su
libro El arte del trato: “Si mi adversario es débil, lo aplasto, y si es
fuerte, negocio”.
La historia se remontaba a fines de 2005, cuando
empresarios de Mérida y la Ciudad de México, acordaron con los gobiernos de
Chiapas, Quintana Roo y el de la Ciudad de México un magno evento para promover
México de forma mundial.
La idea fue del capitalino Pedro Ramírez Sierra, cuyo
Grupo Promotor MU era especialista en organizar y realizar actos masivos y se
puso en contacto con el empresario yucateco Rosas Moya, conocido en la
Península de Yucatán por participar en obras públicas y privadas a través de
sus empresas constructora e inmobiliaria: Pyrsa Construcciones y
Comercializadora Ronac.
Rosas Moya cabildeó el proyecto, convenció al entonces gobernador
de Quintana Roo, Félix González, y al de Chiapas, Juan Sabines, que aportaron
un millón de dólares cada uno.
Miss Universe, entonces propiedad de Trump, obtuvo
ganancias estimadas en ocho millones de dólares, con el contrato exclusivo con
la empresa mexicana Grupo Promotor MU, más los derechos de transmisión, explicó
Rosas Moya.
Trump, en apariencia, había quedado conforme, al grado de
que su hija, Ivanka Trump, asistió en Chetumal al último informe de González
Canto.
Posterior a Miss Universo, Trump recibió en Nueva York a
empresarios inmobiliarios de Quintana Roo, pues era conocida su intención de
ampliar sus inversiones en el Estado. Más de dos años y medio después del
concurso, Rosas Moya recibió una notificación judicial de que cinco de sus
predios de la Riviera Maya, que acreditó como parte de las garantías, más otros
21, se los habrían embargado en forma cautelar para responder por posible
demanda de daños por gastos no cubiertos en el certamen de belleza.
Serían esos 26 terrenos de alta plusvalía en la Riviera los
que buscaba Trump para ensanchar sus propiedades e influencia en los negocios
turísticos. Estaría reclamando unos 12 millones, que valen los cinco predios
que dimos en garantía, pero los 26 se embargaron de forma cautelar, según Rosas
Moya.
Y es que Trump había venido perdiendo juicios y
negociaciones de arbitraje de forma recurrente; el punto eran las garantías que
quería validar, dos años después y durante siete años consecutivos.
El caso es que los cinco terrenos se colocaron en un
fideicomiso paralelo al contrato de celebración del evento, para complacer a
Miss Universe, aunque el yucateco en ningún momento habría participado, ni sus
empresas, en las firmas de los contratos, y se habría limitado a aportar bienes
para cerrar el trato.
Tres años después del exitoso evento y cuando Miss
Universo había obtenido las ganancias y regalías del concurso, cuando Trump,
con el argumento de haber hecho gastos no cubiertos por los organizadores, y
sin demostrar una razón jurídica, pretendió hacer efectivas las garantías,
algunas de Comercializadora Ronac como aval.
Con todo, un tribunal de Nueva York habría deslindado a
Rosas Moya por considerar que, indebidamente, Trump habría pretendido exigir
obligaciones, mientras Marco Antonio Bautista, director de Comercializadora
Ronac, dijo que el ahora nuevamente mandatario de EE.UU. se habría visto
obligado a dar garantías, de manera que, de perder el caso, tendrá que resarcir
daños morales y económicos a Rosas Moya.
*Luis
Ángel Cabañas Basulto es un periodista con más de 48 años de experiencia como
reportero, jefe de información, editor y jefe de redacción de varios medios de
comunicación, además de haber fungido como jefe de información de dos ex gobernadores
y tres ex presidentes municipales, y escribir cinco libros, uno de ellos
pendiente de publicar.
Titulado como Licenciado en Derecho
en la Universidad Autónoma de Yucatán, cuenta con siete Diplomados, tres de
ellos en materia de Juicio de Amparo (2017, 2019 y 2021), Derechos Humanos y
Sistema Acusatorio; La Familia y los Derechos Humanos; y Acceso a la Justicia
en Materia de Derechos Humanos, así como con más de 75 Seminarios, Talleres,
Cursos y Conferencias.
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