En primera fila
Privatización, ¡la misma historia!
Por LUIS A. CABAÑAS BASULTO
Multicitado
en la mayoría de textos, nunca antes como hoy se puso de evidencia la certeza del
dicho del poeta y filósofo español Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana, en
el sentido de que quien olvida su historia está obligado a repetirla, sobre
todo tras los monólogos en la desacreditada Cámara de Diputados para la
aprobación de la reforma energética.
Quiérase
o no, las nuevas leyes darán un rumbo distinto a este sector tan importante y
tendrá efectos en nuestra economía, sociedad, cultura y política. El país está
llegando a momentos cruciales en los que se requieren cambios, llamados por alguno
cambios estructurales y otros de manera rimbombante “de gran calado”, aunque la
mayoría sugiere que sólo son “transas” del gobernante PRI y sus aliados.
Lo
cierto es que la trascendencia de estos cambios se reflejará en los próximos
años y dependerá en gran medida de la actitud y aptitud de los funcionarios en
una reforma con honestidad, transparencia y eficiencia, y es precisamente ahí
donde habrá problemas, ya que tanto PRI como PAN han estado frente al gobierno
y no han hecho nada.
No
pocos sugieren que el Pacto por México, firmado por los tres partidos más
importantes al inicio del sexenio, es un pacto contra México. Respetables
opiniones, pero la política es realmente para hacer el bien, para luchar por el
progreso y, en este sentido, son necesarios los acuerdos sobre los temas más
importantes para el país, Estados y municipios.
Por
ejemplo, en Tabasco, donde por primera ocasión gobierna el PRD a nivel estatal,
existe trabajo conjunto entre la mayoría de los partidos, incluso el PRI, que
han ayudado a un cauce pacífico al cambio, actitud que hay que reconocerles, ya
que no regatearon el apoyo al nuevo gobierno, e inclusive firmaron un acuerdo
los siete partidos con presencia política.
Asimismo,
se aprecia apoyo del gobierno federal para recomponer la administración del
anterior sexenio, donde se asaltó el presupuesto y dejó a Tabasco en una
situación de pobreza y rezago de obras públicas sin precedentes.
Ante
este panorama, enfrentamos una serie de reformas que intentan un nuevo impulso
al crecimiento económico para garantizar los ingresos necesarios para el
gobierno, pero aunque se reconoce la necesidad urgente de estos objetivos, nadie
puede estar de acuerdo en la forma, toda vez que existen mejores caminos para
la modernización, y no con la privatización de la riqueza energética como
plantean el PRI y el PAN.
Cierto
que hay que reinvertir en Pemex y la CFE, pero así como ahora piensan en
quitarles su pasivo laboral, de esa misma forma se pudo reinvertido en ellos
para hacerlos más rentables, más modernos.
Por
otro lado, también se ha planteado un régimen de cero tolerancia a la
corrupción en estas empresas ejemplares en corrupción, pero nadie hace nada, ni
el PAN ni el PRI, que han gobernado al país y tenido su administración.
Junto
con el Verde y el Panal, con los que realizan las reformas para entregar la
renta petrolera y eléctrica a empresas privadas, deberían leer un poco de la
historia reciente, de hace 22 años, cuando se privatizó la banca, un rotundo
fracaso que nos seguirá costando durante más de 40 años a todos, con un costo
superior a 80 mil millones de dólares.
Pero
además, está la de los bancos, ahora en manos extranjeras, que se siguen
llevando la riqueza del país a manos llenas y sólo dejan al pueblo restricción
de créditos, mal servicio, tasas muy altas para el crédito y muy bajas para
quien ahorra. ¿En qué han apoyado el progreso de México? ¿Podemos estar
satisfechos con estas privatizaciones?
También
podemos incluir las líneas aéreas, entre ellas la quiebra de Mexicana de
Aviación, empresa pionera muy importante, donde un fraude dejó a miles de
familias y trabajadores sin empleo ni liquidación.
Teléfonos
de México es otra privatización. Durante muchos años gozó de alta rentabilidad
por sus altos costos y cobro de todos los servicios. Se logró hacer más rica a
una familia a costa del bienestar de los mexicanos ¿Este es el éxito de
privatizar? ¿Así gana México? ¿Así es el progreso?
Ya
ni qué decir de Ferrocarriles “de México”, autopistas, industria cañera, la
segunda harinera del maíz que se privatizó al igual que cientos de empresas que,
o bien se privatizaron o recibieron un trato preferencial para seguir como
monopolios u oligopolios con ganancias extraordinarias a costa de los
mexicanos.
Aprobado
hace apenas un año por el PRI y el PAN, la Ley Federal del Trabajo, decían
éstos, era para darle certidumbre a la inversión privada, fomentar la
inversión, empleo y crecimiento económico, pero ¿Qué sucedió? Todo lo contrario:
Se nos “cayó” la economía.
Realmente
falta credibilidad a la propuesta PRI-PAN, cuyos “logros” nos han costado miles
de millones de dólares, parte de nuestra deuda eterna de más pobres y más
pobreza para el pueblo.
Si
las cosas están bien, como decía Pemex, si esta política es la adecuada, las
preguntas son ¿Por qué aumentan los pobres? ¿Por qué se sigue concentrando la
riqueza en manos de unos cuántos? ¿Por qué no crece la economía de nuestro país
al ritmo que debiera? ¿Por qué los servicios públicos son cada vez peores para el
pueblo?
La
gente en la calle sabe que existe mucha corrupción, y aunque hace 12 años pensó
que con la llegada del PAN sería menor, creció y con el PRI de regreso, la
concentración de la obra pública y las compras de gobierno en empresas del Estado
de México se escucha por todo el país. Luego entonces, ¿Por qué creer que esta
privatización será diferente?
Bien
dijo el diputado Juan Manuel Fócil Pérez: Es clara la postura de la oposición,
pues la misma historia y los mismos actores indican que esto no va por buen camino,
aunque, por el bien de México, quisiéramos estar equivocados, que el mismo PRI
con el mismo PAN dejen de estar vendiendo nuestras riquezas y que la “ganancia”
para México no sea la misma de siempre: Más pobres y más pobreza.
(Permitida
la copia, publicación o reproducción total o parcial de la columna con la cita
del nombre de su autor)
*Luis Angel Cabañas
Basulto, periodista yucateco avecindado en Chetumal, Quintana Roo, con más de
36 años de trayectoria como reportero, jefe de información, editor y jefe de
redacción de diversos medios de información, también ha fungido como Jefe de
Información de dos ex gobernadores y tres presidentes municipales, y publicado
tres libros.
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