¡Protegido de Magistrado y Novelo!
Por Luis A. CABAÑAS BASULTO*
Adivine Usted quién es: Se pasea en
autos de lujo, un Mercedes Benz y un Mustang, así como en camionetas Yukon y
Fussion; posee casa en el Boulevard Bahía de Chetumal, frente a la Fuente del Pescador,
además de ser vecino del ex gobernador Félix González, con dos mansiones en la
exclusiva zona residencial “Andara”, en una de las cuales trabajaba personal
del Departamento de Servicios Generales de la Secretaría Estatal de Salud.
Más aun, tiene un predio en la
avenida Insurgentes, a un costado del Italian Coffe, y lujosa casa en la
costera de Bacalar, en tanto adquirió cinco hectáreas que colindan con la laguna
de Xul-Ha, en el Km. 26 de la carretera Chetumal-Bacalar, mientras que en la
calle 16 de Septiembre de Chetumal posee un terreno donde resguarda un yate y
dos motos acuáticas.
Sin duda alguna, de trata de lujos de
magnate, pero, contra lo que se imagina Usted, no hablamos de Carlos Slim ni de
otro empresario de la lista de “Forbes” o que se haya partido el alma toda la
vida en el trabajo, sino de uno de los nuevos millonarios de esta desastrosa
administración de Quintana Roo que encabeza el cuestionado Roberto Borge.
Conforme a extensa denuncia que llegó
a manos de Irma Ayuso, mejor conocida en redes sociales como “Vani Chetumal”,
misma que “subió” a Facebook, donde pasó prácticamente inadvertido, el nuevo
millonario es el ex Director Administrativo de la mencionada Secretaría (SESA),
Raúl Rolando Aguilar Laguardia.
Nada nuevo se observa en esta
“mancha del tigre”, pues las denuncias contra este funcionario, “protegido” del
ex Auditor Superior del Estado, Emiliano Novelo Rivero, y hermano del Magistrado
del Tribunal Superior de “Justicia” del Estado, Mario Aguilar Laguardia, han
sido la constante durante el gris periodo de Juan Lorenzo Ortegón Pacheco al
frente de SESA.
Una de las más contundentes, lo dio a conocer Noticaribe
hace más de dos años, el 11 de junio, cuando, con el título “Sangran a Salud”, señaló que “Un ‘influyente’
funcionario menor sería la punta de la madeja de la grave corrupción que permea
a la Secretaría”, tras lo cual abundaría que Aguilar Laguardia era señalado por
asignar millonarios contratos a empresas que operaría a través de amigos y
prestanombres.
Pero eso
no fue todo en esa desastrosa Secretaría, a la que aspiran por lo menos, una
tercia de médicos ¡y un odontólogo!, ya que apenas en mayo último, durante las
campañas electorales, con el título “Exhiben al ‘Mapache’ Ortegón”, Luces del Siglo publicó: “Presentan denuncia contra el
secretario de Salud de Borge por ordenar a trabajadores estatales votar
por Mauricio”.
En efecto, la Alianza PAN-PRD
presentó ante la PGR la denuncia por incurrir en delitos electorales, al
ordenar a los trabajadores de la Secretaría “votar a favor del candidato
priísta, Mauricio Góngora Escalante”.
Conforme a la última información, Aguilar
Laguardia habría perdido el estilo de ladrón de “cuello blanco”, ya que tras
ser relevado por Daniel José López Souza para incorporarse el 21 de abril último
a la Comisión para la Juventud y el Deporte -le dio posesión el Secretario de
Gobierno, Román Quián Alcocer-, se llevó todos los muebles, cuadros y hasta expedientes.
Desde 2010, con la designación del
cuestionado Novelo Rivero como titular del Órgano de Fiscalización Superior del
Estado, el ex gobernador Félix González maniobró para que el Congreso hiciera
lo propio con Aguilar Laguardia como suplente, con lo que éste llegó cobijado y
sostenido contra viento y marea por el primero en la Secretaría.
Así, Ortegón Pacheco era simple
adorno de oficina, sin decisión, carácter, ni autoridad frente a ese funcionario,
que desvió recursos en su beneficio, sin pensar en la salud de los niños con
cáncer, en los abuelitos y los quintanarroenses en general, con una ambición sin
límites, pero protegido por el gobernador mismo.
Para cualquiera con nociones más
elementales de aritmética, su desmedido enriquecimiento no corresponde al salario
que devengó en SESA, donde, de acuerdo al tabulador salarial, percibía un
máximo de 27 mil 291 pesos mensuales, cantidad ridícula en comparación con lo
que se embolsó con el manejo de licitaciones, su principal negocio.
El costo de este enriquecimiento
inexplicable, que deberá investigar a fondo el gobierno de Carlos Joaquín
González, lo paga la salud del pueblo, con desabasto de medicinas, químicos y
material de laboratorio, así como con la vida de pacientes que, ante la falta
de recursos, son usuarios de los Servicios Estatales de Salud, donde el daño provocado
por el funcionario sin escrúpulos no tiene nombre, pues lastimó a su pueblo con
la anuencia de Roberto Borge, Mauricio Góngora y Juan Pablo Guillermo.
Estos últimos, como titulares de
Hacienda, transferían recursos a la Secretaría que, como recursos estatales, no
los audita la Federación, sino la Contraloría del Estado, por lo que no había
ningún problema, y Aguilar Laguardia realizaba compras ficticias de insumos no
inventariables.
Para ese efecto, sus “colaboradores”
en adquisiciones ficticias serían Raúl Mezquita Mayora (su compadre), Andrés
Galván Madrid, Endira Candelario (pareja de Jorge Manuel Marzuca, funcionario
de API encargado de la operación de barcos Caribe, propiedad de Borge Angulo),
Rodolfo Velázquez Paz (ex prófugo por homicidio imprudencial), Carlos Vázquez y
Marcos Gutiérrez Méndez, todos de Recursos Materiales.
Lo cierto es que resulta “increíble”
que Ortegón Pacheco y su área Jurídica no se hayan percatado, aunque se trata
de expertos falsificadores de documentación, contratos, oficios, fianzas,
firmas y sellos oficiales de todas las unidades administrativas de SESA, así
como de la propia firma del Secretario y el “visto bueno” del Jurídico.
Como “consuelo” para Ortegón Pacheco,
le dejaron operar la Dirección de Regulación Sanitaria, donde, no obstante, el
funcionario también mostró el cobre de la moneda al cobrarle derecho de piso a
los restauranteros.
Lo cierto
es que su falta de
control convirtió a SESA en un nido de corrupción que la sangró con contratos
millonarios asignados a empresas sospechosamente vinculadas al responsable de
administrar el presupuesto, protegido por personajes de primer nivel. Desde lo
“oscurito”, Aguilar Laguardia habría desviado más de 100 millones de pesos.
Cuñado de la subsecretaria de
Cultura, Lilián Villanueva Chan -también beneficiada ampliamente desde la
anterior administración-, el funcionario otorgó a discreción millonarias
licitaciones, muchas de ellas a empresas de su propiedad, pero a través de “prestanombres”.
Entre éstos se incluyen el ex
futbolista Juan Parra Castro y el hermano de éste, Luis Alberto “Chino” Parra,
así como Dominga Adriana Aguilera Torres, que crearon empresas asociados con
Aguilar Laguardia para proveer a la Secretaría desde servicios de “coffee break”,
papelería y cómputo, hasta uniformes y material médico.
Estructuradas con el único propósito
de sangrar a la SESA, las empresas se adjudicaban directamente la mayor parte
de las licitaciones, ya que el resto se veía obligado a pagar hasta el 20% del
valor del contrato en efectivo para considerarse proveedor.
Las cantidades erogadas en esas
licitaciones son enormes. Por ejemplo, en la EA923009999-N18-2012, para adquirir
insecticidas contra el dengue, se pagaron
70 millones de pesos, aunque nunca se recibió el material.
Otra más, a favor de “Cuatro del
Golfo”, fue un sistema de generación de tableros de control de indicadores
claves de todos los procesos financieros y fiscales, por el que se erogaron 149.6
millones de pesos.
También denunciado por Noticaribe,
la licitación EA923009999-N35-2012, para adquirir un sistema de sondeo de
servidores y otros servicios informáticos, fue por más de 68.8 millones de
pesos, en favor de “Insersa Servicios Integrales”, que presumiblemente manejaba
el buen Raúl.
Por el suministro de servidores de
cómputo, SESA pagó más de 76 millones a otra empresa, mientras que por el
diseño para gestionar y controlar tarjetas de salud, lanzó otra licitación, por
84.5 millones, en favor de la empresa “Beco Peninsular”.
Por tan sólo estas cinco
licitaciones, con precios estratosféricos, muy por encima de los comunes, la
Secretaría erogó más de 4 mil 461 millones de pesos, en todas las cuales Aguilar
Laguardia operó para favorecer “cuates”.
Uno de los proveedores por
excelencia de la Secretaría era Juan Parra, ex jugador de los Tecos, quien
surte o surtía ropa hospitalaria, uniformes y ropa del personal de Vectores, a
través de licitaciones que directamente le entregaba Aguilar Laguardia, con
quien lo liga una íntima amistad.
Fanático del futbol, este llenó la
nómina de la Secretaría con jugadores locales, a los que asignó puestos bien
remunerados pese a carecer del perfil necesario,
entre éstos Mézquita Mayora (subdirector de Recursos Materiales), Jorge Uc
Angulo (jefe del departamento de Tesorería), Rodolfo Velázquez Paz
(incondicional del Departamento de Licitaciones, pese a no ser jefe), Javier
Alcocer Betancourt (jefe de informática y sistemas) y otros más de plazas
menores, la mayoría en Servicios Generales.
Curiosamente, todos ellos formaban
parte del equipo de fútbol de la Auditoría Superior, multicampeón de la liga
local y todos amigos y protegidos de Aguilar Laguardia.
Es evidente que Ortegón Pacheco
sabía de todas las irregularidades, pero sólo habría dos razones para tolerarlas,
o bien fue cómplice en las millonarias asignaciones a empresas afines, o bien no tuvo
más opción que hacerse de la “vista gorda”. Lo que no puede pretextar es
ignorancia.
Otra “herencia maldita” de Emiliano
Novelo, que permanece intocable en la Secretaría es también “administrador”,
pero de la Jurisdicción Sanitaria Número Uno, es José Joaquín Calderón Guzmán,
quien mantiene de cabeza, totalmente desabastecido al sector, y corriendo personal
para colocar adeptos.
Lo cierto es que, de haber ganado
el PRI las elecciones de junio, no hubiera renunciado Emiliano Novelo, la
autorización de las “cuentas” de la Secretaría de Salud hubieran resultado “pan
comido”, y Aguilar Laguardia, a quien se llegó a mencionar como su sustituto
por ser su suplente -¡la iglesia en manos de Lutero!- seguiría viviendo
tranquilamente con sus millones.
Por si fuera poco, el funcionario
es nada menos que presidente del club de fútbol de Tercera División, Tigrillos de
Chetumal, que debió mendigarle liberar unos 130 mil pesos para el pago de
inscripción y registro de jugadores y cuerpo técnico, mientras él nada entre
una millonada de recursos.
(Permitida
la copia, publicación o reproducción total o parcial de la columna con la cita
del nombre de su autor)
*Luis
Angel Cabañas Basulto es Licenciado en Derecho egresado de la Universidad
Autónoma de Yucatán, periodista residente en Chetumal, Quintana Roo, desde hace
29 años, con más de 39 años como reportero, jefe de información, editor y jefe
de redacción de diversos medios de información, ha sido Jefe de Información de
dos gobernadores y tres presidentes municipales, y publicado cuatro libros.
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