Comunismo de Cuba y China, ¡totalmente diferente!
Lic. Luis A. CABAÑAS BASULTO*
A
principios de 1990, con ocasión de una gira de trabajo por programas de fomento
a actividades pesqueras, agrícolas y ganaderas de Quintana Roo, el entonces
gobernador Miguel Borge Martín -nuestro agradecimiento, aunque por equivocación, habíamos escrito el nombre de su sobrino Roberto- nos invitó, junto con
el colega Jorge Cruz Escalante, a una gira de varios días a una, para nosotros,
desconocida Habana, Cuba.
Prácticamente 35 años después, recordamos sus hermosas
playas y guapas mujeres, aunque también su excesiva basura por todas las calles
y sus viviendas y descoloridos edificios a punto de caer que, incomparables con
una inimaginable cortesía y muestras de buena voluntad, brindaba a aquél
nuestro grupo de viaje conformado por alrededor de una veintena de funcionarios,
entre ellos el entonces Secretario de Desarrollo Agropecuario, el desaparecido Salim
Marrufo Juan, y sólo dos periodistas, ambos de medios locales.
Lo cierto es que después de esos 35 años seguimos
constatando vía redes sociales la falta de trabajo público de la entonces isla
gobernada por Fidel Castro Ruiz, quien sólo podía presumir de elegancia en
sitios apartados del pueblo, con suntuosas residencias, propiedad de
funcionarios y otras personalidades de ese régimen comunista que se mantiene.
Al igual que ahora, sólo se podían observar automóviles
manejados por esos privilegiados, mientras que el resto de vehículos, inclusive
los rentados para turistas, eran prácticamente “de medio pelo”. También exclusivos
para el turismo eran las innumerables tiendas, restaurantes y hoteles, de
acceso prohibido para los cubanos, que abundaban por las calles buscando
comprar o cambiar dólares por pesos cubanos, en ese entonces hasta 5 por 1.
La oferta de hermosas mujeres necesitadas -“jineteras” les
llaman algunos- también era frecuente por las calles, donde era seguro escuchar
la frase: “Te la vendo, es mi hermana o es mi esposa”.
¿Qué tanto han cambiado las cosas? Absolutamente nada. Se vive
exactamente igual, lo que es pretexto para mucha gente para decir que el
comunismo es un fracaso, cuando que, dígase lo que se diga, China vive un
sistema político similar, y su vida es totalmente diferente. Exactamente lo
contrario, diríamos.
En este sentido, nos dimos buscamos opiniones del porqué del
fracaso de uno y el rotundo éxito del otro, ya que ambos sistemas se definen a
sí mismos como comunistas. Ambos con partido único y los dos, con
características distintas, gobiernos autoritarios. ¿Pero cuánto se parecen sus
modelos políticos? ¿Se pueden extrapolar experiencias entre uno y otro?
Así,
el portal de BBC Mundo explica en nueve puntos las principales similitudes y
diferencias entre ambos modelos; la primera de ellas que el país asiático posee
una economía de libre mercado dirigida por el Estado, en general -más allá de
Cuba- un tema que los países en desarrollo están mirando para saber qué se
puede aprender, explica Ariel Armony, director del Centro de Estudios Latinoamericanos
de la Universidad de Miami.
El
problema es que China es un caso muy específico y difícil extraer lecciones
aplicables a otros contextos, afirma el también coautor de “From the Great Wall
to the New World: China and Latin America in the 21st Century” (De la gran
muralla al nuevo mundo: China y América Latina en el siglo 21)
Por
su parte, el profesor del Centro de Investigaciones de Economía Internacional
de la Universidad de La Habana, Julio Díaz Vázquez, también sostiene que “el
modelo chino no es clonable porque responde a otros intereses, a otra cultura.
Fue algo distinto siempre”, afirma.
Aunque
ambos países han mantenido una larga relación bilateral, Cuba no es una
referencia para China, comenta Yuwen Wu, periodista del servicio chino de la
BBC “Se admira a sus médicos y sus servicios de salud, pero no creo que el
modelo chino haya aprendido algo del cubano”.
Sin
embargo, los líderes chinos todavía se refieren a Cuba con camaradería, explica
Wu, y esa es para ella una de las razones por las que Xi Jinping visitó la isla.
La
ex embajadora de China en Cuba, Liu Yuqin, dijo al Diario del Pueblo, periódico
oficial del Partido Comunista. que Cuba “es buen amigo, camarada, hermano”,
cuyos habitantes han aprendido de la reforma económica china y que la visita de
Xi es una aprobación de los cambios en la isla.
En
efecto, para Cuba, el modelo chino ha sido un referente importante. Como
recuerda Carmelo Mesa Lago en su libro “Cuba en la era de Raúl Castro”, los
modelos chino y vietnamita resultan atractivos para la dirigencia cubana porque
combinan fuerte dinamismo económico y mejora en los niveles de vida,
manteniendo un partido comunista único.
“No
obstante, Fidel rechazó repetidamente la factibilidad de la vía china, por
tener condiciones facilitadoras no existentes en Cuba: Enorme extensión
territorial y poder económico, lejanía de los EE.UU. e inversión extranjera”,
agrega.
El
proceso de transformación dirigido por el líder Deng Xiaoping buscaba
transformar a la estancada y empobrecida economía planificada en una economía
de mercado, capaz de generar mayor crecimiento económico.
“En
el proceso de reformas de China, la transformación del Estado involucró la
descentralización del proceso de toma de decisiones hacia las autoridades locales
y en Cuba no ocurre lo mismo”, afirma el profesor Armony.
Los
chinos descolectivizaron la agricultura, la apertura del país a la inversión
extranjera y el permiso a emprendedores a iniciar empresas, reformas similares
a la de Raúl Castro desde su llegada al poder. No obstante, destaca Mesa Lago, mantuvo
el modelo económico socialista, con predominio del plano central y la empresa
estatal.
La
burocracia china no se opuso cuando Deng Xiaoping comenzó el proceso de reformas
tras la muerte de Mao y ocurrió una suerte de “purga no violenta” entre los
cuadros tradicionales del Estado y del Partido Comunista, muy importante. “Si
se quieren reformas, hay que garantizar que la burocracia estatal se sumará al
proceso y no pondrá obstáculos”, sostiene Armony.
China
previó desigualdades con las reformas y Deng aceptó que una minoría se hiciese
rica y emergiera una clase media que concentra la promesa del crecimiento
económico futuro. “En China un grupo se ha hecho hiper rico, pero también han
salido millones de personas de la pobreza. Ya China no puede sustentar el
crecimiento que tenía en función de un modelo exportador, ahora es el gran
momento del consumo interno”, explica.
La
cubana, por lo pronto, es una sociedad con pocos recursos que se ha vuelto mucho
más desigual de lo que era -entre otros, por el efecto de las remesas en
dólares y la corrupción- a pesar de que el gobierno no ha dado rienda suelta al
emprendimiento.
En
Cuba, si tienes un comercio y logras ganancias, te puedes comprar un carro, pero
las reformas no permiten invertir en nuevas iniciativas, ni contratar más
trabajadores de los que el gobierno permita. El Estado lo sigue controlando y
no permite desarrollar esta clase media, central para mantener el poder
político, sostiene Armony.
Según
el profesor Díaz Vázquez, aún parece lejana en Cuba la idea de alentar la
iniciativa individual para desarrollar las fuerzas productivas, como hizo
China.
Uno
de los problemas de su economía es alto nivel educacional de su fuerza de
trabajo, que no se refleja en la producción. Tiene más de un millón de graduados
universitarios, ¿y dónde está el impacto de esa fuerza de trabajo calificada en
producción? 36% de los graduados no trabaja en su especialidad. Si fuera Marx,
diría que allí se botó el dinero, opina el catedrático de la Universidad de La
Habana.
Cada
reforma económica general de China, se aprobó antes de manera local, como en el
caso de su “zonas francas”, que comenzaron en el Sur.
La
experimentación fue elemento importante de su transformación. Se pudo ver qué
funcionaba y qué no, se pensaba ajustarlo y una vez que funcionaba, replicaba
en otros lados. Luego el modelo cambió por otro de competencia entre
provincias. Nada de esto hay en Cuba. Ninguna de las reformas nos hace pensar
eso, dice Armony, y agrega que China comete errores, pero los revisa, analiza y
acciona en función de aprender. Tiene una estrategia hacia adelante, no da un
paso adelante y tres para atrás, finaliza.
Además
de inversión extranjera, en China hay empresas estatales que funcionan, en gran
medida, como, con el objetivo de logros económicos. Guardan estrecha relación
con la banca, y se comportan como agentes capitalistas. A partir del 2000, el
Estado les pidió exportar, invertir, buscar negocios, y es cuando empezaron a
adquirir dimensión global.
Agrega
que tienen acceso directo en gran cantidad a financiamientos de bancos, fundamental
de su éxito en el exterior. Cuando van y compiten por una concesión de minería,
petrolera, pueden llevar además una promesa de infraestructura. Son empresas
del Estado, que se mueven como privadas, pero con dinero estatal. ¿Cómo puede
competir con China una empresa privada de Occidente, sin un financiamiento tan
fácil y barato?
Cuba,
en cambio, no reconoce necesario replantear el funcionamiento de sus empresas, mayoritariamente
improductivas y gran carga burocrática. Se proyecta internacionalmente de
manera muy limitada, con misiones médicas, por ejemplo. Desde el punto de vista
económico, ha reemplazado parte del antiguo subsidio de la URSS con el
venezolano y depende de ese dinero.
“En
mi experiencia enseñando en China, pese a que hay mucho que no se pueden hacer,
existen espacios abiertos a la discusión y la controversia. El control existe,
hay un fuerte monitoreo de comunicaciones, pero hay espacios para que los jóvenes
debatan, critiquen. Uno de ellos las universidades”, dice.
Un
informe de la revista de comunicación Infoamérica de 2009 asegura que la
evolución de Cuba en materia de libertad de expresión es mínima. “La Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, en Relatoría Especial para la Libertad de
Expresión, dice que es el único país de América donde no existe esa libertad y
más periodistas encarcelados por motivos profesionales”.
Cinco
años después, en 2014, el acceso a Internet -muy limitado- ha jugado papel
importante en espacios para la discusión. Para los académicos, la idea de
pensar que los chinos aspiran a una democracia es una falsa creencia de
Occidente sin realmente conocer la realidad del país, opina Armony.
Los
jóvenes chinos se interesan en afirmar su pertenencia a la clase media. Es lo
que les importa. Trabajo estable, vivienda, auto. Acceso a bienes de consumo. “Este
escenario preocupa al partido Comunista porque si se contrae la economía y no
hay trabajos que respondan a la expansión increíble de la educación superior,
puede haber problemas: si voy a la universidad, no quiero trabajar en una
fábrica”.
Tras
décadas de la política del hijo único, en un país sin sistema de pensión, sus
jóvenes tienen una preocupación extra: Saben que se tienen que encargar de los
padres.
En
Cuba, los jóvenes que impulsan las reformas apuestan por métodos diversos. Su
atrevimiento, en un país donde disentir puede ser penado incluso con cárcel, es
signo de que los tiempos están cambiando.
Xi
Jinping lanzó fuerte campaña contra la corrupción en el Estado y el partido. “Es
gigante, terrible y está teniendo una influencia muy negativa”, dice Armony. “A
la gente le enoja saber que los funcionarios públicos -a todos niveles- viven
mejor y que los ricos estén por encima de la ley".
En
Cuba, el gobierno de Raúl Castro emprendió una campaña de castigo a la
corrupción luego de suceder a su hermano, cuando dijo que es uno de los
principales enemigos de la revolución…, pero con el nuevo mandatario, con Miguel
Díaz-Canel, parece ser exactamente lo contrario.
Titulado como Licenciado en Derecho
en la Universidad Autónoma de Yucatán, cuenta con siete Diplomados, tres de
ellos en materia de Juicio de Amparo (2017, 2019 y 2021), Derechos Humanos y Sistema
Acusatorio; La Familia y los Derechos Humanos; y Acceso a la Justicia en
Materia de Derechos Humanos, así como con más de 75 Seminarios, Talleres,
Cursos y Conferencias.
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