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En primera fila
                         Existir, ¡de puro milagro!
                                                           Por Luis A. CABAÑAS BASULTO*
Apenas aprobada en mayo por la Cámara de Diputados, aunque Usted no lo crea, a propuesta de la oposición, la Ley General de Protección Civil creó conciencia en torno al inminente, grave, permanente peligro que vivimos los habitantes de la tierra -los terrícolas, dirían en las películas de marcianos-, y hace apenas una semana volvimos a vivir ese inminente riesgo que muchos apáticos reniegan por no caerles aún “el veinte”.
En efecto, el domingo último por la madrugada, un asteroide llamado “La Bestia” por tu tamaño, rondó la Tierra a una velocidad siete veces mayor que la de un tiro de rifle, aunque, conforme a las predicciones, no resultaría un peligro, lo que no significa que siempre corramos con la misma buena SUERTE -no se le puede llamar de otro modo- que hasta hoy.
Lo cierto que desde siempre se ha venido hablando de impactantes asteroides que pudieran acabar con la Tierra, incluso en las predicciones Mayas, donde se habló sobre un eventual cataclismo, pero nada sucedió, pese a que los agoreros de la noticia señalaban que el 22 de diciembre del año 2012 se acabaría el mundo porque dos naves se dirigían a la tierra. Otros decían que era un asteroide.
 Debe querernos mucho Dios y estarnos dando señales de un posible final, ya que en no pocas ocasiones hemos corrido riesgos similares, por ejemplo el 3 de mayo, cuando un “pequeño” asteroide del tamaño de un autobús, llamado 2014 HL129, pasó cerca de la Tierra, a unos 300 mil kilómetros, una distancia menor de la que nos separa de la Luna (380 mil kilómetros) No supuso ningún riesgo, pero la roca era completamente desconocida y sorprendió a los expertos de la NASA.
El asteroide, de 7.6 metros de largo, tuvo su máxima aproximación por la madrugada y nos rozó apenas 5 días después de que lo descubriera el Proyecto de Vigilancia de Asteroides de la NASA y gracias a una alerta del Centro de Planetas Menores, brazo de la Unión Astronómica Internacional dedicado a hacer públicos los hallazgos de nuevos asteroides.
De haber caído sobre la Tierra, la roca pudo destruir una pequeña ciudad, ya que su impacto hubiera liberado una energía similar a la mitad de la bomba atómica de Hiroshima en 1945, y de ahí que la NASA y otras organizaciones científicas monitorizan constantemente el cielo en busca de asteroides que pudieran afectar nuestro planeta, aunque no es la primera vez que nos roza un asteroide descubierto con muy poca anticipación.
Así, en marzo último, uno mucho mayor, llamado 2014 DX110, pasó a 348 mil kilómetros de la Tierra, igualmente apenas cinco días después de haberse descubierto. De ser más pequeñas -como el famoso meteorito que cayó en febrero del 2013 en Chelyabinsk, Rusia- los expertos son incapaces de detectar su presencia hasta que no irrumpen en nuestra atmósfera.
Sin intenciones de hacer caer en el pánico, parece demasiado claro que todas las naciones de la Tierra deberían colaborar en la creación de un sistema fiable de detección -y eliminación, de ser posible - de los asteroides que supongan algún riesgo para nuestra seguridad. Los dinosaurios no tenían nada así y ya sabemos cómo acabó la historia.
Contra lo que se supone, los riesgos de desastre por el impacto de fenómenos espaciales en la tierra son relativamente altos. Ya sea en forma de meteoritos y, sobre todo, de tormentas solares, estos fenómenos pueden generar súbitas y graves alteraciones.
Año con año meteoritos de tamaño considerable impactan la tierra, y pese a que la gran mayoría se desintegra en su paso por la atmósfera, no se puede descartar un impacto directo con graves consecuencias, tal y como en la zona poblada de Rusia, en los Urales -frontera entre Europa y Asia-, donde unas mil personas resultaron heridas con una energía liberada similar a 500 kilotones, o sea 30 veces la fuerza de la bomba de Hiroshima.
En este sentido, no es ocioso atender el tema, por remoto que parezca, y el gobierno debe estar mejor preparado para atender posibles consecuencias, para dejar de depender de nuestra buena suerte.
En el medio científico es cada vez mayor la preocupación por las consecuencias de las tormentas solares en los sistemas eléctricos y de telecomunicaciones, ya que una fuerte radiación solar, consecuente de estas tormentas, podría afectar severamente la comunicación satelital, celular y todos los sistemas industriales y domésticos que emplean energía eléctrica, lo que, a su vez, podría producir incidentes masivos.
Por ejemplo, en marzo de 1989 el impacto de intensas tormentas solares en Quebec, Canadá, dejó a millones de personas sin electricidad por espacio de varios días y afectó por semanas las comunicaciones radiales de la región.
La propia ONU, a través de su Comité de Uso Pacífico del Espacio, destacó recientemente la necesidad de incrementar la coordinación entre organismos y gobiernos internacionales para monitorear y generar acciones de prevención y protección civil a la población en estos casos de desastre.
Así las cosas, el diputado perredista Andrés Eloy Martínez Rojas fue quien presentó iniciativa para reformar los artículos 2 y 82 de la Ley General de Protección Civil para incorporar los fenómenos astronómicos, basados en una propuesta de la Agencia Espacial Mexicana, cuya experiencia y capacidad técnica y científica favoreció la redacción del texto.
“La Bestia”, de unos 325 metros de diámetro, similar al de un portaaviones, no debió asustarnos porque no tenía ninguna posibilidad de chocar contra la Tierra -pasó a aproximadamente tres veces la distancia con la Luna-, pero sí alertarnos por haber sido descubierto tan sólo dos meses antes, ya que el tiempo con el que son observadas estas rocas es crucial en caso de que a futuro se pueda hacer algo para defendernos de un probable impacto.
         Con ello quizá podamos evitar seguir viviendo ¡De puro milagro!

(Permitida la copia, publicación o reproducción total o parcial de la columna con la cita del nombre de su autor)

*Luis Angel Cabañas Basulto, periodista yucateco avecindado en Chetumal, Quintana Roo, con más de 36 años de trayectoria como reportero, jefe de información, editor y jefe de redacción de diversos medios de información, también ha fungido como Jefe de Información de dos ex gobernadores y tres presidentes municipales, y publicado tres libros.


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