En primera fila
Ejército mexicano, de entredicho
Por Luis A. CABAÑAS BASULTO*
Otrora honrado por un histórico papel, sólo maculado por
su no menos histórica participación en los hechos estudiantiles del 68, el
papel del siempre glorioso Ejército mexicano se ha puesto de entredicho como
garante de la defensa de la ciudadanía en los últimos años, ahora ya no tan
sólo en su lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado, sino en su
relación con los medios de comunicación.
Y conste que no sólo nos referimos a
que se trata de una institución totalmente cerrada a la información, como lo es también respecto
a la ciudadanía en general, sino también a que ahora confronta a los propios
medios como si se tratara de sus enemigos, o como si éstos, al igual que ella,
también cumplen co un sagrado trabajo, quizá igual o más importante.
De ello ya existían cumplidas muestras
en cualquier evento en que han coincidido prensa-militares de Quintana Roo,
aunque hace unos días, una semana para ser precisos, en redes sociales circuló
a través de una página una repugnante actitud de elementos de la Secretaría de
la Defensa Nacional de la fronteriza Tamaulipas contra colegas de aquella
entidad priísta controlada por el narcotráfico.
Según la crónica, a la que no se dio la misma difusión
nacional como la que recibe el presidente Enrique Peña Nieto, por ejemplo tan
sólo por verse más flaco, los militares golpearon y amenazaron con
“desaparecer” a tres reporteros que acudieron a Nuevo Laredo para darle
cobertura a un hecho de tránsito provocado por su personal.
El Comité de Derechos Humanos de esa ciudad recibió la
queja de los reporteros Neftalí Antonio, Mario Mosqueda y Abisaí Rubio, a
quienes, además de romperles sus cámaras fotográficas, los mílites amenazaron
de muerte y golpearon a plena luz del día y en plena calle, donde poco antes
chocaron una patrulla que el Gobierno del Estado les asignó contra un camión
urbano, con salgo de dos uniformados lesionados.
Debidamente identificados los reporteros acudieron al
lugar y, como en cualquier situación de esa naturaleza, tomaban fotos y video,
cuando, sin decir “agua va”, un grupo de soldados se abalanzó contra ellos
tratando de despojarlos de su equipo de trabajo, mientras los insultaban y
amenazaban. Abisai Rubio documentaba la agresión hasta que varios militares lo
golpearon, rompieron una cámara fotográfica y amenazaron.
Pero además, como si fueran delincuentes, intentaron
esposarlos y subirlos a una patrulla porque los iban a desaparecer, pese a
identificarse como periodistas, aunque el chofer del camión urbano, afectado con
el choque, no corrió mejor suerte, ya que fue bajado a golpes, insultado y detenido
por los soldados, responsables del percance.
Lo más curioso del caso es que los militares responsables
de la opresión forman parte de un operativo irónicamente llamado ¡Seguridad
Tamaulipas! y que, pese a que lugareños se percataban de lo que ocurría, sólo
se “calmaron” con la llegada de otros reporteros a los que, sin embargo, también
los agredieron verbalmente los militares, que a toda costa pretendían evitar la
difusión de lo ocurrido.
Esta agresión militar en Nuevo Laredo coincide que el
reciente sondeo de la casa especializada Consulta Mitofski, en el sentido de
que, según publicó la “Agencia Quadratín” en la dirección http://www.quadratin.com.mx/sucesos/Crece-confianza-en-la-Marina-revela-encuesta-Mitofsky/,
la Marina Armada de México sigue siendo la institución mejor evaluada por la
ciudadanía, y en la última encuesta de opinión obtuvo una calificación de 8.3
puntos en una escala del cero al 10.
En su más reciente trabajo, la consultora refiere que “… la
Policía Federal pasa apenas “de panzazo”
con 6.6 puntos de la escala”. De acuerdo con los sondeos de Roy Campos,
“tres de cada cuatro mexicanos califican como ‘bueno’ el trabajo de la Marina
Armada, 6 por ciento que dice que ha sido malo”, especifica. El porcentaje de
confianza muestra prácticamente la misma tendencia en la opinión de los
mexicanos, pues según la encuesta el 55 por ciento confía “mucho” en la Marina.
El caso es que hasta hoy se ignora cuál sea la
capacitación, metodología educativa o materias que se impartan en una y otra
institución; si sea o no necesario acreditar algún curso o simplemente aprender
a decir “sí señor” -a sus mandos, desde luego-, aunque casi podríamos asegurar
que, al menos en el caso del Ejército, a lo que menos se les inculca es al
respeto de los derechos humanos. Nunca han demostrado lo contrario.
La agresión de aquellos periodistas deberá ser objeto de
minuciosa investigación, ya no digamos de las diversas instancias de la
Comisión de Derechos Humanos, inclusive de la Comisión Interamericana, sino de
la propia Secretaría de la Defensa que, por principio de cuentas, deberá poner
de manifiesto que se trata realmente de una institución al servicio de la
nación y que sus elementos son gente de vocación, y no “busca-chambas”.
Es una verdadera lástima que en pleno siglo XXI existan
instancias tan blindadas como sus vehículos, en las que sólo sus integrantes
saben cómo opera. Sus razones de “seguridad” no les otorgan ningún privilegio
diferente al resto de los mexicanos, al grado tal que eviten a capa y espada
ser juzgados por tribunales civiles, como si fueran mexicanos “de primera”.
Se reconoce y agradece su labor social y participación en
apoyo de la población ante eventualidades de la naturaleza, pero creemos que su
labor también tiene que ver con el amor al uniforme y todo lo que significa
ante los ojos de la población civil, pero sus propios mandos deberían
enseñarles que son tan mexicanos como el resto de la población, con la
diferencia de que ser militar no sólo implica un sueldo, sino también el
respeto y amor a la patria… y a sus compatriotas. Sean éstos reporteros o no.
(Permitida la copia, publicación o reproducción
total o parcial de la columna con la cita del nombre de su autor)
*Luis
Angel Cabañas Basulto, periodista yucateco avecindado en Chetumal, Quintana
Roo, con más de 36 años de trayectoria como reportero, jefe de información,
editor y jefe de redacción de diversos medios de información, también ha
fungido como Jefe de Información de dos ex gobernadores y tres presidentes
municipales, y publicado tres libros.
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