En
primera fila
¿Temor al Ejecutivo?
Por LUIS A. CABAÑAS BASULTO
Pese
a tratarse de un problema de salud pública en México, sobre el cual la propia Organización
Mundial de la Salud (OMS) ha emitido cinco recomendaciones en torno a la
publicidad de alimentos y bebidas altas en calorías, los diputados federales
siguen sin darle la debido importancia y tan sólo se limitan a “cumplir” trámites
a medias.
Ese
fue el caso de una sesión de este mes, cuando, con ocasión de “robar cámara”
durante la disputa de espacios con el proyecto de la nueva Ley de
Telecomunicaciones, todos querían hacer uso de la tribuna, pero sólo la
perredista capitalina Alliet Mariana Bautista Bravo presentó un ambicioso proyecto
para reformar y adicionar la Ley Federal de Radio y Televisión.
Su
iniciativa se refería al problema que reconocen los propios organismos de salud
del país, en el sentido de que tenemos a los niños y niñas más obesos del
mundo, pues México se ubica entre el primer y segundo lugar, debido
principalmente a que los anuncios publicitarios a diario bombardeados sus
mentes en horarios “Triple A”, que tienen que ver con los horarios infantiles.
En
este sentido, la propuesta, finalmente turnada a las Comisiones Unidas de Radio
y Televisión, y Derecho a la Niñez de la
Cámara de Diputados, impulsaba la regulación de esos niveles de publicidad,
toda vez que existen cadenas de hamburguesas en México que no escatiman en los
millones de pesos que dedican a la difusión.
A
la cabeza se ubica una cadena de restaurantes de hamburguesas, con un gasto de 957
millones de dólares anuales en ese renglón, aunque también figura otra de tortas fías, con 516 millones, o sea que dos
de las empresas de alimentos y bebidas altas en calorías más importantes del
mundo no escatiman gastos para
transmitir sus anuncios publicitarios.
Por
su parte, la OMS sugiere a sus países miembros considerar métodos progresivos o
integrales para reducir la promoción de alimentos ricos en grasas saturadas,
ácidos grasos de tipo “trans” o azúcares libres o sal dirigida a los niños y establece
que los entornos donde se reúnen éstos deben estar libres de toda promoción de estos
“alimentos”.
Asimismo,
la Convención sobre los Derechos de los Niños obliga a sus miembros a combatir
las enfermedades y mala nutrición en el marco de la atención primaria de la
salud, entre otros, a través de la aplicación de la tecnología disponible y el
suministro de alimentos nutritivos, adecuados y el agua potable salubre.
Cabe
señalar que el Derecho Internacional ha contribuido a disminuir esta publicidad,
por ejemplo el Código de Ética del Consejo de Autorregulación y Etica Publicitaria;
el Código de la Cámara Internacional de Comercio de Prácticas Publicitarias y
de Comunicación Comercial; el Marco de Referencia de la Cámara Internacional de
Comercio para la Comunicación Comercial Responsable de Alimentos y Bebidas, y
Normas de Calidad Aplicables a Alimentos y Bebidas no Alcohólicas.
Complementan
la lista la Estrategia Mundial sobre Régimen Alimentario, Actividad Física y
Salud de la OMS; Estrategia Mundial para la Prevención y el Control de las
Enfermedades no Transmisibles de la OMS;
el Código de la Autorregulación de la Publicidad de Alimentos y Bebidas Dirigida a Menores, y el
Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos.
En
el caso de nuestro país lo único que realmente necesitamos es que la Ley
prohíba claramente la publicidad de alimentos “chatarra” dirigida especialmente
a los niños, ya que, así como se prohíbe
la publicidad de tabaco y alcohol en horarios infantiles de TV, tampoco se debería
permitir dirigir la publicidad en alimentos “chatarra” a los niños.
Se sabe que México ocupa el primer
lugar en obesidad infantil, y de ahí que se deban adoptar medidas desde el propio
Poder Legislativo, en el sentido de obligar al Ejecutivo a hacer cumplir este
tipo de medidas que ayudarán, si no a terminar, por lo menos SI a combatir la
obesidad. ¿Por qué no lo hacen? ¿Acaso podría traducirse en un marcado temor?
Tal
y como plantearon los diputados la Comisión de Alimentación, el petista Ricardo
Cantú Garza, la priista Dulce María Muñiz Martínez y el perredista Roberto
López Rosado, todos tenemos algún familiar adicto por ejemplo a la Coca o a la
Pepsi Cola y muchas veces este vicio proviene de la infancia, pues existe muchísima publicidad
de este tipo que carece de de algún valor nutricional, pero muchos de ellos
crean adicción y contienen químicos o conservadores dañinos a la salud.
Por
si fuera poco, no sólo carecen de algún valor alimenticio, sino que contienen
colorantes y conservadores dañinos para la salud y, lamentablemente, quienes
debieran evitarlo, los legisladores, permiten que sean vistos por los niños en
horarios propios para ellos, y de ahí que deba prohibirse explícitamente en
televisión y salas de cine, donde también existe mucha publicidad infantil.
En lugar de buscar su beneficio
personal o lucro político, quienes pretenden ser verdaderos representantes
“populares” de los diversos grupos parlamentarios deberían estar conscientes de
ese grave problema social, ya que, quiérase o no, también repercute entre los
adultos.
(Permitida la copia, publicación o reproducción
total o parcial de la columna con la cita del nombre de su autor)
*Luis
Angel Cabañas Basulto, periodista yucateco avecindado en Chetumal, Quintana
Roo, con más de 36 años de trayectoria como reportero, jefe de información,
editor y jefe de redacción de diversos medios de información, también ha
fungido como Jefe de Información de dos ex gobernadores y tres presidentes
municipales, y publicado tres libros.
Comentarios
Publicar un comentario