“Nativismo”: De Mario Villanueva a
Borge
Por Luis A. CABAÑAS BASULTO*
Independientemente
del propósito de la polémica, controvertida declaración del gobernador, Roberto
Borge, en torno al quintanarroísmo -con ocasión del último informe de Raymundo
King-, el caso obliga a remitirnos a los antecedentes del nativismo en Quintana
Roo, un movimiento al que nos referimos hace 14 años en nuestro primer libro,
“La última oportunidad del PRI: Vida de tres gobiernos”.
Curiosamente, uno de los principales
involucrados en este movimiento fue el tío del mandatario, el ex gobernador
Miguel Borge Martín (1987-93), quien, recordamos, luchó ferozmente contra el
nativismo, ya que su favorito para la sucesión era un NO-nativo, el veracruzano
Joaquín González Castro, “El Quino”, un político de amplia trayectoria ante el
que competía el entonces senador quintanarroense Mario Villanueva Madrid.
Para
ese efecto, éste último organizó y patrocinó un no menos polémico grupo, llamado
Movimiento de Unificación Quintanarroense (MUQ), con el que buscaba enfrentar
la inminente candidatura de González Castro en el PRI, al que se impuso de
última hora, se hizo su amigo, y el MUQ perdió esencia y objetivo junto con el
término de quintanarroísmo.
Según
relatamos en nuestro libro, uno de los últimos Territorios convertidos en
Estado, Quintana Roo sufrió antaño la imposición de delegados que, con equipos
conformados de “caza-fortunas”, saquearon prácticamente nuestras riquezas, sobre
todo forestales, sin que los quintanarroenses pudieran remediarlo ante el
riesgo de agresiones, cárcel, persecución o exilio.
Ello
motivó la conformación de grupos nativistas que reclamaban el autogobierno, en
una inquietud que culminó cuando -durante el sexenio de Luis Echeverría-, el
gobernante David Gustavo Gutiérrez (1971-75) propició que Jesús Martínez Ross
(1975-1981) se convirtiera en primer Ejecutivo electo constitucionalmente, con
un gabinete con mayoría quintanarroense.
La
lucha por evitar que algún desarraigado o de otro Estado gobernara en el
futuro, comenzó a generar inquietud entre quintanarroenses radicados en la
metrópoli que, en un principio, exigían cambios constitucionales para que la
condición para aspirar al Ejecutivo fuera elevar su residencia de 5 a 25 años,
de donde nació prácticamente lo que en un principio se le llamó “nativismo”.
Con
los años también se habló de que los nativistas ocuparan los principales
cargos, para lo cual los hermanos Mario y el desaparecido Arturo Villanueva organizaron
reuniones con algunos sectores para conformar lo que se llamó Movimiento de
Unificación Quintanarroense (MUQ) a principios de la administración de Miguel Borge
Martín.
Posteriormente
dividido entre grupos que encabezan Luis Ramón Villanueva García “La Pelusita” y
Arturo Fernández Castro -éste de reciente ingreso-, entre los pioneros “muquistas”
se incluía Héctor Esquiliano Solís, primer diputado federal durante la
transición de Quintana Roo de Territorio a Estado, y de ahí que el ex
legislador -Mario Villanueva logró que repitiera como tal- siempre considerara
“padrino” a Chucho Martínez.
Pioneros
también fueron el segundo presidente municipal de Othón P. Blanco, Hernán
Pastrana Pastrana, y el desaparecido periodista Juan Manuel Domínguez Estrella,
ex diputado local con el PARM, y muchos otros, que también ocuparon algún
cargo.
Sin
embargo, la pública aparición del MUQ en la escena política tuvo por objeto
convertir en gobernador a Mario Villanueva y frenar a González Castro, para lo
cual se constituyeron en Asamblea Cívica Quintanarroense en mayo de 1988 y 20
días después solicitaron los cambios constitucionales a la V Legislatura, que
presidía el ex gobernador ahora preso.
Firmaron
el documento -no se aprobó-Domínguez Estrella, Manuel Quintal Pérez, los
desaparecidos Alejandro Salgado Valencia, Abraham Sosa Rodríguez y Felipe
Castillo Martínez; Cristóbal Pelayo Ku, Reynaldo Blanco Baeza, Rosario Alpuche
Villanueva, Aída Daniela Cervera, Minerva Medina Orozco, María Jesús Pelayo,
Gerardo Amaro Betancourt, Jorge Alpuche Villanueva, Villanueva García y Martha
Contreras Golib.
También
estaban en la lista -pero no firmaron- Josefina Simón, Víctor Terrazas Cervera,
Abraham Sosa Sosa, Pastrana Pastrana, Susano Guerrero Polanco y Raymundo Tamay
P.
El
17 de agosto de 1990 Castillo Martínez convocó a elecciones como candidato, con
una planilla que incluía a Blanco Baeza, Medina Orozco, Alberto España Novelo,
Apolinar Gorocica Moreno, Fidel del Ángel Castro, Addy Alpuche Peraza, Gerardo
Amaro, Alpuche Villanueva, María Elena Montalvo Briceño, Jorge Pelayo Ku,
Gabriel Gómez Tox, Edgar García Campos y David Álvarez Cervera.
Fracasó el intento, pero el 14 de septiembre resultó
presidente Blanco Baeza, cuyo equipo, además de cuatro miembros de la planilla
anterior, incluyó a Amalia Mayo Gasca, Felipa Ramírez, Abraham Martínez,
Octavio Quiroz Cabañas y al desaparecido Alfredo Barquet Armenteros, fundador de
la primera CANIRAC en Chetumal, quien no
aceptó.
Durante
la presidencia de Esquiliano Solís, el MUQ se constituyó en Asociación Civil el
29 de junio de 1989, con la siguiente directiva: Castillo Martínez, Blanco
Baeza, Gerardo Amaro, Sosa Rodríguez, Villanueva García, Domínguez Estrella,
Minerva Medina y Alpuche Villanueva, y su revista, “El pregón”, que dirigía
Domínguez Estrella.
Constituido
de conformidad con el artículo 432 y relativos del Código Civil del Estado, los
“restos” del MUQ se lo disputaron Fernández Castro y Raúl Alonso Tamay con la ex-presidenta
Felipa Ramírez, con los objetivos de fortalecer los lazos de amistad,
solidaridad y fraternidad entre sus asociados; promover planes de ayuda mutua;
pugnar por el fomento y arraigo de la entidad quintanarroense.
Asimismo,
el fomento de la cultura y educación, así como, entonces, por crear la
Universidad de Quintana Roo; promover la participación en actos cívicos,
sociales, políticos y culturales; pugnar porque el Gobernador sea nativo o con
residencia mínima de 25 años, y 20 para los otros cargos de elección, para lo
cual deberán estar arraigados; que los cargos administrativos se ganen por
determinadas circunstancias.
Entre
éstas, una conducta intachable, preparación y experiencia, con preferencia al
quintanarroense egresado del Estado, de cualquier parte del país o del
extranjero. Finalmente, sus objetivos planteaban gestionar “modificaciones... a
la Constitución y Leyes del Estado para hacer realidad las esperanzas y
aspiraciones quintanarroenses”.
Sus
actividades más relevantes incluían reuniones para plantear la problemática del
Estado a funcionarios como los entonces Secretarios de Gobierno y Obras
Públicas, Arturo Contreras Castillo y Manuel González Coral, respectivamente, y
el desaparecido Roberto Coral García, entonces director general del Sistema
Quintanarroense de Comunicación Social, en tanto pugnaban contra el nayarita
Gabriel Medina Patrón -estaba al frente de la CNC- y el empresario Juan Xacur
Maiza, entonces Cronista de Chetumal.
Ese
mismo año, durante una “comida de la amistad”, Castillo Martínez refería que
esas reuniones “han generado resultados” porque la Procuraduría de Justicia,
por conducto de su titular, Joaquín Hendricks Díaz, puso en marcha un programa
de visitas domiciliarias en los entonces siete municipios para estar en
contacto directo con la comunidad y resolver problemas sin más trámites
burocráticos.
Con
modesto horario en el CBTIS 214, el entonces secretario general del MUQ solicitaba
irónicamente a quien fungía como director de CAPA, Iván Hernández Pacheco, “poner
mayor atención al suministro de agua potable a la comunidad; que los problemas
que pulse la institución no sean la justificación ante quienes pagan por el
servicio”.
A
12 años de distancia manifestaba que otro de los problemas sociales que merece
pronta atención son las calles de nuestra capital “Sabemos que hay problemas
financieros, pero no podemos seguir mostrando una capital antiestética y llena
de baches”.
La
responsabilidad estaba en manos del Gobierno del Estado (Manuel Díaz Carvajal),
aunque el reclamo popular se le cargaba al Ayuntamiento, al que también pedía “que la Expofer, que nació al calor de
una fecha histórica para los quintanarroense, vuelva a su fecha original del 8
de octubre y se tenga más cuidado en su organización... que no pierda su
esencia como verdadero muestreo de lo que el Estado produce; que vuelva a ser
escaparate de nuestra cultura y de no intereses mercantilistas”.
En
ese entonces, fungía como alcalde interino Efraín Ortiz Yeladaqui, pero el
problema no se resolvió ni con la sucesora, su hermana Rosario Ortiz, como
tampoco con la Comuna, que después encabezó Moisés Pacheco Briceño, ya que
durante la última Expo tuvo como característica la venta indiscriminada de
alcohol, choques de pandilleros y excesivo comercio, pero nula exposición.
Respecto
a los baches, el primer responsable del gabinete de Hendricks Díaz era Víctor Alcérreca
Sánchez, quien había admitido su incapacidad de resolverlos por la escasez de
recursos, aunque la parte baja de la ciudad decía no tener solución ni con todo
el dinero del mundo. Según Pacheco Briceño, los hundimientos son más frecuentes
porque con el dragado de la bahía desapareció el material que cubría las rocas.
El
último intento del MUQ por modificar la constitución fue en 1992, cuando el
coordinador de la VI Legislatura era Eduardo Ovando Martínez, su presidente, Ángel
Alpuche Peraza, y su vicepresidente, Abraham Martínez.
Aunque
no pocos especulaban que su verdadero dirigente era Jesús Martínez, entre sus
nuevos miembros se incluían Carlos Azueta Villanueva, Manuel Zapata Espinosa,
Marcos Antonio Martínez Caballero, Mario Nadal Aranda, Valentín Terrazas
Zapata, María del Rosario Poot Pérez, Imelda Torres Vázquez y Rubén Aragón
Contreras. En Cozumel ya habían integrado una delegación que encabezaban Javier
Zetina García y Javier Aguilar Duarte.
Poco
a poco, el MUQ comenzó a reclamar “cuotas” de poder al gobierno que, durante el
período de Mario Villanueva, incluyó patentes, nombramientos, compensaciones o
placas de taxi, entre otros para Villanueva García y Alonso Tamay, en tanto les
pagaba el alquiler de local.
El
“objetivo final”, de convertir a aquél en gobernador, se había cumplido, por lo
que el Movimiento se dividió en dos fracciones, una de ellas presidida por
Fernández Castro -miembro de la sección XXV del SNTE- y la otra por Felipa Ramírez,
cada uno de los cuales reclamando el reconocimiento de los gobiernos estatal y
municipal.
En
el caso del nuevo MUQ, “aborto” del original, se insistió en que lo financiaban
Pero Ramón Peña Xicum, Ovando Martínez -éste lo reconoció- y Pacheco Briceño,
aunque Hendricks Díaz no reconocía a ninguno. Villanueva García, quien fungiría
transitoriamente, se negaba a renunciar, amenazaba con manifestaciones y con
quemar públicamente los periódicos que estuvieran en contra suya.
Durante
el gobierno de Martínez Ross, Villanueva García estuvo al frente del PIDER,
cuando remodeló sus oficinas y ganó tanto dinero que construyó una residencia
en la Col. Campestre. Desde ese entonces la Comuna le permitió un negocio de
lavado de vehículos en la calle Othón P. Blanco.
El
MUQ se consideraba patente de corso para aspirar a un cargo público, por lo que
cada vez atraía adeptos, en tanto otros más le utilizaban como plataforma
política, para lo cual “habría qué hablar con don Chucho”.
Durante
el sexenio de Miguel Borge, un investigador argentino del Centro de
Investigaciones de Quintana Roo (CIQRO), César Dachari, publicó un libro en el
que hacía ligera referencia del MUQ y resultó fuertemente cuestionado por los
nativistas porque “en su calidad de extranjero... no tiene ningún derecho de
hablar de los mexicanos, y menos del Quintana Roo que no conoce”.
Si
no fuera porque el MUQ contaba con radicales nativistas que repelían todo lo
que huela a “extranjerismo” -particularmente yucatecos y jarochos-,
probablemente la clase política quintanarroense lo hubieran visto con buenos
ojos, tal y como ocurrió con un movimiento similar que, encabezado por Jorge Mézquita
Garma, agrupaba a numerosos arraigados en la Liga de Integración Política Quintanarroense
que, lamentablemente, pronto desaparecería.
Fuera
de ello, no pocos comulgaban con la idea de que las delegaciones federales, tal
y como fue una de las primeras promesas del ex presidente Vicente Fox, estuvieran
a cargo de habitantes de los Estados, aunque, tradicionalmente, desde el centro
del país les imponen funcionarios con ninguna identificación, prepotentes o con
el único propósito de hacer dinero.
Entre
los cargos más objetados estaban los de los delegados del IMSS e ISSSTE,
Francisco Díaz González y Ramón Chávez Valdez, respectivamente, el primero de
ellos “cuota” del ex director general del periódico Excélsior, Regino Díaz
Redondo, su padre, quien, enemistado con Mario Villanueva, terminó “exigiendo” el
cargo para su hijo para dejar de “atacarle”.
En
el caso de Chávez Valdez ya había sido cesado, pero su relevo, en demérito de
los profesionales en materia de salud, fue un ingeniero, no un médico, pero sí
un político que, irónicamente, había apoyado la campaña de Addy Joaquín a la
candidatura a la gubernatura: Diego Rojas Zapata.
Con
todo, no son pocos los cargos federales que sistemáticamente habían estado
vetados para los profesionistas y políticos locales, entre ellos la desaparecida
COMAR, el Registro Agrario Nacional (RAN), FIRA, INFONAVIT, la Aduana, BANOBRAS,
CNA, SEMARNAT, SCT, Hacienda, ECOSUR, SEDESOL, FONACOT, DGTI-DGETA e INEGI.
Asimismo,
se incluían FIRCO, FONATUR, Migración, CECATI, CFE, CONAFE, el Parque Nacional
de Punta Nizuc, la Reserva de Sian Ka´an y el Parque Nacional de Isla Contoy,
entre otros.
En
otra de sus promesas incumplidas, Fox anunció que las delegaciones se transferirían
a los Estados, y sólo habría un Coordinador de Delegaciones de la Presidencia
para vigilar el cumplimiento de programas y presupuesto.
Nuestro
agradecimiento por su paciencia, y disculpas por el espacio.
(Permitida
la copia, publicación o reproducción total o parcial de la columna con la cita
del nombre de su autor)
*Luis
Angel Cabañas Basulto, periodista yucateco residente de Chetumal, Quintana Roo,
con más de 38 años de trayectoria como reportero, jefe de información, editor y
jefe de redacción de diversos medios de información, también ha fungido como
Jefe de Información de dos gobernadores y tres presidentes municipales, y
publicado tres libros.
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