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Gasolina e impuestos, ¡“cheque en blanco”!


                                      Por Luis A. CABAÑAS BASULTO*
No demoró mucho desenmascarar a los diputados federales que, en el marco de la aprobación del presupuesto federal 2016, se “indignaron” con los medios de información que dieron a conocer el aumento de precios de la gasolina y diésel a partir del próximo año, para lo cual pidieron a las autoridades “competentes” investigar el caso.
Bastó que enviaran el resultado de sus “análisis” al Senado para que, tras maratónica jornada que terminó a las 5 de la madrugada, una por una se dieran a conocer las mañas para tratar de encubrir los propósitos del presidente Peña Nieto en engañar a los mexicanos y obtener un “cheque en blanco” de la Cámara de Diputados, avalado por su “maquinaria” de legisladores del PRI-Verde.
La senadora Dolores Padierna Luna fue clara en su análisis del paquete económico 2016, que no modifica esencialmente lo pobres resultados de los primeros tres años de “gobierno” de Peña Nieto e ignora el grave problema de desigualdad de México, donde 63 millones tienen un ingreso inferior al mínimo de bienestar, el 58% carece de seguridad social, el 23% sufre de una carencia alimentaria que ofende a la sociedad, donde se crearon 3.2 millones de pobres, y donde sólo cuatro personas concentran 10% ciento del PIB.
Para colmo, engañan a la población afirmando que no aumentarán los impuestos y que bajarán las tarifas eléctricas y el precio de la gasolina y el diésel, lo que es absolutamente falso.
         Sin embargo, el proyecto presupuestal deja todo a la “buena voluntad” del  gobierno federal, con un sistema de precios nebuloso, indefinido y  discrecional, manipulable a su antojo, en función de los intereses económicos,  políticos y mediáticos de la administración de Peña Nieto.
Tan sólo en el caso de las gasolinas -que más impacta a la población-, las propias gráficas de la Secretaría de Energía dan a conocer los valores para el 2015, y establece claramente que tiene tres componentes su precio, primero de referencia que, dice el gobierno, no aumentará.
La pregunta obligada es por qué no disminuye este precio si se abarata el costo de la materia prima, el petróleo y el gas, que la deberían disminuir.
Respecto a la gasolina Magna, la materia prima crece  de 2.50 a 4.16; la Premium, de 1.67 a 3.52, y el diésel, de 3.62 a 4.58, de manera que el precio 2015 de la gasolina Magna, de 13.24 promedio, subirá a 14.90 litro en 2016; la Premium, de 14.13 a 15.98, y el diésel, de 14.11 pesos, a 15.07 pesos, según gráficas de la mencionada Secretaría, y exhibidas en el Senado.
¿Esto no es aumento a las gasolinas?
Lo único que corrigió el dictamen del Senado fue un transitorio en la banda de precios, pero no corrigió el aumento el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS), de manera que aunque tenga en su banda un mínimo y un máximo como índice de inflación, la gasolina sube tan sólo  por haber aumentado ese impuesto especial.
Es claro, Peña Nieto pide al Senado extenderle un “cheque en blanco” para fijar a su antojo el precio de los energéticos, bienes esenciales para la economía y el bienestar social, un “cheque” que pretende utilizar, entre otros para fijar los precios de las tarifas con fines recaudatorios y no como servicios para la población, mejor prueba la aplicación del IEPS fijo al diésel.
Por otro lado, en las tarifas eléctricas, el panorama es igualmente desalentador, algunas bajaron pero otras aumentaron a pesar de la baja de los precios en los combustibles para generar electricidad.
Algunos de los beneficios en la disminución de tarifas ha sido en menos 22.9%, pero sólo para los grandes industriales, pues para la mediana empresa bajó en menos 18.1%, y el sector comercial bajó menos 7.2%, aunque, Lamentablemente, otros están pagando más caros los servicios, concretamente los sectores agrícola y de servicios, donde las tarifas suben 11.2% y 5.9%, respectivamente.
En tanto, en los hogares de las familias sólo bajó un ínfimo 0.5%, con lo que se engaña a toda la población cuando se afirma que disminuyeron o se oculta una buena parte a los usuarios que paga este abultado costo.
Los números de la Secretaría de Energía en la página de Internet son ilustrativos sobre lo que pasa en la variación de las tarifas eléctricas 2015, mientras los spots de radio y televisión dicen que bajaron las tarifas, lo que es falso de toda falsedad.
Están bajando sólo en la gran industria, empresa mediana y sector comercial y de servicios, pero aumenta de manera muy severa en el sector agrícola y se engaña a la población con ese 0.5%, diciéndole que bajaron sus tarifas eléctricas, lo que es una verdadera falsedad.
Ese cheque en blanco que se le está dando al gobierno federal provocará que siga moviendo a su antojo las tarifas, mientras engaña a toda la población diciendo que bajaron, y se hace nuevamente la promesa de que habrá crecimiento económico, que habrá al menos un 2.6% del PIB en 2016.
¿Quién cree que crecerá la economía después de tres años consecutivos de promesas y expectativas no cumplidas? Sólo hay un espacio para la incredulidad. Los criterios generales de política económica hablan de un panorama favorable para México, porque crecerá la economía de Estados Unidos y arrastrará nuestras exportaciones; porque el ingreso de las familias se recuperará con niveles inflacionarios bajos, y porque los estímulos fiscales reactivarán la inversión.
No obstante, cada una de estas aseveraciones es cuestionable y, desde luego, falsa.
De nueva cuenta dicen que las expectativas de años previos no se cumplieron debido a factores externos, lo que en cierta forma es cierto, pero indigna que no reconozcan los factores internos que contribuyen a ese resultado y que han señalado explícitamente organismos internacionales y el Banco de México: Corrupción, debilidad institucional, sobrerregulación, bajos salarios, inseguridad y una política fiscal que concentra la riqueza.
Pero además, el paquete económico  2016 hace caso omiso del informe de la OCDE, que reporta a México como el socio más desigual, y omite el informe de Boston, donde se subraya que el 10% más rico de la población concentra el 64.4% de toda la riqueza del país.
En efecto, ignora ese escandaloso e intolerable problema y, lo que es peor, tiende a profundizarlo con instrumentos y decisiones que  ensanchan la brecha entre pobres y ricos, con una serie de medidas que transfieren riqueza de la sociedad, y de la nación a unos pocos.
Así, no existe un esfuerzo para mejorar la estructura de la recaudación y hacerla más justa y progresiva, más bien, obedece a un mero pacto  de intereses, a pesar de que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y destacados economistas internacionales recomiendan una política fiscal progresiva, según marca el artículo 31 fracción 4ª de la Constitución.
El gobierno federal permanece autista, su Ley de Ingresos 2016 está muy lejos de buscar ese objetivo. De hecho, va en sentido contrario, pues extiende los privilegios y exenciones fiscales a personas de mayores ingresos, al tiempo que presiona y persigue a los pequeños contribuyentes, concentra el cobro de la recaudación  en los asalariados y las clases medias y castiga a las empresas del Estado.
La reflexión final, reitera nuestro sentir: ¡Pobre México!

(Permitida la copia, publicación o reproducción total o parcial de la columna con la cita del nombre de su autor)

*Luis Angel Cabañas Basulto, periodista yucateco residente de Chetumal, Quintana Roo, con más de 38 años de trayectoria como reportero, jefe de información, editor y jefe de redacción de diversos medios de información, también ha fungido como Jefe de Información de dos gobernadores y tres presidentes municipales, y publicado tres libros.


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