La verdad sobre un impuesto “especial”
Por Luis A. CABAÑAS BASULTO*
Aunque algunos solemos ser desconfiados por naturaleza,
otros sólo lo son ante los políticos, más aun entre los que así han obligado, como
son los casos del propio presidente Peña Nieto y de su secretario de Hacienda,
Luis Videgaray, tras su sospechosa adquisición de sendas mansiones, el primero
de ellos la ahora conocida como “Casa Blanca”.
Así las cosas, la sospecha vuelve a surgir entre millones de
mexicanos, seguramente Usted entre ellos, una vez que nos enteramos que el
próximo presupuesto de la Federación, recién aprobado por la Cámara de
Diputados, incluye una inusual disminución del pago de impuestos -sí leyó Usted
bien, dijimos ¡disminución!-, ya que nos tienen acostumbrados a los aumentos.
La natural suspicacia surge tras enterarnos que, lejos de
que esta rebaja beneficie al grueso de la población, es decir más de 50
millones de mexicanos que sufren de pobreza, favorece a una de las empresas más
exitosas del país, irónicamente, la que mayor daña la salud: Las
embotelladoras.
En efecto, ahora resulta que la aplanadora PRI-Verde-Alianza
de la Cámara “baja” aprobó en la Ley del Impuesto Especial sobre Producción y
Servicios que las bebidas cuyo contenido sea menor a cinco gramos de azúcar por
litro, paguen sólo el 50% del impuesto anterior, es decir, 50 centavos en lugar
del peso original.
Tal
y como sugirió la diputada federal Isaura Pool Pech, lo que menos importa al
gobierno federal en la recaudación y presupuesto es la atención de los
problemas de salud pública, y claro ejemplo del fracaso de las políticas del
gobierno de Peña Nieto es la falta de atención a la obesidad como uno de los
más grandes problemas de salud pública.
Vayamos
por partes. Para atender las enfermedades asociadas a este problema se
requieren más de 85 mil millones de pesos, pero a pesar de que la recaudación
del impuesto a la comida “chatarra” fue de más de 18 mil millones de pesos,
solo se le destinó la ridícula suma de 336 millones de pesos, es decir, ¡sólo
el 0.4$%!
¿Y
la Cheyenne papá? ¿Y el dinero restante? ¡NADIE lo sabe! Desaparecieron como
por arte de magia, aunque más preocupante aun que ese faltante es que ni los 18
millones serían suficientes para la atención de quienes padecen obesidad en
México, pues apenas representa el 22.5% del presupuesto necesario.
Quizá
muchos ya lo sepan, pero México es el principal consumidor del mundo en
refrescos y bebidas azucaradas, por lo que existe una terrible cadena de
padecimientos como la diabetes y enfermedades cardiovasculares, que anualmente provocan
24 mil muertes directas.
Por
este motivo las autoridades deberían fortalecer y no debilitar las políticas sobre
el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios, enfocados precisamente al
tema de las bebidas azucaradas, cuyo objetivo, al menos en teoría, es la
reducción del consumo de productos nocivos para la salud.
Conforme
al Instituto Nacional de Salud Pública en México, el consumo de estas bebidas disminuyó
un 6% durante 2014 con el impuesto original, que también provocó que aumentara 4%
el consumo del agua, además de que con su disminución Hacienda iría contra el
precepto de progresividad recaudatoria ante esa decisión regresiva.
Pero
además, resulta incongruente -y sospechoso, desde luego- que el Gobierno Federal,
llámense Peña Nieto y Luis Videgaray, plantee para el 2016 un recorte
presupuestal de 124 mil millones de pesos al Presupuesto de Egresos de la
Federación, peros condona un peso a las grandes empresas refresqueras por cada
litro de bebidas azucaradas.
Así
las cosas, la política del gobierno federal es seguir privilegiando a las
grandes empresas, toda vez que si el planteamiento era que las bebidas
azucaradas pagaran menos, la propuesta de impuesto gradual debería ser que ser
que pagaran un peso por litro, y que pagaran más las que contuvieran más azúcar.
Lo
más grave del caso no es sólo que el consumo de refresco sea una de las
principales causas de diabetes, obesidad y caries -ningún otro producto por su
alto consumo y alta concentración calórica está asociado a esos males-, sino
que también atenta contra uno de los derechos humanos más fundamentales, el
derecho universal a la salud
Su
consumo se relaciona con trastornos de aprendizaje y concentración, así como
con el equilibrio bioquímico del cerebro, en directa y silenciosa relación con
la elevación o resistencia a la insulina, lo que inicia el círculo obesidad,
diabetes y arterioesclerosis.
Como
dijimos, estos problemas de salud cuestan a México unos 85 mil millones de
pesos al año, más de la mitad del presupuesto de todo el sector salud, lo que
ha provocado que el sistema de salud pública colapse por la obesidad y diabetes.
Según
el Instituto Nacional de Salud Pública, con el impuesto total a los refrescos
se recaudaron 31 mil millones de pesos que, comparados con el gasto para
combatir la obesidad y diabetes, no representan ni la mitad de lo que cuestan.
Al
atentar contra los derechos humanos, ahora resulta insuficiente crear
conciencia entre la población sobre los riesgos del alto consumo de bebidas
azucaradas y recomendar el consumo de agua simple para la hidratación, por lo que
también resulta necesario desalentar su consumo en la medida de lo posible.
Y
es que, en efecto, numerosos instrumentos jurídicos internacionales contemplan el
derecho a la salud, entre ellos el Pacto Internacional de los Derechos
Económicos, Sociales y Culturales, cuyo artículo 12 dispone el derecho a
disfrutar el más alto nivel posible.
Por
su parte, el Derecho a la Salud establece las responsabilidades del Estado, en
el sentido de respetarla, protegerla y satisfacerla, y como parte de esta
última, debe destinar el máximo disponible de recursos a su alcance para hacer
efectivo este derecho a toda la población.
El
artículo 4º. Constitucional establece el derecho a la protección de la salud
que, de reducirse como ocurrirá con el impuesto a refrescos, el Estado será
omiso en respetar, proteger y satisfacer ese derecho universal a la salud.
Entre
otras consecuencias negativas existe el riesgo de que las empresas aumenten sus
productos “light” con endulzantes artificiales derivados de algún aminoácido
que endulza mucho más que el azúcar, pero que con el tiempo se vuelven
insulinogénicos y elevan los niveles de azúcar en la sangre.
Asimismo,
se irá desplazando el consumo de agua natural y leche en la dieta infantil, lo
que afecta en el aumento de peso y propensión a la diabetes, sobre todo diabetes
infantil, vinculado estrechamente con los hábitos alimenticios, del que tan sólo
este año se reportaron más de 400 mil casos.
Por
todo lo anterior, tenemos que estar en contra de que las refresqueras sigan
envenenando a los mexicanos, particularmente nuestros niños. Pretender que las
autoridades del SAT o de la Comisión para la Protección de Riesgos Sanitarios
puedan impedir que las grandes empresas refresqueras engañen al consumidor, es
pretender que somos ingenuos.
Es
totalmente falso que bajar los impuestos a las bebidas azucaradas promueva la
producción de refrescos saludables. Tan sólo redundará en una mayor evasión y
elusión fiscal, así como más corrupción. Los diputados que votaron a favor de
la iniciativa, nos preguntamos, ¿Cómo verán a los ojos a sus hijos y familiares
enfermos por el consumo excesivo de refrescos?
Es
lamentable que hasta lo que más amamos, nuestros niños, queden atrapados como
rehenes políticos de esos diputados que votaron por consigna, por “línea”.
Ahora
bien, ¿Cómo es posible que los refrescos embotellados, independientemente de que
sean de dieta o no, cuesten lo mismo?
Es un interesante cuestionamiento, aunque más interesante
aún es preguntarse si con la reducción del gravamen también disminuirá su precio.
¿Alguien cree aún en milagros? ¡Ah, qué Peña Nieto y Videgaray!
(Permitida
la copia, publicación o reproducción total o parcial de la columna con la cita
del nombre de su autor)
*Luis
Angel Cabañas Basulto, periodista yucateco residente de Chetumal, Quintana Roo,
con más de 38 años de trayectoria como reportero, jefe de información, editor y
jefe de redacción de diversos medios de información, también ha fungido como
Jefe de Información de dos gobernadores y tres presidentes municipales, y
publicado tres libros.
luancaba.qroo@gmail.com
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