¡Desempolva Senado desindexación
salarial!
Por Luis A. CABAÑAS BASULTO*
Como
bien decía el perredista Zoé Robledo Aburto, tuvieron que pasar un año y más de 400
mil "spots" del PAN para que los oficialistas del Senado se dieran cuenta de la
necesidad de adoptar finalmente la desindexación del salario mínimo como primer
paso para luchar por la recuperación del poder adquisitivo de los trabajadores.
En
efecto, apenas unos días después de un fuerte pronunciamiento de la senadora Dolores
Padierna Luna sobre ese tema que dormía en sus laureles en la Cámara de Senadores,
la maquinaria verde-priísta al fin se dio por aludida y desempolvó esa iniciativa
que con tan buenas intenciones le turnaran los diputados desde el año pasado.
Esto
ocurrió después de enormes expectativas de la clase obrera e inusual entusiasmo
de la Cámara “baja”, donde nadie se dio a rogar a la hora de su aprobación,
pero, tras ser turnada al Senado, llegó una orden “de allá arriba” -llámese
presidente Peña Nieto, no podría ser otro- y se estancó su aprobación en la
Cámara “alta”.
Como
seguramente recuerda Usted, los senadores verde-priístas, que conforman la
mayoría, ni siquiera se tomaron la molestia de rechazar la desindexación del
salario mínimo. Simplemente se limitaron a marcharse de la que constituía la última
sesión del 2014 para romper el quorum necesario para la toma de acuerdos.
Prácticamente
convencidas de que a partir del 2015 se desligarían los salarios de las multas
y demás trámites, no pocas dependencias del país comenzaron a adoptar la
desindexación, pero los senadores afines a Peña Nieto jamás volvieron a tocar
el tema. Se esperaba el clásico “colorín colorado”, hasta que la perredista
Dolores Padierna los obligó a desempolvar el proyecto que, ahora sí, se aprobó por
unanimidad.
Lo
cierto es que los grandes problemas nacionales prácticamente nunca los aborda
la clase política, estamos siempre en la coyuntura, y por eso siguen sin
solución, como son los casos del desempleo, el preocupante deterioro de los
salarios, la pobreza y el hambre, así como la grosera concentración del
ingreso, el abandono del mercado interno, los derechos sociales vulnerados, la
inseguridad y la violencia, verdaderos problemas estructurales del país.
La
abismal desigualdad lastima a la sociedad entera y es fuente de desesperanza de
la niñez y la juventud, conforme a la más reciente encuesta del Instituto
Nacional Electoral, donde niños y adolescentes de entre 6 y 17 años de edad
dijeron desconfiar del gobierno y sentirse inseguros en las calles.
Por
su parte, el Coneval dejó claro que tan sólo una quinta parte de la población
no es pobre ni vulnerable. Padecemos ya tres décadas de ortodoxia neoliberal, origen
de la desfiguración del país.
Varios
Intelectuales, autores del libro “Retrato de un país desfigurado”, dicen que “somos
una sociedad acostumbrada al estancamiento, insegura ante los riesgos de la
vida, extremadamente desigual con salarios artificialmente deprimidos que no ha
visto la reducción de la pobreza luego de décadas y decenas de cambios
estructurales a la economía”.
En
el marco de las encuestas y datos que van de malos a peores, aparece un poco de
luz en la dirección correcta con esta debate sobre salarios mínimos, puesto por
primera vez en muchos años en la agenda nacional, pues se mantienen
artificialmente deprimidos con muchos pretextos, uno de ellos, de los
neoliberales, dice que los salarios no crecen porque los trabajadores mexicanos
son improductivos, lo que es una total mentira.
De
acuerdo a la CEPAL, México ofrece una alta productividad laboral, y si el
salario se hubiera establecido en función de ésta, sería 20.7% mayor. Otro
pretexto absurdo para no elevar los salarios es que sirve de referencia para
determinar precios y una gran cantidad de bienes y servicios, tema que se
resolvería con facilidad cambiando la referencia, pero ha sido complicado
incluso este cambio tan elemental.
Así,
nos congratulamos con la desaparición de este pretexto en el escenario con la
desindexación, toda vez que traerá beneficios inmediatos a los trabajadores y a
la economía, porque si se elevara el salario se fortalecería el mercado interno
y éste se convertiría en el motor de crecimiento ahora que éste se ajuste
nuevamente a la baja.
Los
defensores de los salarios de hambre argumentan que incrementarlo sería
aumentar la inflación, tal vez ignorantes de lo que dice el diario “The
Economist”: “Los aumentos del salario mínimo reducirían la desigualdad,
atraerían a más gente al sector formal y aumentarían la productividad”.
Los
ridículos recientes incrementos de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos y
la desaparición de las zonas económicas sólo subrayan la inutilidad de este
organismo que, asómbrese Usted, disfruta un envidiable presupuesto ¡para 101
empleados!, pese a que su función real se limita a decretar el estancamiento
real de los salarios.
Pero
además, el presidente de la Comisión, Basilio González Núñez, quien ha ocupado
el cargo durante los últimos 20 años en que el salario mínimo mexicano se ha
despeñado hasta el hambre, ¡gana 121 mil 63 pesos mensuales!, esto es, 60
salarios mínimos mensuales, aunque a fin de año, en sueldos y prestaciones, devenga
unos 2 millones de pesos, equivalentes a cuatro casas de interés social
liquidadas durante 15 años cada una.
En
esta ocasión pretextó fijar en 70.10 pesos el mínimo diario -ni para un kilo de
bisteces- ¡porque no había finalizado el proceso de desindexación del salario
como unidad de cuenta!, lo que sólo confirma su inutilidad. El aumento fue de 4%,
o sea 2.52 pesos, pero el Índice de Precios de la Canasta Básica aumentó 5.1%,
así que al menos debió aumentarlos en ese porcentaje.
Desde
2004, el Coneval calcula el costo de una canasta básica que incluye los bienes
y servicios que, mínimo, debe consumir una persona para satisfacer sus
necesidades básicas. En septiembre de 2015, el costo mensual de la canasta
básica rural fue de 1,680 pesos por persona, y la urbana, de 6 mil 663 pesos.
Sin
embargo, el 23% de la población vive en zonas rurales, y el 77% en zonas
urbanas, por lo que el costo promedio de la canasta básica sería de 2 mil 438
pesos por persona.
Resulta
ocioso decirlo, pero un salario mínimo de 70 pesos no cumple la Constitución. Ni
uno ni dos, tres, ni siquiera cuatro salarios mínimos de 70 pesos serían
suficientes para sostener a una persona, mucho menos a una familia, tal como
estipula la Carta Magna.
Esto
demuestra que la política del salario mínimo ha estado muy lejos de obedecer el
mandato constitucional, ni siquiera ha intentado mantener el insuficiente poder
adquisitivo, y el pretexto era que el salario se usa como unidad de cuenta, lo que
puede cambiarse sólo con voluntad política.
La
exposición de motivos del proyecto de desindexación documenta ampliamente la
insuficiencia del salario para cubrir las necesidades de las familias y su
grave, paulatino deterioro, además de enfatizar la necesidad de una política
salarial que permita, en un plazo determinado, resolver este grave problema que
ocasiona pobreza, desigualdad y afecta el sano desarrollo del mercado interno.
Asimismo,
señala que la desindexación es requisito previo al aumento al salario, lo que
significa desvincularlo de una vez por todas para dejar de ser unidad de cuenta
para trámites, multas, puestos, prestaciones y otros cobros.
Consolidación
democrática, desarrollo y justicia social están vinculados irremediablemente a
la generación de empleos y salarios dignos para elevar las condiciones de vida
de la población. Elevar los salarios dignos nos acercaría al ideal de la Carta
Magna, y aunque no resolvería la profunda desigualdad que padece el país, sería
comienzo para remediar esta terrible injusticia por décadas contra los
trabajadores mexicanos y sus familias.
(Permitida
la copia, publicación o reproducción total o parcial de la columna con la cita
del nombre de su autor)
*Luis
Angel Cabañas Basulto, periodista yucateco residente de Chetumal, Quintana Roo,
con más de 38 años de trayectoria como reportero, jefe de información, editor y
jefe de redacción de diversos medios de información, también ha fungido como
Jefe de Información de dos gobernadores y tres presidentes municipales, y
publicado tres libros.
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