Inseguridad, tarea de aspirantes
Por Luis A. CABAÑAS BASULTO*
Hace
más de 30 años la PGR detuvo a Rafael Caro Quintero en Jalisco, lo que
significó un escalamiento en lo que se llama guerra contra las drogas, profundo
concepto como lógica militar para enfrentar este problema, pero la verdad es
que, después de estos años, bien podemos hacer un corte de caja: Estamos mucho
peor, la violencia se desborda cada vez más.
De
cara al proceso electoral en el que mañana domingo elegiremos, entre otros, a
los responsables de legislar frente a este problema, hemos llegado a niveles
que ni siquiera imaginamos, a grado tal que la delincuencia ya derriban
helicópteros con misiles, lo que es muy grave.
Sin
embargo, mientras la mayoría priísta del Congreso obstaculice la revisión de la
política de drogas, los cambios serán meros “cosméticos”, y de ahí la pregunta
sobre ¿Cuándo le entrarán a esa cruzada moral que tiene a medio mundo rezando
el rosario sobre fosas comunes?
México
es segundo productor de mariguana y de amapola en el mundo, pero escasea la
morfina en nuestros hospitales, mientras que 24 entidades de Estados Unidos
están regulando la venta de mariguana, en un proceso avanzado, creciente,
irreversible.
Puerto
Rico recién reguló la mariguana medicinal, mientras nuestras autoridades de
salud siguen en un oscurantismo conservador, dándose golpes de pecho, y nuestro
bono demográfico, nuestra juventud, está en las tumbas, las cárceles o desaparecidos.
El
filósofo Tzvetan Todorov, escribió una máxima para el siglo XXI, en el sentido
de que, para empezar, “no debemos combatir el mal en nombre del bien, sino
cuestionar las certezas de la gente, que siempre asegura saber dónde se
encuentra el mal y dónde el bien”.
Pese
a que las autoridades aseguren que han disminuido la inseguridad y la
violencia, la realidad termina por imponerse: A tres años de iniciado el
gobierno priísta de Peña Nieto, indicadores y argumentos señalan de sobra que su
estrategia ha fallado.
En
efecto, datos del propio Sistema Nacional de Seguridad Pública señalan que de
2007 a 2009 se contabilizaron 39 mil 526 homicidios dolosos, mientras que en
2013, 2014 y hasta marzo de 2015, se han registrado 37 mil 837.
De
manera particular en Jalisco, de 2007 a 2009 se registraron mil 421 homicidios
dolosos y 45 secuestros, pero en lo que va de esta administración aumentaron a
dos mil 313 homicidios, y los secuestros a 97 ¿Puede haber cifras más
contundentes del fracaso que estas cifras oficiales?
Las
autoridades de ese Estado han sido rebasadas por la violencia, y quedado
reducidas a meros observadores. Es la incapacidad del gobierno federal la que
se expresa hoy con elocuencia.
Hasta
antes del “enfrentamiento” de Michoacán, Guadalajara estuvo sitiada,
aterrorizada y nos preguntábamos cuál seguía ¿El Distrito Federal, Monterrey?
Les ganó el conflictivo Michoacán.
El
modus operandi que vimos en Jalisco no es un hecho aislado y pasajero, sino que
se hace rutinario y duradero. La disputa es por el poder hegemónico, el
monopolio de la violencia, que hace mucho dejó de corresponder al Estado.
Jalisco
dio muestra de ser un estado fallido, en el entendido de que este adjetivo hace
referencia a la situación de colapso o derrumbe inminente por factores de
inseguridad o violencia. La seguridad pública, o sea acciones gubernamentales
encaminadas a salvaguardar integridad y derechos, así como preservar las
libertades, orden y paz para la prevención, investigación y persecución de los
delitos, desapareció en esa entidad.
El
terror, zozobra, miedo, autos y comercios incendiados, son epitafio triste para
una autoridad incapaz, por lo que cada vez se escucha con más fuerza el reclamo
social condenando la falta de resultados y el exceso de justificaciones del gobernador
priísta Aristóteles Sandoval.
Bajo
ninguna circunstancia es tolerable que grupos al margen de la ley, pongan en
jaque a Jalisco, a los Estados aledaños y a sus ciudadanos, por lo que no
podemos menos que condenar enérgicamente los hechos y refrendar nuestra
solidaridad con los miembros de las Fuerzas Armadas que perdieron la vida.
No
obstante, también tenemos preguntas, ¿Por qué no se ha dicho nada sobre el
origen de las armas empleadas? ¿Por qué el gobierno mexicano no ha pedido aún
una investigación sobre la posibilidad de que se trate de armas de “Rápido y
Furioso”?
Que
el Gobierno del Estado haga su tarea también es una exigencia, pues se trata de
la vida de sus ciudadanos la que peligra y no debe jugar con eso tomando como
bandera electoral un hecho tan serio.
Verá
Usted: El diario La Jornada consignó que no sólo es una virtual declaración de
guerra, sino una claudicación del poder civil, una sesión más en la espiral de
control castrense y una toma de control militar, justo cuando Jalisco vive una
campaña electoral que parece tener arrinconados al PRI y su gobernador Sandoval
ante la fuerte intensión de voto a favor de Enrique Alfaro y otros candidatos
de Movimiento Ciudadano en Guadalajara.
Ante
este panorama, el apoderado jurídico del PRI en Jalisco, Benjamín Guerrero
Cordero, solicitó a la PGR investigar al jefe de escoltas de Alfaro, al que pretende
involucrar con el narcotráfico, con lo que han empezado a enlodar temas
electorales con hechos tan lamentables, donde lo que está en juego es la vida y
seguridad de la gente.
Más
que una estrategia de seguridad, parece ser una medida de carácter electorero,
aunque no podemos olvidar que hechos tan lamentables como los de Jalisco dan
pie a que se justifiquen endurecimientos y excesos: No olvidemos lo ocurrido en
Tlatlaya o Atenco, que no se nos olvide que se trata de garantizar la seguridad
del pueblo.
Ojalá
lo tengan presente -o que sus partidos se los permitan- los miembros de la
próxima Legislatura del Congreso de la Unión. Se los exigiremos todos los días
durante tres largos años que, con todo, seguramente querrán que se prolonguen.
Políticos al fin
(Permitida
la copia, publicación o reproducción total o parcial de la columna con la cita
del nombre de su autor)
*Luis
Angel Cabañas Basulto, periodista yucateco residente de Chetumal, Quintana Roo,
con más de 38 años de trayectoria como reportero, jefe de información, editor y
jefe de redacción de diversos medios de información, también ha fungido como
Jefe de Información de dos gobernadores y tres presidentes municipales, y
publicado tres libros.
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