En
primera fila
¡Otra
vez los “gringos”!
Por Luis A. CABAÑAS BASULTO*
Obligados
a actualizarnos sobre temas que afectan a nuestro entorno, hoy nos vemos en la
necesidad de estudiar e investigar sobre aspectos otrora considerados
competencia de especialistas, como es el caso del petróleo, ya que, pese a ser
prácticamente una de las principales fuentes de divisas para el país y, como
consecuencia, para los Estados y municipios, poco, realmente muy poco se conoce
sobre sus vaivenes.
Por
ejemplo, lo último que se supo es que el precio del barril sufrió una histórica
baja hasta alcanzar menos de 40 dólares, cuando que, en su mejor momento, se
esperaba que rebasara inclusive la barrera de los 100 dólares, lo que, al menos
en teoría, implicaría auge para las finanzas de Pemex del país, dada la
dependencia del presupuesto anual que determina la Cámara de Diputados.
Así
las cosas, el desplomarse de su precio internacional obligó a las autoridades
hacendarias al millonario “recorte” federal que, en consecuencia, afectará a
prácticamente todos los Estados y programas, inclusive los prioritarios, entre
ellos la educación.
A
todo esto, abundan las versiones sobre las causas del desplome del precio del
hidrocarburo y otros aspectos que, por fortuna para los lectores de Quintana
Roo, periodistas locales, como nuestro amigo Oscar González Ortiz, se han
aventurado en su difícil análisis, en esta ocasión con el título “Q. Roo: gato
boca arriba”, en su leída columna Café negro.
Visto
desde otro ángulo, y tal y como se supuso desde un principio, consideramos que,
al reducir su demanda externa un 30%, Estados Unidos se convirtió en factor clave en
la caída del precio mundial del petróleo, cuando se daban señales de alerta el 18
de octubre de 2014, cuando el precio promedio del barril cayó a 82 dólares, su
cotización más baja desde el 2010.
El
antecedente del caso se dio hace 3 años, cuando Barack Obama anunció que su
país reduciría sus importaciones de crudo en un tercio para el 2025, a lo que la
revista especializada “Grist” comentó que sólo sería posible si los invadiera
una raza de extraterrestres y los obligara a todos a montar en bicicleta.
Aunque
ácida, la burla era entonces justificable, ya que a lo largo de las últimas
cuatro décadas todos los presidentes habían prometido también acabar con la
dependencia de fuentes de energía externa sin acercarse siquiera a la meta. Al
igual que sus antecesores, Obama también se equivocó, pero por razones
totalmente contrarias.
Desde
hace algunos años, EE. UU. experimenta un “boom” petrolero de tal magnitud que
ha logrado reducir su demanda en más de un 30%, 11 años antes de lo previsto
por el mandatario y, lo que es más, de continuar su producción al ritmo actual,
este mismo año, superaría a Arabia Saudí para convertirse en el mayor productor
de petróleo del mundo y, según su área de Energía, llegaría a la buscada
autosuficiencia en 10 ó 15 años.
La
continua baja mantiene felices a los consumidores, que pagan menos al “tanquear”,
pero alarma en países productores como Venezuela, Rusia, Irán y hasta Colombia,
donde la venta del crudo representa un alto porcentaje de sus ingresos por
exportaciones.
Ese
“milagro estadounidense” -maldición para otros- comenzó hace unos 10 años en
Texas, donde se comenzaron a experimentar nuevas técnicas de explotación, como
el cavado horizontal y el “fracking”, que permitieron acceder a grandes
yacimientos antes inasequible, al igual que en otros Estados como Dakota del
Norte y Alaska. Gracias estos desarrollos, la producción de EE.UU. ha crecido
un 56% desde el 2004.
Su
producción estimada del 2014 fue de 8.53 millones de barriles diarios y de 9.53
millones para este año, las cifras más altas desde 1970, y aunque importa unos
8 millones de barriles -el 30% de sus necesidades-, el repunte de la producción
le ha permitido reducir su insuficiencia, y creado un excedente en los mercados
internacionales.
Pero
no solo esa bonanza genera la caída del petróleo, sino también la reducción de
la demanda mundial de crudo en los últimos años, en parte por el estancamiento
de las economías europeas y la reducción del crecimiento en las asiáticas. En
el caso de EE. UU., por ejemplo, la demanda se redujo de 21 millones de
barriles diarios (2005) a 18.64 (2013)
Y
aunque esa caída está atada a la crisis del 2008, también tiene mucho que ver
el desarrollo de vehículos más eficientes y los hábitos de las nuevas
generaciones, que cada vez los utilizan menos gracias a la mejoría en los
sistemas de transporte público, la mayor facilidad de conseguir taxis y mayor
opción de movilidad, como las bicicletas.
A
esa reducción de la demanda se suma un aumento de producción en países como
Libia e Irak, y la resistencia de otros, como Arabia Saudí, que se niegan a
frenar la producción y le apuestan a mantener sus mercados pese a su baja de
ingresos.
Con
todo, el factor más relevante en el mapa del mercado petrolero es sin duda el
nuevo rol estadounidense.
A
estas alturas se ignora cuál sea el piso de caída del petróleo, lo que, en
parte, dependerá de la OPEP, que controlan más del 40% del mercado, aunque otro
factor externos de difícil proyección sería la recuperación económica de Europa
o el crecimiento de la demanda en países “emergentes.
Lo
único claro es que, pese a continuar siendo el principal consumidor del mundo, Estados
unidos ha dejado de ser un invitado de piedra en el ajedrez del mercado
internacional del crudo.
El
crecimiento de su producción, que alcanzaría unos 10 millones de barriles
diarios a fines de este año, permitirá recortar su importación del 30% al 21%
para suplir su demanda interna, la cifra más baja desde 1968.
Además
de México y Venezuela, la caída de los precios mantiene en alerta a las
autoridades económicas de Colombia, ya que, por cada dólar que caiga el
petróleo, dejará de percibir unos 400 mil millones de pesos por las menores
utilidades de Ecopetrol, la caída de impuestos y las regalías, todo ello en un
contexto de estar sin perspectivas de encontrar nuevos yacimientos.
En
nuestro país, escúchelo Usted bien, no es que pequemos de pesimismo, pero lo
cierto es que, pese a las reiteradas promesas del presidente Peña Nieto y su
secretario de Hacienda, Luis Videgaray, no está muy lejano el momento de que ambos
den marcha atrás y “descongelen” el precio de las gasolinas. ¡Dios nos agarre
confesados!
(Permitida
la copia, publicación o reproducción total o parcial de la columna con la cita
del nombre de su autor)
*Luis
Angel Cabañas Basulto, periodista yucateco residente de Chetumal, Quintana Roo,
con más de 37 años de trayectoria como reportero, jefe de información, editor y
jefe de redacción de diversos medios de información, también ha fungido como
Jefe de Información de dos gobernadores y tres presidentes municipales, y
publicado tres libros.
Comentarios
Publicar un comentario