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¿Continuará la “guerra” de números?


                                      Por Luis A. CABAÑAS BASULTO*
En ocasiones único medio de apoyo ciudadano para prevenir un delito o una desgracia, o bien para atrapar al responsable, el servicio de números telefónicos de emergencia se ha convertido en auténtico “elefante” blanco, entre otros por la falta de respuesta oportuna o total de las autoridades, por falta de información o por la lluvia de “ofertas”.
En este sentido, el representante de la Comisión de Seguridad de la Cámara de Diputado, el panista José Guillermo Anaya Llamas, presentó un proyecto de decreto para reformar la Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública que, aprobado por 362 votos a favor y 4 abstenciones, quedó como herencia -como una infinidad de iniciativas- para el Senado.
Durante su última intervención como diputada de la LXII Legislatura, la priísta Lizbeth Gamboa Song, representante de Quintana Roo, una de los Estados donde es más marcada la deficiencia del servicio, también apoyó esa iniciativa, autoría de su correligionario Enrique Cárdenas del Avellano.
La ciudadanía, “Juan Pueblo” como se le conoce en el argot político, no pocas veces requiere de auxilio inmediato y acciones coordinadas ante diversas situaciones de emergencia, y de ahí el papel preponderante de la construcción de condiciones de seguridad ciudadana y paz social.
Así, el Centro Nacional de Prevención del Delito y Participación Ciudadana debería promover que Federación, Distrito Federal, Estados y municipios establezcan un servicio de comunicación único de emergencias para el reporte de las denuncias, así como el acceso en líneas de auxilio.
Promover el uso de servicios de comunicación únicos de emergencia para acceder a la protección del Estado, se considera de vital importancia, sobre todo tratándose de un número único que facilite su acceso, ya que resulta demasiado complicado memorizar un número telefónico completo ante una situación o para cada caso de emergencias, en razón de la circunstancia de la tensión y estrés de los solicitantes.
En este sentido, la reforma robustece el contenido del artículo 111 de la Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública, así como a los antecedentes para la implementación de un número de emergencias únicos, acordado desde 1998 por del Consejo Nacional de Seguridad Pública y recursos federales del Ramo 33.
El mencionado artículo establece que la Federación, Estados, Distrito Federal y municipios propiciarán la compatibilidad de los servicios de telecomunicaciones de su red local con las bases de datos criminalísticas y de personal del sistema previstas en esa ley.
Así, los servicios de llamadas de emergencias y denuncia anónima operarían con un número único de atención a la ciudadanía, para lo cual el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública adoptaría las medidas necesarias para la homologación de los servicios.
Ello contribuiría a un mayor empuje a la necesidad de que el servicio opere con un número único de atención a la ciudadanía y se incorpore en los puntos del país donde se carezca de ella, además de impulsar que la atención se articule de forma integral para que incluya en un sólo número abreviado los servicios de protección civil, emergencia, denuncias y atención ciudadana, evitando, como hasta hoy, la multiplicación de los números.
Como órgano ejecutivo del máximo órgano de coordinación de seguridad pública del país, el Secretariado Ejecutivo es la instancia adecuada para promover la implementación de esta medida, ya que tanto el sistema de información y comunicación de Seguridad Pública como el Centro Nacional de Prevención y Participación Ciudadana forman parte de su estructura.
Apenas en noviembre, el Ejecutivo encomendó al Instituto Federal de Telecomunicaciones analizar la viabilidad del proyecto para cambiar el número abreviado y definir la procedencia de su propuesta del 911 o la continuidad del vigente 066.
Para variar, el análisis no ha concluido ni se ha dado a conocer, por lo que la redacción de la norma jurídica propuesta no debe ser casuista y se omite añadir un número abreviado.
Verá Usted, en México “operan” -al menos, en teoría- alrededor de 17 números distintos para atender emergencias, ninguno de ellos el 911, aunque el más utilizado a nivel nacional es el 066, al que, incluso, se le han invertido más de 2 mil 300 millones de pesos para su operación.
La propuesta es que sea el 911, aunque no importa si es éste, el 066 o el 666, sino que funcione, lo que, como dijimos en un principio, no sucede, al menos no en las condiciones necesarias para la población, ya que, según investigaciones, el parámetro internacional de respuesta a emergencias es de 3 a 4 minutos, pero en México puede llegar, incluso, hasta 30 minutos… o más.
En el caso de Quintana Roo, uno de los problemas es la demora en la capacidad de respuesta -cuando la hay-, aunque otros motivos es que ha sido rebasado el personal de los 227 centros de atención, muchas veces está mal capacitado o simplemente tarda muchísimo en responder.
La población ignora los números de emergencia por la falta de difusión de las autoridades o por la multiplicidad de números para atender fugas, fallas eléctricas, quejas contra servidores públicos, amén de que las compañías telefónicas han evitado ajustar su plataforma para homologarlas, lo que ha hecho el proceso más lento y desgastante.
Los legisladores de Morena, en voz de su diputada Luisa María Alcalde Luján, Morena, pidieron votar a favor del 911, pero lo importante es que funcione, independientemente del número. Si la gente no sabe que necesita marcar 911 para una emergencia no lo hará, pero de nada sirve si lo hace y no obtiene atención inmediata.
         Tal y como planteó Lizbeth Loy Gamboa, si hiciéramos una encuesta en las calles y preguntáramos a cualquiera si tuviera una emergencia a qué número llamaría, las respuestas serían totalmente diversas: El 060, 066, o 089, pero si es a la CFE dirían que 071 y si para el alumbrado público, al 072, aunque se podría enumerando un sinfín de números ante una emergencia, ciudadana, médica, vial o de cualquier otra naturaleza.
Lo cierto es que buscamos comunicarnos con quienes nos deben brindar diferentes servicios y son de respuesta “inmediata”, pues ignoramos qué número marcar.
Si preguntáramos a los niños, en las escuelas, probablemente dirían que el número de emergencia es el 911 porque así enseñan en las caricaturas y programas de televisión de Estados Unidos.
En algunos casos los números de emergencia no son de tres dígitos, sino de ocho, lo que obligaría a hacer un catálogo -como se hacía antiguamente cuando empezaba el uso del teléfono- de todos los teléfonos: Policía, bomberos, seguridad pública, ambulancias, hospital y Cruz Roja y pegarlo en el refrigerador, porque hay números incluso de ocho dígitos.
No existe en México un número universal para una emergencia, lo que evidencia que es complicado pedir ayuda y, cuando esto ocurre suceden trágicos accidentes y se pueden perder muchas vidas.
Esta vulnerabilidad a la seguridad de la población debe reducirse a la brevedad, tal y como ocurre en países como Estados Unidos por su influencia en los niños, otros países como Canadá, Uruguay, El Salvador, Ecuador y demás que no sólo tienen un número, sino que también han fomentado la cultura de enseñar desde pequeños a los niños que sólo hay número al que se debe marcar.
Lo único cierto es que debemos enfrentar la realidad con resultados, y tener un número telefónico que pueda responder a toda la población cuando se trate de emergencias, como mecanismo que una la atención de emergencias.
Fomentar ese número único brindaría un acceso inmediato a todas las instituciones de seguridad pública, procuración de justicia, protección civil, rescate y asistencia privada. Es de tal relevancia que el presidente Peña Nieto lo incluyó en “su” Decálogo de medidas de seguridad que, sin embargo, ha servido para lo mismo que “La Carabina de Ambrosio”, ya que sigue el eterno proceso de garantizar seguridad en todo México.

(Permitida la copia, publicación o reproducción total o parcial de la columna con la cita del nombre de su autor)

*Luis Angel Cabañas Basulto, periodista yucateco residente de Chetumal, Quintana Roo, con más de 38 años de trayectoria como reportero, jefe de información, editor y jefe de redacción de diversos medios de información, también ha fungido como Jefe de Información de dos gobernadores y tres presidentes municipales, y publicado tres libros.

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