México, “patio trasero” de EE.UU.
Por Luis A. CABAÑAS BASULTO*
A
poco más de un mes de que narcotraficantes derribaran un helicóptero de la
Marina en Guadalajara, Jalisco, el sábado último ocurrió algo similar en Nuevo
Laredo, Tamaulipas, donde la aeronave de los militares fue baleado, con lo que
nuevamente se puso de manifiesto que la guerra contra las drogas no sólo es mala
para la salud, ya que ha muerto mucha más gente en su combate que por su
consumo.
La
droga también es dañina para los derechos humanos, ante todos los jóvenes consumidores
en las cárceles, muchas veces tras una tortura que, reconoce la propia Comisión
Nacional de Derechos Humanos, también es una práctica a combatir.
Trabajos
serios, como los de Ana Laura Magaloni y Catalina Pérez Correa, del Centro de
Investigación y Docencia Económicas, demuestran cómo ha aumentado la tortura a
los presos a partir de desatarse la escalada de guerra contra las drogas en el
sexenio de Felipe Calderón. Así pues, esa guerra es mala para la salud y los
derechos humanos.
Ya
no existen las “certificaciones” que otorgaba como “premio” el Congreso de
Estados Unidos, pero sí el ingreso de policías extranjeras, por supuesto, por
presiones del gobierno norteamericano, aunque ya se sabía de agentes de ese
país que portaban armas sin necesitar permiso.
Lo
que preocupa es tener conciencia de “patio trasero”, con la que ahora también
cedimos nuestra soberanía en lugar de cambiar políticas, ya que mientras
mantengamos esta guerra que no consigue ningún objetivo y sí la complica, aumenta
el consumo y producción de droga, además de descomponer y debilitar al Estado,
se copta a las policías.
Y
frente a todo este escenario de descomposición, dimos más concesiones a esta
absurda lógica militar de que la guerra contra las drogas se gana con armas,
pese a que si alguien ha demostrado lo contrario es México, que ha padecido
como ninguno el costo de este fallido combate.
Y
como corolario, violentando la propia Constitución, ahora tenemos que aceptar
que policías de otros países estén armados en territorio nacional.
La
ley recientemente aprobada sobre el particular es inconstitucional, pues el
artículo 10 dice que los habitantes de México tienen derecho a poseer armas en
su domicilio para su seguridad y legítima defensa, con excepción de las
prohibidas por la ley federal y las reservadas para el uso exclusivo del
Ejército, Armada, Fuerza Aérea y Guardia Nacional.
Concluye
que la ley federal determinará casos, condiciones, requisitos y lugares en los
que se podrá autorizar a los habitantes la portación de armas.
La
Constitución JAMAS abre la posibilidad para los extranjeros. Es absolutamente
inconstitucional, pero por presión extranjera, ante la derrota de la guerra
contra las drogas y en lugar de replantear la política, preferimos hacer más
concesiones.
Hace
unas semanas la Comisión de Salud del Congreso desechó la posibilidad de que
México pudiera cultivar amapola legal, pese a tener en los hospitales a gente
agonizando con dolor por ser la morfina un artículo de lujo y porque el 90% de
la morfina de todo el mundo se concentra en países ricos donde vive el 17% de
la población.
En
Estados Unidos, Europa y Japón se ubica prácticamente toda la morfina, a pesar
de ser México el segundo mayor productores de amapola en el mundo, pero no
podemos atender el problema de dolor en los hospitales; los opiáceos están
escasos, y no se diga la morfina.
Nuestra
gente agoniza con dolor porque cuando el Ejército encuentra un plantío de
amapola lo tiene que quemar, cuando que se podría sacar de ahí la morfina para
la industria farmacéutica, y así le quitamos la amapola al crimen organizado,
que genera heroína para surtir la creciente demanda de EE.UU.
La
idea es propiciar mejores resultados haciendo exactamente lo mismo, aunque
arriesgándose a cambiar la política de drogas para un cambio también en la
seguridad y buscar un paradigma distinto.
Por
cierto, el gobierno mexicano dice en los foros internacionales que atraviesa
por un paradigma distinto, que hay que acabar con la guerra contra las drogas y
buscar una forma más inteligente de combatir las adicciones y no perseguir a
los consumidores, pero es y será mera demagogia mientras no haya cambios
legislativos, pues cada vez otorga más concesiones en esta lógica militar de
guerra contra las drogas, que NO se puede ganar.
Así
pues, basándose en el artículo 10 constitucional, que no permite o contempla a
extranjeros tener armas en México, debió modificarse el artículo 11 y suprimir
el 27, con los requisitos y una supuesta reciprocidad que seguramente no se dará,
jamás permitirá EE.UU. la entrada de agentes mexicanos armados. Sigue
prevaleciendo una conciencia de patio trasero porque no nos atrevemos a
aprovechar la incongruencia de Estados Unidos.
¿Cuál
es esa incongruencia? A diferencia de nosotros, que somos candil de la calle y
oscuridad de la casa -afuera hablamos de nueva política de drogas, pero no
cambiamos la legislación-, los Estados Unidos son candil de la casa y oscuridad
hacia afuera.
En
ese país ya existen 24 Estados con mariguana regulada, cinco con la droga
recreativa y en 2016 habrá muchos referendos al respecto. Pero hacia afuera es
prohibicionista. Seamos flexibles adentro y hacia afuera sigamos siendo el
policía rígido, prohibicionista, intransigente.
En
lugar de aprovechar esa contradicción para exigir un cambio de política, cada
vez cedemos más a pesar de los enormes costos. ¿Qué ha pasado con el bono
demográfico? Decíamos que los jóvenes generarían el crecimiento económico
porque nos darían mejores condiciones, mejor productividad, etc., pues ese bono
está en las tumbas, tumbas clandestinas o comunes; en las cárceles o
desaparecidos.
Ahí
está en gran medida nuestro bono democrático, perdón, bono demográfico, pues el
democrático hace tiempo que lo perdimos. El bono demográfico está prácticamente
desahuciado por desperdiciar la oportunidad, por seguir en esta absurda lógica
de una guerra con una política que ha demostrado su fracaso absoluto.
Por
cada peso que dedica el gobierno a la prevención de adicciones, gasta 16 pesos
en su combate. Apenas el sábado pudimos ver en Jalisco otro “logro” más de esa
guerra. ¿Alguien cree que así solucionaremos las cosas? Ojalá cambiáramos de
política en lugar de hacer cada vez más concesiones, incluida nuestra soberanía
nacional.
Si
hemos permitido a extranjeros tener armas en territorio nacional habrá que
modificar la Constitución y no irse por una ley secundaria que contradice la Carta
Magna.
La
guerra contra las drogas ha sido desastrosa, dañina contra la salud, los
derechos humanos y la soberanía nacional. Mejor debiéramos buscar otro
paradigma, que no quiere decir promover el consumo de drogas, lo que es falso, y
prueba de ello es el tabaco, una droga legal regulada que, por cierto, causa
muchísimas más muertes que cualquiera de las ilegales.
No
obstante, gracias a su regulación y a que le pusieron altos impuestos, una
leyenda y una foto grotesca en la cajetilla, se crearon espacios libres de humo
de tabaco y se le quitó la publicidad en todos los medios electrónicos, ya nadie
podrá ver su publicidad, y ha disminuido su consumo.
En
cambio, por ejemplo, la mariguana sigue siendo ilegal y no ha mermado su
producción ni su consumo porque su prohibición no soluciona nada.
Por
si alguien piensa que el prohibicionismo es de buenas intenciones, el camino al
infierno está plagado de éstas, y el ejemplo más claro sigue siendo la multicitada
guerra, que ahora cedió nuestra soberanía de manera muy vergonzosa… como patio
trasero de Estados Unidos.
(Permitida
la copia, publicación o reproducción total o parcial de la columna con la cita
del nombre de su autor)
*Luis
Angel Cabañas Basulto, periodista yucateco residente de Chetumal, Quintana Roo,
con más de 38 años de trayectoria como reportero, jefe de información, editor y
jefe de redacción de diversos medios de información, también ha fungido como
Jefe de Información de dos gobernadores y tres presidentes municipales, y
publicado tres libros.
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