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En primera fila
                ¡Miserable salario mínimo!
                                     Por Luis A. CABAÑAS BASULTO*
El tema de moda, desde luego después del caso de los desaparecidos normalistas de Iguala, es la desindexación, término prácticamente desconocido  para la gran mayoría de los trabajadores, que sólo saben que se aplicará a los salarios mínimos, desde luego después del asqueroso cinismo de los senadores que se retiraron de su Cámara después de concluir la sesión del lunes, que incluía una jornada nocturna.
Pero, bueno, lo cierto es que desindexar implica desvincular de los cambios del salario mínimo a todo lo que se relaciona a él, incluyendo multas, pagos de algunos servicios y hasta propios los recursos que se asignan a los partidos políticos, esto, según quienes lo promueven, como primer paso para un aumento real a los salarios.
En efecto, actualmente existe consenso entre los diferentes actores de la sociedad, en el sentido de habilitar un instrumento que guíe las transacciones e intercambios en la economía moderna del nuestro país, aunque cabe recordar la función anual del Consejo de Representantes de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos.
El año anterior acordó un aumento general del 3.9% a los salarios mínimos a las áreas geográficas A y B, con lo que desde el 1º. de enero de 2014 ascendería a 67.29 y 63.77 pesos diarios, respectivamente, en tanto se mantendría la actual integración municipal de las áreas geográficas para su aplicación.
¿Es que acaso el ahora “famoso” presidente Peña Nieto dijo que en México no existen ciudadanos de primera y de segunda? Luego entonces, ¿por qué dos áreas geográficas para la integración de los salarios para decidir cuánto pagarle en salario mínimo a los obreros mexicanos?
Además, el Consejo también actualizó la lista de profesiones, oficios y trabajos especiales a los que se aplica un salario mínimo profesional, a la que suprimió 9 y reincorporó una, con lo que, de 67 ocupaciones vigentes en 2013, a partir de enero de este año, sólo serían 59.
En efecto, aumentó el salario, pero restó validez a varias licenciaturas, entre ellas la de enfermería, nutrición, trabajo social y seis más. Habría que preguntarles a estos empleados si realmente están de acuerdo en que ya no se les considere profesionistas con licenciatura, sino sólo como técnicos y con menor salario.
Lo peor para un país con desempleo, falto de educación, altos índices de corrupción e inseguridad, es un salario mínimo que “ahorca” a los menos favorecidos. En el caso de México, empeora con una cúpula de poder que detenta riqueza, con un contraste de cerca de 60 millones de pobres.
El problema del salario insuficiente es parte del causante del aumento de asaltos, narcotráfico, secuestros y otros problemas sociales, ya que México arrastra 60 millones de pobres y 27 millonarios. Irónicamente, hablamos de 60 millones de personas que carecen de 3 comidas al día, pero de 27 personas cuya riqueza supera los ¡mil millones de dólares!
Mientras, tenemos un presidente con un avión de 6 mil 700 millones de pesos, una “famosa” Primera Dama con una mansión de 86 millones de pesos y pagando 1.3 millones de dólares para liquidar departamentos en zonas exclusivas. El resto del país carece de las necesidades básicas que el Estado está obligado a proporcionar.
México se incluye entre los países con mayor pobreza laboral y alta tasa de empleo informal. Existe una planificada y ventajista manipulación de los ingresos del gobierno, que busca desequilibrar al país, lo que crea grupos de desamparados que de manera cotidiana sufren las malas decisiones de los que están en el poder, con el fin de suprimir al pueblo y buscar apoyos económicos con fines políticos o electorales.
De manera absurda, desde 1976 hasta hoy los salarios en México se han reducido en un 76%, lo que, como consecuencia, provoca en parte que la economía del país no crezca por los alicaídos salarios del Estado al pueblo, ya que alrededor del 75% de la población es asalariada, una sociedad que depende del mísero ingreso que el Estado le obliga a percibir sin poder aspirar a mejorar su calidad de vida.
Lo que no quieren entender es que el salario mínimo no está basado en un precio de mercado, sino determinado por un derecho constitucional al que debemos tener acceso todos, y no sólo un puñado de empresarios, por lo que se debe eliminar el trato administrativo del salario mínimo para buscar la equidad económica entre todos los mexicanos.
Toda persona con un empleo lícito merece un nivel digno de vida, con un salario suficiente para vivir en un lugar digno, en lugar de sobrevivir, y aunque se pronostica que el aumento salarial de este año será del 3.9%, debe haber mayor claridad en el cálculo del aumento, ya que al tomar la inflación como eje del estudio se elimina el factor pobreza social.
Hasta hoy, quienes deciden la política salarial ignoran estudios que los contradicen, pues está demostrado que establecer los salarios con base a la inflación en lugar de la productividad provoca pérdidas de cerca del 80% del poder adquisitivo del salario.
El problema aumenta año con año, ya que en dos años la población sin capacidad adquisitiva aumentó del 54 al 59.4% en el DF, lo que significa que no sólo hablamos de un problema para cubrir las necesidades básicas, sino que ni siquiera se pueden cubrir la canasta básica. Más claro, no puede ser: No les alcanza ni para comer.
El simple crecimiento del salario en un 900%, contra el 1,800% de la canasta básica, ocasiona un aumento disparar que daña la economía de quienes menos tienen.
Pero además, México perdió un millón 983 mil 769 empleos con pagos de tres o más salarios mínimos y se crearon 3.3 millones de empleos de entre uno a tres mínimos, lo que significa que la política de gobierno es de más empleos con peores sueldos.
Existe una política salarial que el PRI insiste en imponer desde hace más de 30 años para favorecer el mercado externo y los intereses de los privados, pero no sólo se daña a los que menos tienen, sino que repercute en el mercado interno, tal como se observa en el ejemplo del miserable crecimiento de nuestra economía.
Es lamentable que sus legisladores sólo griten en tribuna, pero jamás aceptan preguntas, debates ni reservas de la oposición. Ojalá le preguntara al pueblo si está de acuerdo con su mísero salario mínimo y el despido injustificado de tanta gente, mientras ellos viven una vida de comodidades y privilegios que muy poco les durará, ya que el pueblo está cansado de alcahuetes que respaldan las reformas de Los Pinos.

(Permitida la copia, publicación o reproducción total o parcial de la columna con la cita del nombre de su autor)

*Luis Angel Cabañas Basulto, periodista yucateco avecindado en Chetumal, Quintana Roo, con más de 36 años de trayectoria como reportero, jefe de información, editor y jefe de redacción de diversos medios de información, también ha fungido como Jefe de Información de dos ex gobernadores y tres presidentes municipales, y publicado tres libros.


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