Diputados de Q. Roo, ¡extraviados!
Por Luis A. CABAÑAS BASULTO*
A
tono con la prácticamente concluida temporada de huracanes -está previsto para
el próximo día 30-, hablar de los diputados federales del PRI-Verde de Quintana
Roo, José Luis “Chanito” Toledo Medina, Arlet Mólgora Glóver y Remberto Estrada
Barba, parecería tratarse de la típica respuesta a la broma en torno a la
posibilidad de presentarse alguno de esos fenómenos: “Me voy a Yucatán”.
Cierto,
se trata hasta cierto punto de una burda comparación con esos legisladores, pues
el dicho se refiere a las rápidas decisiones, faltas de razonamiento, ante la
presencia o cercanía de un grave conflicto, en el caso de ellos arribar a la
Cámara de Diputados e ignorar qué hacer, excepto, desde luego, levantar la mano
o apretar un botón.
Esto,
se sabe, es para aprobar cual-quier-co-sa que provenga de sus correligionarios,
o bien de Nueva Alianza -otro “satélite” del tricolor-, aunque también para
rechazar cual-quier-co-sa que propongan los otros partidos, desde luego cuando
no convenga a “sus” intereses.
Exceptuamos
de la lista de “extraviados” a la diputada del PAN, Patricia Sánchez Carrillo,
quien, por lo menos, sabe para qué otra cosa sirve la máxima tribuna legislativa,
en la que, inclusive, ha formado parte en su directiva en sesiones y
participado directamente en éstas.
No
sucede lo mismo en los casos de Toledo Medina, Arlet Mólgora y Estrada Barba,
el primero de ello, increíblemente -con toda y esa muestra de falta de
capacidad- aún aspirante a candidato del PRI a la gubernatura. En efecto, hasta
hoy ignoramos a qué se dediquen, además de formar parte del “moloch” (bulto).
Casualmente,
durante la prolongada sesión del jueves último, cuando se discutió y terminó
por aprobarse el Presupuesto de Egresos 2016 de la Federación, que inició poco
después del mediodía y se prolongó ¡hasta las 9:44 de la mañana del día siguiente!,
se esperaba alguna participación, por lo menos escueta, de alguno de ellos,
pero nada: Continuaron “extraviados”.
Como representados suyos, los quintanarroenses
se preguntan a qué se dedican esos funcionarios que, por el simple hecho de
permanecer sentados horas y horas tan sólo para votar y después justificar que
pertenecen a una docena de comisiones, devengan una envidiable “dieta” mensual
que ya quisieran los trabajadores de salario mínimo. ¡Con razón está en crisis
el país!
Lo
curioso es que aún tenemos fresca en la memoria sus ofrecimientos de campaña,
en el sentido de que legislarían por el desarrollo de Quintana Roo, por los
jóvenes, niños, el campo, el turismo, adultos mayores y por todo lo que sonara
bonito. Nada nuevo, hasta se parecen a los dóciles diputados locales, algunos
oficialistas, otros “maiceados”.
La
verdad es que todo se trata de un juego de mentiras y más mentira, como lo fue
el caso de la Secretaría de Hacienda y la Comisión de Presupuesto y Cuenta
Pública de la Cámara que, por cierto, aseguró que la educación fue el sector
mejor tratado en el dictamen del presupuesto.
Fíjese
Usted. Tal y como planteó el diputado de Morena, Guillermo Rafael Santiago
Rodríguez -de esos que sí son de una oposición real-, los oficialistas dijeron
haberle aumentado 5 mil millones de pesos al presupuesto de Educación, cuando
que deberían ser 9 mil millones para compensar la inflación prevista del 3% para
el próximo año, por lo que se trata de un decremento que afectará a millones de
estudiantes.
El
sector, como los demás rubros de gobierno, experimentará en 2016 uno de sus
momentos más críticos del sexenio, con “recortes” en Prestación de Servicios de
Educación Media Superior de la UNAM y el Conalep, por 564.5 millones de pesos;
la desaparición del Programa de Educación para el Desarrollo Rural (207.5
millones); disminución del 45.5% del presupuesto de los programas de Educación
Pública Digital de la Universidad Abierta y a Distancia de México (162.8
millones)
Asimismo,
disminuirá en Servicios de Educación y Cultura Indígena (17.09 millones), 16.29%
menos que este año; en Fomento y Promoción a la Cultura (623.8 millones) y en Estímulo
al Deporte (763.1 millones)
Con
todo, quizá el que el ajuste más agraviante, el más violento contra las
esperanzas de millones de jóvenes por acceder a una formación profesional, es el
recorte por 7 mil 314.3 millones de pesos a los subsidios para organismos
estatales de educación superior, y de 7 mil 277.9 millones, que afectarán
directamente a las universidades públicas de todo el país, que concentran casi
un millón 40 mil estudiantes, el 26.81% de la población universitaria nacional.
Como
era de esperarse, estos recortes agravarán las ya de por sí difíciles
condiciones de rezago, marginación y olvido de millones de jóvenes durante su
interminable lucha por seguir aprendiendo.
El
argumento de gobierno es que tenemos menos ingresos, y sí, claro, hay que hacer
recortes, pero a los salarios de los altos funcionarios, las pensiones de los
expresidentes y a los gastos de Los Pinos, ya que es muchísimo el dinero que se
va en la llamada “alta burocracia”.
En
este sentido, Morena presentó un plan de austeridad para ahorrar más de 400 mil
millones de pesos, pero no progresó porque muchos diputados no quieren perder
sus privilegios.
Resulta
increíble cómo en México se sigue manteniendo una clase política con muchísimo
dinero y no se prioriza la educación superior, donde sólo tenemos el 35% de
cobertura y más de 11 millones de jóvenes en edad para estudiar la universidad.
¿Cómo
es posible pedirle a la ciudadanía recortar su bolsillo y amarrarse el
cinturón, cuando que el propio gobierno no es capaz de hacerlo, y de ahí el
llamado a un programa real de austeridad. No es posible que se siga afectando
al pueblo.
No
pocos conocemos de primera mano lo que se sufre y carece en las universidades
públicas porque provenimos de alguna, y en muchas de ellas no hay cupo; los
salones están abarrotados, no hay herramientas ni materiales suficientes, y a
sabiendas de esto se les recorte el presupuesto a las universidades públicas
estatales.
Se
dice que el gobierno federal está apoyando a los jóvenes, lo que es falso, ya
que sufrimos una deserción de más del 50% en el nivel superior, deficiencia en
gran parte de sus bibliotecas y material que utilizan; y a pesar de ello los
jóvenes siguen intentando con notable tenacidad, creatividad e ímpetu
sobreponerse para cumplir sus anhelos de plenitud y bienestar, y en última
instancia, la felicidad.
Contra
esta lucha el Estado ha respondido con actos políticos de represión, a través
de las cuales intenta un forzoso silencio, por lo que es hora de un firme giro
de timón a parte del reconocimiento de los jóvenes como uno de los actores más
dinámicos, activos y comprometidos con la sociedad, así como la urgencia de
replantear el modelo educativo para disponer de recursos necesarios para ser
integral, incluyente, crítica y ética social y popular para constituirse como
el motor de cambio.
Así,
Santiago Rodríguez propuso aumentar el apoyo a la educación indígena por 67
millones de pesos, así como al Programa de Educación Indígena (20 millones),
además de modificar el dictamen para colocar bajo el lente la perspectiva de
género y transversalidad de la política presupuestaria enfocada al desarrollo
integral de los jóvenes.
La
sociedad en su conjunto exige una solución a tantos problemas que ha venido
acarreando, no sólo una “manita de gato” para la educación o un apoyo, sino que
se respete y fortalezca el derecho a la educación.
Es
cierto que en educación básica existe bastante cobertura, lo que no ocurre en
educación superior, y cómo queremos que los jóvenes tengan mejor futuro, si no se
les brindan las herramientas y la oportunidad de estudiar en una universidad
pública.
Es
obligación del Estado permitir que los jóvenes tengan un mejor desarrollo, pero
no se puede hablar de un mejor México sin buscar mejores oportunidades para todos
los jóvenes, como Quintana Roo no puede aspirar a más con representantes
populares “extraviados” ¡Despierten!
(Permitida
la copia, publicación o reproducción total o parcial de la columna con la cita
del nombre de su autor)
*Luis
Angel Cabañas Basulto, periodista yucateco residente de Chetumal, Quintana Roo,
con más de 38 años de trayectoria como reportero, jefe de información, editor y
jefe de redacción de diversos medios de información, también ha fungido como
Jefe de Información de dos gobernadores y tres presidentes municipales, y
publicado tres libros.
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