En primera fila
¡Fuera malos funcionarios!
Por Luis A. CABAÑAS BASULTO*
El alcalde con licencia de Iguala,
Guerrero, José Luis Abarca Velázquez, prófugo tras el secuestro y homicidio de
los normalistas de Ayotzinapa, es un empresario próspero que, entre 1992 y
2011, sumó a su patrimonio locales para vender joyería, construyó una plaza
comercial, adquirió un rancho, casas en fraccionamientos residenciales y
terrenos, muchos de los cuales al mismo tiempo que su familia estaba vinculada
al crimen organizado.
En
Iguala, 17 propiedades están a su nombre, a las que se suma una casa y una
joyería de su esposa, María de los Ángeles Pineda Villa, hermana de operadores
del cártel de los hermanos Beltrán Leyva, para un total de 19 inmuebles de su “patrimonio
familiar”.
Los
datos de los bienes de la pareja se encuentran en el Registro Público de la
Propiedad de Chilpancingo, capital de Guerrero, y aunque su consulta es de
acceso público, existe orden de no entregar información sobre Abarca Velázquez.
La Procuraduría del Estado lo busca por su probable responsabilidad en el
ataque a los normalistas, entre los que 6 murieron, 25 resultaron heridos y 43
están desaparecidos
En
este sentido, múltiples preguntas se tienen que hacer, una de ellas es si las
autoridades federales, locales y municipales de determinadas oficinas y
funcionarios supieron desde antes quién era el alcalde, con quién estaba
vinculado él, su familia y sus cercanas amistades, ¿Cómo llegó al poder? ¿Cómo
financiaron su campaña? ¿Qué pasó recientemente? ¿Habría testimonios,
documentos o evidencias?
Así las cosas, ¿Cómo demonios no se
actuó a tiempo?
Y nos referimos a los tres órdenes de
gobierno porque eso se llama corresponsabilidad, y si tanto indigna este caso
como indigna y lastima, por supuesto que tenemos también que señalar a los tres
órdenes de gobierno como corresponsables de una u otra manera, ya que no basta
con lamentar hoy los hechos.
Otra pregunta sería ¿Por qué
estudiantes normalistas?
Otrora los homicidios dolosos se daban
entre grupos criminales, grupos de la delincuencia o redes de delincuencia, pero
hoy estamos viendo otras cosas que llevan a los peores terrenos y tiempos de la
Guerra Sucia, donde había todo tipo de atrocidades contra inocentes, jóvenes
estudian para preparar a otros jóvenes, los que mueren en un autobús que son
jóvenes deportistas que van a jugar fútbol, una señora inocente y un chofer del
autobús.
Por si fuera poco, se llevan también,
desaparecen a decenas de normalistas por órdenes de un tal “Chucky”. ¿Y quién
es ese tal Chucky? Tan sólo alguien que manda en la policía, porque ahora los
delincuentes se ponen el uniforme de las policías, y con esa impunidad actúan
contra los civiles, contra la gente.
Este no es un caso aislado, no se suma
a la estadística, sino que claramente nos tiene que mover y remover la
conciencia, pero también a la acción.
Por ello no basta con señalar a los
niveles de gobierno, sino también a los legisladores, con la clara
responsabilidad de legislar y hacer las reformas necesarias para un marco
jurídico apropiado que se ejecute, ya que de nada sirven las leyes si además existe
creciente impunidad ante la delincuencia del país, ya que representa una
invitación al delito, y eso es lo que se vive y refleja.
Por otro lado, también es cierto que
los partidos políticos están fallando, ya que se asocian con tal de mantener o
alcanzar el poder, y luego ven cómo hacerle o justificarse, lo que no se vale,
porque se han visto casos como en Michoacán, Durango, Tamaulipas y Guerrero,
donde se asocian con el crimen organizado y ganan.
¡Valiente, triunfo! ¡Descarados! Eso es
lo que no se puede seguir permitiendo y es precisamente lo que se debe revisar ahora.
¿Y sabe Usted por qué no funcionan las
cosas? Porque no hay mando único policial en los Estados, no funcionan porque
no les pega la gana someterse a exámenes de confianza, toxicológicos, ni depurar
a sus policías, porque no hay ética política, porque hay un gran descaro y un
menosprecio a la vida.
No perdamos la capacidad de asombro e
indignación y exijamos que el que no quiera cumplir con su responsabilidad que
se largue; sea un presidente municipal, un gobernador, un servidor público
federal o un legislador porque están en el poder para desquitar un mandato que
se les confió.
Como bien diría el senador panista Javier
Lozano Alarcón, ¡ya basta de alcaldes delincuentes, gobernadores ausentes y
servidores públicos federales que se satisfacen tan sólo con lamentar los
hechos!
(Permitida la copia,
publicación o reproducción total o parcial de la columna con la cita del nombre
de su autor)
*Luis
Angel Cabañas Basulto, periodista yucateco avecindado en Chetumal, Quintana
Roo, con más de 36 años de trayectoria como reportero, jefe de información,
editor y jefe de redacción de diversos medios de información, también ha
fungido como Jefe de Información de dos ex gobernadores y tres presidentes
municipales, y publicado tres libros.
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