En
primera fila
¡Histórico atraco patrimonial!
Por Luis A. CABAÑAS BASULTO*
No
rebasamos aún la primera mitad del sexenio de Peña Nieto, y ya los hechos
demuestran por qué fuer uno de los candidatos del PRI más criticados, y uno de
los más cuestionados, con un país totalmente de cabeza y absoluta falta de
transparencia como principal característica, pese a que algún sector del
extranjero había promovido al mandatario como uno de los mayores estadistas del
mundo.
Esto
había posible tras las reformas en los sectores laboral, educativo, energético
y hacendario, aunque, es de justicia aclararlo, nada de ello hubiera sido
posible sin la complacencia de sus aliados del PRI y Verde “Ecologista” en el
Congreso de la Unión, donde, pese a no convencer absolutamente a nadie, eso sí,
cuentan la mayoría necesaria para aprobar TODO lo que quisiera el Ejecutivo.
Sin
embargo, las simulaciones para tratar de convencer a la ciudadanía no empiezan
precisamente con el sexenio de Peña Nieto, sino años, muchos años atrás, con
una trama que, por ejemplo, en el caso de las reformas, nació el 18 de abril de
2012, a pocos meses de las elecciones presidenciales, cuando un conferencista
planteó cuatro modernizaciones estratégicas necesarias: La del sector laboral,
educativo, energético y una reforma hacendaria integral.
En
efecto, cualquiera pensaría que la Divina Providencia “iluminó” a este
conferencista, ya que ésas han sido precisamente las grandes reformas que ha
impulsado el Presidente de la República, aunque, por fortuna, en política no
existen las coincidencias, y mucho menos cuando dicho orador era Pedro Aspe
Armella.
La
historia, reiteramos, no comienza en 2012, sino más de 30 años antes,
específicamente en 1978, cuando el entonces desconocido Pedro Aspe y el anónimo
Carlos Salinas de Gortari se conocieron en Estados Unidos en sus estudios de
doctorado y congeniaron; compartieron visiones sobre el futuro, forjaron un
pacto de complicidad y sellaron con su amistad el destino político y económico
de México.
Desde
su regreso al país, Carlos Salinas involucró como su segundo de a bordo en
todos sus cargos a quien convirtió en su brazo derecho, don Pedro Aspe, por lo
que al llegar a la Presidencia no dudó en entregarle la Secretaría de Hacienda.
La suerte del país estaba echada.
Entonces
comenzaron las reformas estructurales modernizadoras, promocionadas con el
mismo diagnóstico, las mismas promesas y las mismas recetas que hoy proponen,
pese a su demostrado fracaso a lo largo de los años.
Salinas
remató las empresas estatales entre amigos, el ejido desapareció, los bancos se
vendieron a los extranjeros, las carreteras se concesionaron y los negocios de
Raúl Salinas y socios privados fueron y son de dominio público, mientras que
las fronteras se abrieron al comercio foráneo, con evidente lesión del mercado
interno, que se volvió eternamente dependiente de la industria extranjera y los
poderes fácticos.
En
ese entonces, el hoy titular de Hacienda, Luis Videgaray, estudiaba en el ITAM,
donde su maestro de Economía, Aspe Armella, lo contrató dos años como asesor de
esa secretaría entonces a su cargo, aunque, siguiendo los pasos de su mentor,
estudió en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), “una continua
fuente de inspiración”, dijo Videgaray de Aspe en los agradecimientos de su
tesis doctoral.
En
1998, cuando Videgaray regresó a México, Aspe le acogió durante más de 7 años como
socio en Protego, institución que obtenía recursos en mercados nacionales y
extranjeros para empresas con alto potencial de crecimiento. Durante ese
periodo conoció a Emilio Lozoya Austin, otro alumno reclutado por Aspe e hijo
del ex secretario de Energía en el sexenio de Salinas, Emilio Lozoya Thalmann.
Ya
se empezaba a perfilar el plan de Videgaray respecto al petróleo, hasta que en
2005 llegó su gran oportunidad al resultar Peña Nieto gobernador del Estado de
México, y Aspe se lo presentó para reestructurar la deuda de esa entidad, tras
lo cual le nombró director de Finanzas. En tanto, Emilio Lozoya fungía como uno
de los directivos de la filial de OHL en México, un grupo español de
concesiones y construcción.
De
ahí, como dicen, el resto es historia, ya que dos años después coordinó la
campaña de Eruviel Ávila en Edomex, y en noviembre de 2011 la de Peña Nieto,
con lo que se convirtió en secretario de Hacienda. Sólo era solo cuestión de
tiempo para poner accionar sus planes, los de Aspe y, por supuesto, los de Carlos
Salinas: Presentar a través de Peña Nieto la iniciativa de reforma energética.
Así,
no entendemos por qué se “ofenden” e indignan los legisladores priístas y
“verdes” que aprobaron esa reforma, sobre todo porque todo lo anterior es tan
sólo una historia de datos “duros”, que Videgaray y socios planearon con una
sola finalidad: Hacer negocios, pues hoy debemos importar de Estadios Unidos,
al que otrora exportábamos, nada más ni menos que ¡100 mil barriles de petróleo
diarios!
Imagínese
Usted, tan sólo un mes y medio después de ser nombrado Lozoya Austin como
director general de Pemex, éste adjudicó directamente, sin licitar, la primera
fase del gasoducto Los Ramones, un proyecto de mega infraestructura gasífera
con un costo de más de 2 mil millones de dólares, en favor de Sempra, ahora
IEnova, empresa que dirige en México Carlos Ruiz Sacristán, compañero del
propio Lozoya Austin en OHL.
Sacristán,
por cierto, fungió como secretario de Comunicaciones y Transportes de 1994 a
2000, durante el gobierno del también priísta Ernesto Zedillo
¿Quiere
saber a qué empresa asignó Pemex el armado financiero? Sospechosamente, a
Protego, de Pedro Aspe. Sólo llevaban en el cargo menos de un mes y medio Lozoya
y Videgaray, y ya habían realizado el primer gran negocio relacionado con el
petróleo.
Así
las cosas, tras este recuento de hechos ¿Podría Luis Videgaray negar que la
reforma energética beneficia directamente a su grupo político y lo enriquecerá
a costa de las carencias de la gran mayoría de los mexicanos? La pregunta se la
planteó hace más de un año la legisladora de Movimiento Ciudadano, Luisa María
Alcalde Luján, pero sigue siendo válida porque jamás respondió… ni creemos que
lo haga.
(Permitida
la copia, publicación o reproducción total o parcial de la columna con la cita
del nombre de su autor)
*Luis
Angel Cabañas Basulto, periodista yucateco avecindado en Chetumal, Quintana
Roo, con más de 37 años de trayectoria como reportero, jefe de información,
editor y jefe de redacción de diversos medios de información, también ha
fungido como Jefe de Información de dos ex gobernadores y tres ex presidentes
municipales, y publicado tres libros.
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