DIPUTADOS, “BOLA DE CORRUPTOS”
Por Luis A. CABAÑAS BASULTO*
Al
aprobar el Sistema Nacional de Anticorrupción, los diputados volvieron a
pegarle una puñalada al pueblo de México, con el que no tienen contacto.
La
gente esperaba una medida que, sin embargo, esa clase política no está a la altura de tomar: Parar este mal de
este país por el control del “priato” jurásico y “prian”, que ha afectado al
propio desarrollo del país.
México
ha tenido muchos presidentes mediocres, corruptos, los últimos Salinas,
Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto, este último con la medalla de oro, como
niño de pecho comparado a los anteriores, pero ante quien la Cámara de
Diputados presenta debilidad absoluta.
En
esta Cámara, el PRI careció de voluntad política para conformar un verdadero
sistema independiente, confiable y eficaz para erradicar un mal que ha corroído
las estructuras del poder político, incluyendo la propia Cámara.
Ante
los permanentes escándalos de la Presidencia de la República por la corrupción
y conflictos de interés, el PRI y sus aliados quieren engañar al pueblo, pero
este partido del que el deslenguado Fox no tuvo capacidad para atrapar ningún “pez
gordo”, discutía un órgano constitucional autónomo en materia de anticorrupción
como establece el artículo transitorio de la reforma a la Ley Orgánica de
Administración Pública del 2 de enero del 2003.
Esa
reforma la aprobó el Senado el 13 de diciembre de ese año y ratificó en el
artículo 113 de la Constitución que el órgano responsable de combatir la
corrupción era público, autónomo, con personalidad jurídica y patrimonio propios,
cuyo titular nombraría el Senado a propuesta de los grupos parlamentarios por
el voto de las dos terceras partes.
Ese
proyecto, que daba autonomía al órgano encargado de combatir la corrupción,
creaba un sistema donde concurrirían las instancias de procuración de justicia,
el organismo garante en materia de transparencia y acceso de información; la
Auditoría Superior de la Federación y los órganos equivalentes en las
entidades, pero el PRI lo vetó en la Cámara de Diputados.
Y
volvieron a echar a andar el proceso legislativo sin que los mexicanos contaran
con un instrumento que previniera y castigara la corrupción en las altas
esferas del poder, expuestos y puestos al desnudo.
Ésa
es la triste realidad. Y en ese contexto, en la XLVIII Reunión de la Conago,
Peña Nieto dijo que no caben excepciones, nadar de “muertito”, evadir la
responsabilidad y dejar que el gobierno de la República sea el único que
afronte su responsabilidad.
Evidentemente,
no se vale nadar de “muertito” frente a la corrupción públicamente denunciada
no sólo contra de Peña Nieto y Luis Videgaray, sino también contra
gobernadores, presidentes municipales y empresarios que se han enriquecido por
sus relaciones de amigos y compadres.
Asimismo,
no nadar de “muertito” aplica a los diputados que, a través de su Junta de
Coordinación Política y Mesa Directiva, lo hacen frente a la Comisión de
Investigación de las empresas del “Grupo Higa” y sus relaciones con las
paraestatales.
En
efecto, los diputados nadan así frente a la corrupción que reclama la prensa,
encubre el presidente a través de su Secretaría de la Función Pública y
pretende ocultar a través de un falso discurso de combate con el nuevo sistema
anticorrupción, acotado para erradicar ese mal, del que la Cámara es cómplice
por la simulación en su investigación y sanción a responsables.
El
sistema que proponen con un Tribunal de Justicia Administrativa, cuyos miembros
de la Sala Superior designa el Presidente de la República y ratifica el voto de
las dos terceras partes del Senado o la Permanente, acota los equilibrios que
exige la falta de credibilidad y legitimidad de las instancias de gobierno en el
país.
Así,
el mismo presidente designa a los miembros de la Sala Superior y las regionales
del Tribunal de Justicia Administrativa en su calidad de órgano judicial
competente para imponer sanciones a funcionarios y particulares que incurran en
corrupción.
Para
ello considera el sistema de designación de ministros de la Corte, a cuyos
miembros designa el Senado en una terna que pone a su consideración el presidente
y que deben aprobar las dos terceras partes de sus miembros y preferentemente
deben haberse desempeñado con eficiencia, capacidad, probidad en la impartición
de justicia o distinguido por su honorabilidad.
Este
mínimo de equilibrio entre Ejecutivo y Legislativo para integrar los miembros
de la Corte no se garantiza en el nuevo Tribunal de Justicia Administrativa,
convirtiendo la participación del Senado en una farsa similar a la de Peña
Nieto en la designación de la Función Pública y la investigación del conflicto
de intereses en los que se involucró con su secretario de Hacienda.
El
cuarto transitorio da hasta 180 días para que los Congresos de los Estados y la
Asamblea Legislativa del DF expidan leyes y adecúen, y el octavo permite al
Tribunal de Justicia Fiscal y Administrativa y los tribunales contenciosos-
administrativos de las entidades continuar por el tiempo que los designaron.
Puro “gatopardismo”, que cambia para no cambiar nada.
Esos,
sólo son algunas inconsistencias del Sistema Anticorrupción, que no pasa la
prueba de confianza, certeza, imparcialidad, transparencia y máxima publicidad.
El combate a la corrupción no es a través de discursos o posicionamientos con
demagogia, mentira y farsa para la opinión pública.
Así
las cosas, la reforma tiene tintes electoreros para los partidos que la aprobaron
sin cambios, con lo que se acredita que el “Pacto contra México” sigue vigente,
fortalecido y remasterizado.
Como
dijo Peña Nieto, nadan de a “muertito” frente a la corrupción, son cómplices de
una farsa y de la demagogia en supuestos avances en el combate a la corrupción con
una reforma que no cubre esa expectativa.
La
esfera de responsabilidad del Ejecutivo, que destaca a nivel internacional como
gobierno que nació con la corrupción del proceso de elección y se vincula con
conflicto de interés en megaproyectos de obra pública, queda intocada por el
Sistema Anticorrupción.
El
marco constitucional y legal vigente de la Cámara pudo -pero no quiso- crear
una comisión de investigación de actos de corrupción y conflicto de intereses
que conoce la opinión pública por investigaciones periodísticas o los
desaciertos de los propios funcionarios involucrados en corrupción.
El
fastidio de la población por la crisis económica y la inseguridad del país no
se colma con discursos ni demagogia legislativa, y la Cámara perdió nuevamente la
oportunidad de atender la emergencia del país, pero no lo entienden: Urgen
actos reales y eficientes contra la corrupción.
Sabíamos
que aprobarían la reforma, aunque les dijeran, explicaran y viniera todo el
pueblo que exige cambios en las calles. Tiempo deberían tener los legisladores
para cumplir su responsabilidad y dejar de ser “tapaderas” de Peña Nieto, de la
misma Cámara de Diputados y de la corrupción que priva en México.
Con
sus actitudes siguen llevando al despeñadero al país y a los mexicanos. Les
enterraron otro puñal, lógico, porque también son una bola de corruptos.
(Permitida
la copia, publicación o reproducción total o parcial de la columna con la cita
del nombre de su autor)
*Luis
Angel Cabañas Basulto, periodista yucateco residente de Chetumal, Quintana Roo,
con más de 37 años de trayectoria como reportero, jefe de información, editor y
jefe de redacción de diversos medios de información, también ha fungido como
Jefe de Información de dos gobernadores y tres presidentes municipales, y
publicado tres libros.
luancaba.qroo@gmail.com
@legna2003 http://luisangelqroo.blogspot.mx
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