Ex presidentes, ¡intocables!
Por Luis A. CABAÑAS BASULTO*
México
se ha convertido en un país de privilegios para unos, y de carencias para
millones, con un sistema político e institucional que, en gran medida, busca privatizar
los beneficios y socializar las desventajas.
Mantener
esta forma de gobierno sólo evita alcanzar una verdadera democracia o estado de
derecho, puesto que, como se ha puesto de manifiesto, en México no existe
austeridad en el gasto público, y de ahí la necesidad de legislar en la materia,
claro si lo que se busca es reivindicar realmente el servicio público.
El
artículo 25 constitucional establece que corresponde al Estado la rectoría del
desarrollo nacional para garantizar que éste sea integral y sustentable,
fortalezca la soberanía de la nación, su régimen democrático y, mediante la
competitividad, el fomento del crecimiento económico y empleo, y una más justa
distribución del ingreso y la riqueza.
En
este sentido, demanda la necesidad de aplicar el modelo de austeridad como
criterio rector del servicio público, y reducir los altos costos de gobierno
mediante acciones y políticas que acaben con los privilegios de la alta
burocracia.
La
población no está obligada a mantener al gobierno, sino, por el contrario, éste
debe fungir como órgano operador de la economía y sanear las finanzas públicas
del Estado, argumento ante el que cabría preguntar ¿qué lugar ocupan en el
sistema jurídico mexicano las pensiones de los ex presidentes de la República?
El
artículo 127 constitucional establece en su fracción IV que no se concederán ni
cubrirán jubilaciones, pensiones, haberes de retiro o liquidaciones por
servicios prestados, así como como tampoco préstamos o créditos, sin que a éstos
los asigne alguna la ley o decreto legislativo.
Luego
entonces, al no existir disposición vigente o decreto del Congreso de la Unión,
no debería gozar de compensaciones quien hubiere terminado de desempeñar
funciones como servidor público.
Así
las cosas, la compensación “mientras vivan quienes desempeñaron el cargo de
titular del Ejecutivo Federal”, se estipuló en el Acuerdo 2763-Bis del 31 de
marzo de 1987 bajo los siguientes lineamientos: Monto equivalente al salario de
un Secretario de Estado, con cargo al erario federal; seguro de vida y gastos
médicos mayores; en caso de fallecer el ex presidente, los beneficiarios serán
la viuda e hijos, por tiempo limitado y porcentajes específicos.
Además,
dispone la asignación adicional de 25 empleados de la federación a su servicio
directo, entre ellos directores generales, de área, subdirectores, jefes de
departamento, secretarias, técnicos, choferes y administrativos.
En
este sentido, el régimen de percepciones, compensaciones y apoyos de ex titulares
del Ejecutivo Federal lo establecen de manera muy somera los Acuerdos
Presidenciales de 1976 y 1987, así como el Presupuesto de Egresos de la
Federación, esto último a partir del ejercicio fiscal 2001.
Con
todo, como se sabe, esas compensaciones lesionan al erario público de manera muy
gravosa, además de ser un insulto para el pueblo.
Urgen
medidas impostergables para una sociedad más igualitaria y justa que obligue a
los Poderes de la Unión, órganos autónomos y demás entes federales a implementar
reglas estrictas de austeridad presupuestal, de manera que generen equilibrio y
justicia social, responsabilidad que también recae en los legisladores con la promoción
de políticas de mayor igualdad salarial.
En
efecto, los sueldos, percepciones, bonos y compensaciones de la alta burocracia
no se apegan al criterio económico de mercado, al principio de equidad social,
ni al de honrosa medianía económica.
Trabajar
seis años y obtener una pensión mensual por 205 mil 122 pesos, sólo ocurre en
México, pero no para toda la población: Sólo para los ex presidentes, mientras
que un trabajador afiliado al IMSS apenas alcanza 2 mil, 5 mil pesos o poco
más, por lo que para alcanzar la pensión presidencial debe trabajar hasta 65
años.
Tan
sólo en 2014, la Federación erogó cerca de 5 millones de pesos en pensiones de
ex presidentes, por lo que su omisión responde a una demanda de una sociedad
por ahorros significativos que, en todo caso, se apliquen a invertir en
proyectos productivos, rescatar el campo, soberanía alimentaria, salud pública
y educación.
Por
otro lado, si bien la Constitución establece facultades y obligaciones del presidente
en turno, en ningún renglón faculta a conferir apoyos, pensiones o
compensaciones una vez concluido su ejercicio, mucho menos a sus beneficiarios.
Luego
entonces, la pregunta que flota en el aire es: ¿Por qué se garantiza la pensión
vitalicia a ex mandatarios, incluyendo a sus beneficiarios?
No
existe clara motivación ni fundamento jurídico que explique por qué el apartado
“Ramo Administrativo” del Presupuesto federal de Egresos, respecto a la “Oficina
del Presidente de la República”, incluye una partida que desde el 2001 incluye
las pensiones y beneficios para quienes hayan sido titulares del Poder
Ejecutivo.
Aun
suponiendo que existiera esa disposición que facultara la partida de
compensaciones o pensiones, no sería ética ni moral ante la lamentable
situación por la que atraviesa el pueblo y atenta contra el principio de
igualdad que rige el Estado de Derecho, a sabiendas que los sistemas de
pensiones entre unos y otros son inequitativos.
Ante
lo anterior, el senador petista David Monreal Avila propuso a la Cámara de
Diputados adicionar un segundo párrafo a la fracción IV del artículo 127
constitucional, en el que se supriman las compensaciones para quienes se hayan
desempeñado como titulares del Ejecutivo Federal o, a falta de éstos, para sus
beneficiarios.
Aunque
la propuesta se turnó a las Comisiones Unidas de Puntos Constitucionales,
Gobernación y de Estudios Legislativos, la pregunta obligada es si alguien cree
que saldrá algún día del escritorio de los múltiples “pendientes” del Senado y,
en su caso, ocurrir el milagro de prosperar.
Lamentablemente,
los milagros ¡ya no existen ni nadie cree en ellos! Al menos NO mientras el PRI
siga gobernando al país y tenga mayoría legislativa con el Verde “Ecologista” -con
la complicidad del PAN o el PRD-, pero el pueblo y su voto tendrán la última
palabra.
(Permitida
la copia, publicación o reproducción total o parcial de la columna con la cita
del nombre de su autor)
*Luis
Angel Cabañas Basulto, periodista yucateco residente de Chetumal, Quintana Roo,
con más de 37 años de trayectoria como reportero, jefe de información, editor y
jefe de redacción de diversos medios de información, también ha fungido como
Jefe de Información de dos gobernadores y tres presidentes municipales, y
publicado tres libros.
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