Autismo, tarea pendiente
Por Luis A. CABAÑAS BASULTO*
Hartos
de enfocarnos a las barbaridades legislativas, cuya lectura, sin embargo,
resulta ser del agrado de los lectores, hoy preferimos referirnos a un tema que,
tal vez de menor o nulo interés para la población, dadas las cifras y
circunstancias, se trata de un problema creciente que, por lo menos, logró unir
las opiniones de todos los diputados federales: El autismo.
En
efecto, los legisladores federales, que no representantes “populares”, como
prefieren identificarse, escondieron uñas y rencores y votaron por unanimidad
de 384 votos de todos los partidos políticos -sí, leyó Usted bien, por
unanimidad-, el proyecto de decreto de Ley General para la Atención y
Protección a Personas con la Condición del Espectro Autista.
Turnado
al Senado para sus efectos y presentado por la priísta Adriana Hernández
Íñiguez -también leyó bien, es del PRI, aunque no lo crea- el proyecto estuvo a
cargo de la Comisión de Atención a Grupos Vulnerables, pero ampliamente
respaldado, por sentido común, toda vez que el autismo crecen de forma
alarmante en México, sobre todo en la población infantil.
A
decir de las dependencias involucradas, a unos días de celebrarse el Día Mundial
de Concienciación del Autismo -el próximo 2 de abril-, se desconoce a ciencia
cierta el número de personas con este padecimiento, aunque, según estadísticas,
uno entre cada 88 y 100 nacimientos tiene un trastorno del espectro autista, cuyo
número de casos representa un incremento promedio anual del 20% que rebasa
todos los esfuerzos institucionales.
Las
deficiencias en todas las áreas son indiscutibles, particularmente en las
especializadas, que debieran encargarse de atender este padecimiento, que
presenta una sintomatología diversa en dos tipos de indicadores: Los precoces y
los tardíos.
Entre
las principales características del primer caso se incluyen los que no responden
a su nombre, no pronuncian palabra hasta los 16 meses o frases de dos o más
palabras hasta cerca de los 2 años de edad, no establecen contacto visual
correcto, no sonríen ni muestran alguna receptividad social.
Por
su parte, los tardíos presentan las siguientes características: Carecen de
interés en socializar y hacer amigos; no son capaces de iniciar o mantener una
conversación; son poco imaginativos al juego, utilizan lenguaje repetitivo, tiene
rutinas específicas y cualquier intento por modificarlas les genera gran
angustia, además de mostrar apego excesivo a determinados objetos.
Como
se puede observar, los síntomas de autismo provocan un sufrimiento constante a quienes
atestiguan este tipo de trastorno, aunque estudios especializados reportan que con
seguimiento a través de desarrollos terapéuticos específicos, es posible
resolver las condiciones en los primeros problemas de comunicación, como
lenguaje, desarrollo social y otros aspectos vinculados en los infantes con
este trastorno de salud mental.
Por
otro lado, quienes presentan esta particularidad tienen un desarrollo social
muy diverso al de alguien común. Su conducta y evolución emocional reflejan un
grado de inteligencia mayormente reconocido y habilidades específicas en
diversas áreas y materias como la tecnología, artes como la música y la pintura,
y habilidades matemáticas.
En
México es posible identificar todas las evidentes carencias en materia de
autismo, toda vez, que no existe normatividad que permita disponer y aplicar
condiciones legales particulares, así como tampoco disponibilidad de presupuesto para su aplicación en la debida
atención a este grupo social.
Asimismo,
se carece de planes o medidas de detección que permitan identificar el autismo mediante
un diagnóstico preciso en diversas entidades y espacios para su debida
evaluación de grados, o ubicar en las escuelas a los niños con determinado
grado de autismo ¡No es posible!
Y
créanos que se presentan muchos casos, pero ni existen adecuaciones o
normatividad ni mucho menos personal capacitado para detectar un problema de
autismo en los planteles, amén de que, en la mayoría de los casos, es prácticamente
imposible que un maestro de grupo sepa cómo tratar a un alumno con autismo.
Precisamente
de ahí deriva la bondad de la iniciativa de ley, cuyo objeto primordial es la
incorporación integral de todas las personas con este tipo de trastornos y,
sobre todo, proteger sus derechos para mejorar su calidad de vida y la de su
familia.
Organismos
internacionales señalan que existen más niños con espectro autista que con otro
padecimiento como el cáncer, SIDA o diabetes, aunque, al menos en teoría, en
México existen infraestructura tecnológica y recursos humanos especializados
suficientes para el tratamiento de éstos últimos en las instituciones de salud.
No
obstante, carecemos de estos instrumentos para la atención y tratamiento de las
personas con autismo ni es posible atenderlos a través de procedimientos
inadecuados ni para su eventual incorporación a una integración de un entorno y
desarrollo social favorables.
En
años recientes las instituciones de salud se han ocupado de desarrollar
lineamientos y procedimientos para atender de manera general trastornos de este
padecimiento, la norma más específica la Guía de Práctica Clínica, Diagnóstico
y Manejo de los Trastornos del Espectro Autista, pero lamentablemente, no
cumple con los parámetros suficientes de atención integral para solventar como al
autismo como problema prioritario de salud.
Así
las cosas, se espera que con la nueva ley -ahora en manos del Senado- se
implementen significativas mejoras en el sistema de cuidado y atención de los
padecimientos de salud de este tipo o de los que afecten en gran escala a los
mexicanos y merecen atención integral y urgente, sobre todo en niños y
adolescentes mexicanos.
Ojalá surgieran más iniciativas de interés general para la
unificación de criterios legislativos, por ejemplo los de avanzada en Madrid,
España, donde desde el 2011 se instrumentó una campaña para derribar los mitos
sobre el autismo, sobre todo en el uso del término para otro tipo de situaciones.
Así, era frecuente el uso indebido del término “autismo”
asociado a connotaciones negativas, por ejemplo en expresiones como “gobierno
autista” o “esa persona es autista” cuando se quiere expresar que ese gobierno
o esa persona no escuchan, no se enteran de la realidad, no muestran empatía
con los problemas o son incapaces de ofrecer soluciones, entre otros.
Gracias
al trabajo del grupo “Contra los Mitos del Autismo”, y bajo una campaña informativa,
se puso en marcha una serie de estrategias concretas y un protocolo de
actuación para garantizar una acción eficaz contra este uso erróneo del
concepto de autismo en los medios de comunicación, la mayoría de las veces sin
dolo, por ignorancia, pero en detrimento de su alcance real.
Desgraciadamente, ¿Cuándo hacemos realmente conciencia sobre
este tipo de situaciones? ¡Sólo cuando lo sufrimos en carne propia o lo sufren
nuestros seres queridos!
(Permitida
la copia, publicación o reproducción total o parcial de la columna con la cita
del nombre de su autor)
*Luis
Angel Cabañas Basulto, periodista yucateco residente de Chetumal, Quintana Roo,
con más de 37 años de trayectoria como reportero, jefe de información, editor y
jefe de redacción de diversos medios de información, también ha fungido como
Jefe de Información de dos gobernadores y tres presidentes municipales, y
publicado tres libros.
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