¿Faltan huevos en México?
Por Luis A. CABAÑAS BASULTO*
Antes que piense lo que realmente ocurre, conforme
al Banco de México, la importación de huevo aumentó 56% hasta enero en términos
anuales, al sumar poco más de 17.4 millones de dólares, contra los 11.1
millones del mismo mes del año pasado, lo que, presuntamente, provocó desabasto
y aumento del precio.
Éste, como se sabe, se incrementó 8% de septiembre
a la fecha, hasta llegar a 42 pesos el kilo, aunque en lugares, como Tijuana,
rozó incluso los 75 pesos ¡Increíble! ¡Hasta se pudiera pensar que se volvieron
ricas las gallinas!
Lo cierto es que, en tratándose de un alimento
básico, es una total falta de sensibilidad aumentar el precio en plena Cuaresma.
Su consumo es indispensable, pero no podemos negar que la inflación y la
pérdida del poder adquisitivo del salario mínimo implican desigualdad e
inestabilidad en la economía de las familias.
A 50.6 millones de mexicanos no les alcanzan sus
ingresos para cubrir sus necesidades básicas, como salud, educación, vivienda,
vestido y alimentación, en un tema de fondo: La riqueza de nuestra tierra es
inversamente proporcional a la pobreza del pueblo.
Ante el negro panorama del huevo, la Junta de
Coordinación Política de la Cámara de Diputados exhortará a la Comisión Federal
de Competencia Económica a investigar si el alza está relacionada con la
aplicación indebida de precios o la restricción de abasto por parte de la
cadena productiva y comercializadora, para determinar si existen condiciones de
competencia.
Asimismo, hará un llamado a las secretarías de
Economía y Sagarpa a analizar la conveniencia de instrumentar una política de
precios máximos al huevo en su carácter de bien de consumo popular, con base en
criterios que eviten el crecimiento desmedido en su costo y desabasto.
Por otro lado, las incitará a promover una política
de comercialización con esquemas que permitan coordinar esfuerzos para una
mejor integración de la producción primaria con sus procesos de
comercialización, elevando la competitividad de las cadenas productivas e
impulsar la formación y consolidación de comercializadoras y mercados para
asegurar el abasto interno y aumentar la competitividad.
Finalmente, exhortará a la Profeco a inspeccionar,
vigilar y aplicar sanciones a los responsables de la distorsión de los costos
del insumo.
Estas medidas revisten especial interés por la
crítica situación que golpea a los que menos tienen, en una muestra clara de las
pésimas políticas económicas del gobierno federal, que debe resolver el abasto
alimentario e investigar y sancionar responsables por la inestabilidad de
precios en los productos básicos de la cadena alimentaria.
Ya habíamos advertido que en los próximos meses
aumentaría la inflación. La caída del petróleo y el tipo de cambio peso-dólar
no son precisamente indicadores de un mejor escenario para los mexicanos.
El Acuerdo no es un pronunciamiento aislado y
carente de sentido, menos aun una concesión graciosa de gobierno. Las
autoridades deben llegar a las últimas consecuencias, con sanciones a los
responsables de la posible especulación y el incremento desproporcionado,
mientras Sagarpa y Profeco deben investigar indicios de acaparamiento en
empresas y comerciantes.
Vivimos una coyuntura crítica que ha puesto al país
al borde del estancamiento social, inseguridad, crispación económica y una
profunda crisis institucional. Urge un nuevo rumbo, o lo que el viejo economista
Schumpeter llamaba una destrucción creativa que destruya lo viejo y vuelva la
mirada hacia quienes viven con muy poco.
Deberemos comenzar a reducir la brecha de la
desigualdad que sigue campeando. No hacerlo es darles la espalda a los
mexicanos, según la diputada Danner González Rodríguez, de Movimiento
Ciudadano.
En México no sólo campea un Estado fallido en
materia de seguridad para los ciudadanos, víctimas de la delincuencia
organizada, y de un sistema de administración y acceso a la justicia marcado
por la corrupción, sino también en ineficiencia y omisión de la función
reguladora.
El Estado es anulado por intereses de particulares,
indistintamente nacionales o extranjeros. Se postra, es sumiso ante los
llamados poderes fácticos y atiende a los intereses de sectores económicos
preponderantes por encima de una justicia distributiva y de protección a los
que menos tienen.
Según el Inegi, la inflación a diciembre del 2014 fue
4.08% mayor que la del mismo mes de 2010, la más alta. Según el propio Inegi y
del Instituto Nacional de Precios al Consumidor, la tasa anual durante la
primera quincena de 2015 subió 2.97%, 0.01 puntos porcentuales respecto al
periodo anterior.
Sumémosle la persistente depreciación peso-dólar
que genera presiones inflacionarias, así como el problema de inseguridad, la
marcada debilidad del mercado interno y efectos de la absurda reforma fiscal
que aprobaron los diputados del “Pacto contra México”.
Entre otros, esto es lo que provoca obstáculos al
desarrollo de la actividad económica, y si a ello le agregamos el alza del
petróleo, es obvio que tenemos un “cóctel” que afecta al pueblo, y fuera de
cifras de la macroeconomía nacional, el ciudadano “de a pie”, el que tasa sus
ingresos en función del salario mínimo, percibe y vive una recesión económica
nacional.
El alza del precio del huevo es similar al del 2012,
con la diferencia de que entonces el sobreprecio se vio afectado por el brote
de influenza aviar y el aumento de más del 40% de los precios del maíz y pasta
de soya.
Hoy por hoy ni la Profeco puede controlar el
precio, y sólo argumenta que es transitorio y ocasionado por la temporada
invernal, aunque no es suficiente para explicarles a las familias que uno de
los productos más importantes de la canasta básica está por encima de su precio
ordinario y que, obviamente, no hay gobierno que lo atienda.
No olvidemos que el huevo es componente fundamental
de la canasta básica y, por tanto, cualquier movimiento ascendente en su precio
afecta a millones de mexicanos.
Aun cuando se trata de una situación coyuntural, los
legisladores han mantenido una postura alejada de los problemas de esta índole,
dejándola en manos de otros agentes, cuya sabiduría tecnocrática asumen que resolverá
el problema sin tener que explicarnos nada.
Sabemos que sus acciones poco harán a favor de la
economía familiar, pero tienen la obligación política de dar la cara para
explicar. El aumento al huevo es tan sólo uno de los síntomas de la salud de
los bolsillos de los mexicanos, pese a las maromas mediáticas de quienes nos
gobiernan y que cada vez se deterioran más.
Sólo le faltó al acuerdo de la Cámara decir que necesitamos
pedir la intervención de la ONU o del Santo Papa para que los precios del huevo
sean accesibles al pueblo. Obviamente, su carestía no es problema de
inexistencia, ya que en México sobran huevos, pero falta un buen gobierno, a la
altura de los intereses del pueblo.
Así, la carestía no es por falta de huevos, y no
despierten al México que está cansado de tanta mentira, tanta ineficacia y de
que le sigan afectando el estómago.
(Permitida
la copia, publicación o reproducción total o parcial de la columna con la cita
del nombre de su autor)
*Luis
Angel Cabañas Basulto, periodista yucateco residente de Chetumal, Quintana Roo,
con más de 37 años de trayectoria como reportero, jefe de información, editor y
jefe de redacción de diversos medios de información, también ha fungido como
Jefe de Información de dos gobernadores y tres presidentes municipales, y
publicado tres libros.
luancaba.qroo@gmail.com
@legna2003
http://luisangelqroo.blogspot.mx
Comentarios
Publicar un comentario