En
primera fila
¡SOS
a salarios y empresas!
Por Luis A. CABAÑAS BASULTO*
Ad
hoc con el rechazo de la Suprema Corte de Justicia a la consulta pública sobre
salarios mínimos, cuya versión estenográfica dimos a conocer en la columna
anterior, lo cierto es que todo cuanto ocurre actualmente en materia de
inseguridad, informalidad y una serie de fenómenos para el estudio de los
sociólogos, no son estrictamente de origen sociológico o histórico.
En
efecto, arrastramos problemas económicos a partir del desarrollo estabilizador,
cuando empezó una nueva etapa de concepción keynesiana del gasto público, en el
que había que crear empleos en el sector público y meterle dinero al mercado, pero
surgió una carrera salarios-precios que dio por resultado una serie de
distorsiones para la familia, el trabajador y la economía nacional.
Al
salario mínimo no hay que tocarlo porque se ha convertido en índice nacional, y
al momento de hacerlo para ajustar una distorsión de 30 años, habrá rebotes
como el que otrora resultó grave problema económico nacional que hundió a los
asalariados en dolorosa subsistencia de la que no han salido.
Para
ello, recordamos, se acudió a la “receta” de frenar la carrera salarios-precios
con un Pacto de Solidaridad Económica durante el sexenio salinista, pero el
país salió paulatinamente de aquella terrible inflación y alzas salarios-precios
de 1987 que parecía no tener fin, y logramos la estabilidad.
Así,
bajaron las tasas de inflación, fueron bajando los precios y los firmantes del
Pacto, que luego cambió de nombre, se comprometieron a amarrar salarios y
precios de la “canasta” básica.
Lamentablemente,
se siguen amarrados los salarios, pero la canasta, injustamente, se ha ido
soltando. Cuando crece demasiado, se le retira el producto que lo provoca para
dar la percepción de que el salario se ajusta a la inflación de esa canasta, pero
la realidad es otra.
El
país mantiene una deuda con los trabajadores asalariados, ya que contribuyeron
a la paz social que, sin embargo, hoy nos obliga a todos a pagar.
Un
día se dijo a los trabajadores que tendían que apretarse el “cinturón”, y lo hicieron
para contribuir con la patria y la paz laboral, pero hoy empiezan a hablar en las
calles con rifles AK-47 y con R-15 sobre la terrible injusticia social con una
suerte de la liga que se estira y estira, pero en muchas partes se ha
reventado.
Y
se ha reventado inclusive contra la empresa, que ha caído en el garlito de no
aumentar el salario por no existir productividad, cuando que debe ser factor,
pero el factor que también debe considerarse es la capacidad de subsistencia de
las grandes masas, a las que se les niega para no distorsionar la macroeconomía
que llevaría al país al desfiladero.
Luego
entonces, ¿Dónde está el justo medio? Hay un justo medio, pero hay que
buscarlo, hay que encontrarlo.
El
hecho de que el salario sea índice para todo, lo ha descompuesto como medida de
retribución. Por ejemplo, la legislación federal se integra con 294
ordenamientos, de los cuales 148 hacen referencia a la figura del salario
mínimo, y entre estas 148 leyes, 869 artículos se refieren al salario mínimo.
En
la legislación de los Estados y del Distrito Federal también ocurre algo
similar. La del DF se integra por 152 disposiciones jurídicas vigentes, en 59
de las cuales se le hace referencia por algún motivo.
Si
moviéramos el mínimo, todas estas leyes ocasionarían un rebote que resultaría
como las medicinas. Algunas contra el cáncer y otras enfermedades: Curan el
cáncer pero matan al enfermo con efectos secundarios. ¡Ya no más de estas
recetas!
¿Pero
cómo le hacemos para desvincular al salario de todo lo que se creó con los
años? Primero, creemos que las empresas requieren comprensión, pero mucha más
comprensión requieren los trabajadores. Las empresas no pueden ni deben seguir
siendo castigadas con más impuestos y cargas fiscales por aumentar los
salarios.
Es
tiempo de pedirles a las arcas públicas apretarse el cinturón. Hoy necesitamos
pedirle a las empresas que, sin decretos, pero con acuerdos y pactos
individuales por regiones y empresas, vayan elaborando esos acuerdos para mejorar
el ingreso de sus trabajadores.
No
debemos mover el mínimo, pero es necesario mejorar el ingreso ¿Cómo? Conforme planteamiento
del senador chihuahuense Patricio Martínez García, sería creando un salario
nivelatorio paralelo al salario mínimo, y que éste se siga moviendo con los tradicionales
porcentajes de los últimos 25 años para evitar despertar al “tigre” de la
inflación con sus efectos vinculatorios.
El
acuerdo permitiría conceder a los trabajadores de uno a cuatro salarios mínimos
hasta un salario nivelatorio adicional, con lo que mejoraría automáticamente el
ingreso de más de 14 millones de trabajadores
¿Qué
ventajas tendría la empresa al concederlo? El gobierno le deduciría 100% el
salario nivelatorio, no lo gravarían INFONAVIT, el IMSS, Estados o Distrito
Federal como impuesto sobre nómina, ni serviría como índice para nada, ni
siquiera para recontratación o acuerdo de contratos colectivos.
Para
éstos, el índice que se consideraría seguiría siendo el del salario mínimo, que
seguirá moviéndose anualmente como en años anteriores.
Además
de esas exenciones, al patrón no se le castiga y permitiría crecer a los fiscos
y sus ingresos en los siguientes 10 años porque iría incorporándose esta
cantidad, que puede ser ahora de 67 pesos, y si funciona podrá aumentarse conforme
autoridad, analistas y actuarios lo determinen en mejores estudios que acuerden
con legisladores, empresas y trabajadores para reponer el rezago del 75% del
salario mínimo y que no se puede mover, pero que lo requiere por una vía
paralela sin seguir fomentando la informalidad.
Sobre
este particular, debemos reconocer que la informalidad vive entre la
formalidad, porque se está dando en las empresas, sobre todo en las micro, que
tienen una serie de pagos desregulados, no contabilizados, y que fuerzan a
estas empresas y estos empleadores a irse por la libre en parte de su nómina.
Así,
se les está llevando a salirse de la formalidad e irse a los cruceros a hacer
vendimia, porque es mucho mejor su ingreso en la informalidad que el que tienen
por ley en un trabajo de ocho horas y con grandes compromisos.
Para
grandes males, grandes remedios, sobre todo en situaciones de excepción como la
que vivimos, de una gran paradoja: Grandes ingresos de grandes corporaciones, pero
gran desnivel en el de los trabajadores, y sin poder avanzar sin provocar
distorsiones y rebotes indeseables.
(Permitida
la copia, publicación o reproducción total o parcial de la columna con la cita
del nombre de su autor)
*Luis
Angel Cabañas Basulto, periodista yucateco avecindado en Chetumal, Quintana
Roo, con más de 36 años de trayectoria como reportero, jefe de información,
editor y jefe de redacción de diversos medios de información, también ha
fungido como Jefe de Información de dos ex gobernadores y tres presidentes
municipales, y publicado tres libros.
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